El tirador más rápido de Santa Fe. Una nota sobre lo público y lo privado desde unos divertículos aislados _____________________________________
El tirador más rápido de Santa Fe.
Una nota sobre lo público y lo privado desde unos divertículos aislados.
Roberto Frenquelli
Domingo 9 de febrero de 2003
En La Capital de hoy, domingo, anunciado en la portada, tenemos un plato fuerte para la medicina local y sus aledaños, y, desde ya, como debe ser todo lo que se precie por estos tiempos, para la comunidad toda. Carlos Reutemann, el Lole, nuestro gobernador y siempre candidato a presidente ha sido visto por un grupo de colegas médicos rosarinos. En pocas horas "terminaron" con las incertidumbres del hombre que ocupa el sillón del Brigadier López. Una "simple" enfermedad diverticular fue rápidamente identificada, "alejando" así todos los fantasmas de un hombre que, gracias a los medios, hoy es un poco más público que nunca.
La noticia viene completa. No faltan los nombres de los actores; tanto de los héroes como los villanos. Este viejo recurso de los westerns no podía faltar. Los médicos santafesinos, formadores de lo que el excitado periodista entiende como un "patriciado", han fallado. La pistola más rápida de la Provincia Invencible parece estar en Rosario. El Lole partió contento. Uno debe pensar, aplicando cierta lógica, que lo hizo con todo derecho. No tiene un cáncer, tampoco una Enfermedad de Crohn, esa que toma frecuentemente a los descendientes de alemanes cuyos apellidos van con una sola ene final. El de nuestro subcampeón mundial de Formula Uno es alemán, pero “de los otros”, con dos enes.
Lo que parece difícil de creer es que se haya ido sin fantasmas. Pues, también con la aplicación de cierta elemental lógica, para hacerlo debería haberse ido muerto. Fantasmas siempre tenemos, mientras mantengamos nuestras constantes anatomofisiológicas. Y menos mal, dentro de todo. De otro modo, creo entender, seria muy aburrido.
Prueba de la persistencia de los fantasmas es la despedida del subcampeón: "Doctor, la próxima vez vuelva vamos al autodromo para que le descarbonice la cupe". Seguramente han hablado de autos, cosa por demás de lógica para la circunstancia. Tal vez, terciando en cuestiones de relación medico paciente, hasta adecuada. Pero..., siempre hay un pero, como en el caso de los fantasmas: todos conocemos la serie carbonera, ano, colonoscopia. Cualquiera sabe que una cupe - todas, las viejas y las nuevas -, son un símbolo fálico. El hombre salía de un rápido raid, seguramente no por Iapos Solidario, donde le habían revisado, en cuerpo y alma, aquellas zonas carboníferas con fálicos instrumentos. Como buen paciente, ni bien pueda, devolverá atenciones. No es el caso de engordar este análisis de la noticia con mi pobre Lerú Freudiano, en forma tan inútil como torpe, al centrarme totalmente en el dicho, cuasi simpático, del agradecido Lole.
Lo tomo para resaltar aquellos de los fantasmas. De lo que es lo privado, lo absolutamente íntimo y personal. Como lo es prestarse a venir con miedos a un medico, que “con su equipo”, se introduce en la intimidad de otro. La Capital, sin ninguna clase de pudor, por supuesto junto a sus aliados informantes del "circulo íntimo" se pliega a la escena. Es el necesitado ojo de un ajeno que busca multiplicar los espectadores; siempre presto a saltar para ocupar ese espacio
Así esta nuestra Medicina. Como nuestra Sociedad. Sin límites entre lo privado y lo público. Lo privado se ha transformado en objeto de intercambio. Inclusive, que duda hay, la misma palabra ética sufre ese destino impío. Vacía de todo contenido se la pasea como la hija tonta de una ideología que parece monolítica, en aras del crecimiento exponencial de una identidad cada vez más centrada en la visión del otro, en un exhibicionismo sin límites.
Esto que digo mientras pienso tiene que ver con el corazón de la concepción psicosomática. Pero queda para otra vez. Por hoy, con esta historia del tirador más rápido, es suficiente.
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