Junto a Francisco de la Mata
Siempre recuerdo aquella noche en cancha de Ñubel. Era casi verano, goleamos a Lanús. El descenso quedó atrás. Habíamos sorteado con éxito nuestro primer año en primera. Esperamos el 59 ya en 25 de Diciembre y Virasoro. Plenos de esperanzas, con sereno orgullo, volvíamos a casa. El tíoypadrino me contó que habíamos dado vuelta la cancha. “Así dan las medidas de la AFA, ahora corre distinto, está paralela a 27”. Yo ya sabía de las bondades de ese campo de juego. “Tiene mucha carbonilla debajo, por el ferrocarril…, por eso se puede jugar bien con lluvia…” me decía, explicándome con esmero. Yo estaba contentísimo. Aunque no entendía bien eso de haber dado vuelta una cancha. Yo solo sabía dar vueltas en bicicleta. Pero no me importaba nada. Total, lo mismo, veríamos a los grandes de Buenos Aires. Y si llovía, ya lo sabía, no pasaba nada. Casi mejor; “Indalecio las corre todas, y a los porteños...