Frenquelli unplugged / Clases Facultad de Psicología, UNR / 2017

Hacia una neuroanatomía del aparato  mental (VII)

Precisamente, me parece bueno empezar por el este lado [retomando lo último trabajo sobre la energía psíquica]. Cuando se toma la palabra energía, en el caso de Freud, está ligada a conceptos como lo económico, uno de los pilares de su metapsicología. Y este a su vez, se liga a energía en el sentido elemental. Energía libre, energía ligada; trabajo, trabajo psíquico. Uno ve en esa terminología una impronta física. En realidad, hay una expresión que dice que la física es una ciencia imperialista, toma a todas las demás ciencias o disciplinas del rigor lógico. Entendiendo por disciplinas de rigor lógico aquellas que podrían no ser estrictamente del campo de la ciencia. Pero este es el concepto que hay, ¿no? Y de alguna manera eso se cumple, se ve en otras situaciones también.
                Por otro lado, hay que distinguir el uso, llamémosle “modelístico” de una palabra, inclusive metafórico de un concepto, y adquieren un valor explicativo dentro de una lógica interna. Por ejemplo, la concepción de tópica, dinámica y económica, las tres palabras de la metapsicología, calzan bien entre sí, se articulan bien, con la clínica, entendiendo por tal la observación de determinados hechos. Por allí, puede ser demasiado criticado el concepto de energía psíquica haciendo pie exclusivamente en la bioquímica, por ejemplo. Quizá no era la pretensión de Freud, sino que era modelizar un fenómeno que observaba e la clínica, darle algún nombre, conceptualizarlo. Un concepto no es una cosa en sí, sino que existe en un plano de abstracción. Cuando yo plantee la crítica al concepto de energía diciendo que no hay tal cosa lo que quise decir, tal vez, muy suelto de cuerpo y cierto aire soberbio, es que alguien podría decir que  en todo caso ahí hay una idea de fuerza, una idea de algo muy difícil de sofrenar que llamamos de esa forma. Y que en realidad la energía que nosotros podemos conocer y objetivar es la energía de los componentes como el ATP que sostienen los procesos celulares y que gracias a su interacción resultan determinadas cuantificaciones de base neurofisiológica, que después se expresan en el plano psicológico de una determinada manera. Y aquí propuse el concepto de motivación. Justamente, un concepto.
Pero quizá el concepto más valioso que tiene implícito esta crítica de la energía psíquica, es la idea de que un reservorio energético. Como una especie de núcleo separado, que pudieron decir y cuantificar como si hubiese mucha energía o poca energía. Y también, con el concepto de una tendencia a la descarga de la energía. Los críticos a este concepto de reservorio de la energía y del aparato que tiende a la descarga de la energía, del aparato que tiende a la una conservación n de un nivel moderado de energía, constante, pero que no sea excesivo ni muy bajo, proponen un modelo más interaccional-vincular en la generación de estos movimientos. Y cuando uno habla de energía, rápidamente, alcanza el problema del instinto. Y rápidamente, nos acercamos al concepto de pulsión. Ya sea porque hay un continuo entre el instinto y la pulsión, un continuo donde hay una transformación determinada. Una transformación cualitativa del instinto hacia la pulsión, podría ser visto así. Entonces, aparece la idea de que la pulsión sería una bolsita que contiene determinados aspectos, como una vesícula, de la que brotan determinadas tendencias.
                También la pulsión es un observable, también es un concepto. La pulsión no es una cosa en sí misma. Uno puede hablar de determinadas observaciones y llamarle a eso pulsional, pero no es otra cosa que un concepto, una manera de llamar a un cierto fenómeno.
[Alumno: Freud dice: “el concepto límite entre lo psíquico y lo somático.”]
                Sí. Voy a entrar a eso en un determinado momento, pero sin llegar a la noción de “concepto limite” aún, uno podría pensar de que una persona tiene “mucha pulsión de muerte” o “mucha pulsión de vida”. En otros términos, podríamos decir que una persona tiene mucha energía.  Aplicada a cualquiera de las dos pulsiones. Entonces, los psicoanalistas que son críticos al concepto de energía, incluso al concepto de libido, definida como energía del instinto sexual, plantean que esas modelizaciones fisicalistas, como “mucha energía; poca energía; mucha libido; poca libido”, mucha pulsión si así lo quieren decir, se podrían sustituir por modelos interaccionales. Entendiendo que la motivación, la palabra que ellos prefieren, la tendencia al movimiento –porque la palabra motivación tiene raíz en movere, movimiento- se funda en la búsqueda del sujeto de otro objeto con el cual interactuar. Entonces, el concepto no es tanto, de acuerdo a la visión d estos autores, endogenista, como que hay mucha energía, mucha libido, etc., sino que lo que tiene que ver es lo que ha ido sucediendo en las interacciones del sujeto y el ambiente. 
Para decirlo de otra manera,  cuando yo les planteo que existe un segmento llamado energético o instintivo, que está en las zonas del tronco encefálico o en el hipotálamo, como explicábamos la clase anterior, lo podríamos ver de la siguiente manera.

Acá tenemos la médula, el tronco encefálico, el hipotálamo, los núcleos de la base, los cuerpos amigdalinos y el hipocampo. Y nosotros sabemos que en esta región existen centros de control de la sed, de la alimentación, de la reproducción, de la temperatura, de ciertos comportamientos básicos, que son muy elementales, y que de alguna manera, cayendo en los conceptos que charlábamos anteriormente, pulsan y empujan. En el sentido de que esto es todo el control de las funciones corporales, los niveles de azúcar, la percepción de los electrolitos, la temperatura ambiente, todo está regulado por el hipotálamo que recibe, visto en línea de puntos, la información de todas esas aferencias, de todas esas entradas. Esto sería como una especie de analizador químico si ustedes quieren. Y a su vez esto proyectará esa información hasta los segmentos corticales. Toda la información por una parte va  a tener un cierto procesamiento emocional acerca de si estamos bien, si es placentero, es displacentero. Estos serían los segmentos intermedios, el sistema límbico. Lo que en el esquema laboritiano es el segundo cerebro.
¿A qué viene este cuento? A que toda esa masa corporal, desde la uña del dedo gordo hasta el último pelo, baña de información química al hipotálamo. Sed, alimentación, reproducción, etc. Los centros básicos de la ira que están allí, sus conexiones con los procesadores de la emoción. Uno puede decir que ese magma químico es el empuje que viene del interior del cuerpo, aquello que Freud en su Proyecto dice como que el sistema nervioso está expuesto a una magnitud constante, en su interior, creciente, esa exposición interna.
Supongamos la tensión sexual, o el hambre. En cambio lo que él dice lo que viene de afuera, puede tener grandes magnitudes, pero el sistema nervioso puede de alguna manera bloquear esa percepción, puede cerrar los ojos.
El sistema nervioso está abierto a una cara interna y una cara externa. La tensión interna, creciente, a veces ha sido vista como un incremento en el monto energético. Esto puede ser análogo al Ello, lo que viene del interior de las profundidades, y lo que, para usar la expresión de Freud, es la exigencia de trabajo. Tanto desde lo externo como de lo interno. ¿Qué hace el sistema nervioso frente a la carga? Y aquí volvemos a usar términos fisicalistas: la idea de carga, de monto energético, de cuota de afecto. Ahí tratamos de encontrar determinadas palabras para explicar esto que, por ejemplo, es la constante tensión sexual o la tensión por el deseo de la alimentación.
[Alumna: Profesor, me gustaría que repitiese el tema de la masa corporal y su relación con la corteza.]
                Seguro. Yo estaba trabajando en este segmento, para quedarnos con lo que sería básicamente el Ello. La exigencia de trabajo que viene del interior. Fíjense que yo aquí caigo en estas mismas palabras, como carga, cuota de afecto, etc. Por supuesto que si nosotros fuéramos un sistema nervioso que termina aquí, quedaríamos en lo que es el cerebro reptiliano, y quedaríamos en el hipotálamo. Hay animales que procesan hasta esta altura. No tienen organización cortical importante. Entonces, bien podríamos pensar que, llegado hasta este punto el nivel de información, habría una bajada de la acción desde ese nivel. ¡Porque el bicho algo tiene que hacer frente a esas tensiones! Entonces, aquí, suponte que en un reptil, lo que puede organizarse aquí es alguna ceremonia de apareamiento, que pueda estar a favor de cierta época del año, la primavera, la temperatura ambiente, la luz solar, inclusive ciertos cambios en la piel del macho y de la hembra, o en peleas entre machos. Hasta apoderarse uno de ellos de la hembra y dejar a uno con la necesidad de seguir buscando. O los gritos de caza, de una iguana, que está allí esperando detrás de determinado sitio la aparición de su presa, con señales muy estereotipadas  y con una extraordinaria capacidad en la eficiencia. Por ejemplo, la eficiencia del sapo al cazar la mosca.
                Que en realidad, esto [el sapo y la mosca], obedece a su perfeccionamiento de sistemas de supervivencia para obtener la presa que va a calmar el monto energético, la cuota de afecto negativa, a lo que es establecer una homeostasis. Un cierto equilibrio. Estamos hablando de un animal en un plano instintivo básico, hablamos de supervivencia, conservación de la especie, de señales específicas para saciar la sed, la reproducción, con una eficiencia asombrosa. Propia de que es hipernecesario consumar un determinado acto para lograr esa supervivencia. En el hombre, eso está, ese baño químico del que yo hablaba, esas regiones celulares que tienen ciclos propios. Ustedes imagínense que en el mantenimiento de la temperatura, que es hipotalámico, es fundamental para la supervivencia. Nosotros vivimos con una temperatura corporal que está alrededor de los 36,8°. El hombre tiene esta temperatura en el polo norte y en el ecuador, lo que le permite desplazarse de punta a punta, porque es homeotérmico, mantiene su temperatura. Eso se debe a estos centros, que son centros que tienen sus ritmos propios. Por ejemplo, la menstruación en la mujer y en edad de procrear también tiene un ciclo, un ritmo, hipotalámico. Incluso los ritmos del sueño, la percepción del dolor. Todo esto genera un monto de información que llegará como noticia a la corteza cerebral. En el hombre, la noticia será: “tengo hambre; tengo sed; quiero aparearme”. Y entonces, esa masa neuronal que se interpone, es lo que permite pasar de la respuesta mecánica, elemental, como el ejemplo del sapo y la mosca, a una modificación entre los sistemas sensoriales de entrada y la respuesta posible.
Venía diciendo acá que la transformación del instinto a pulsión se debe a que existen en el hombre una versatilidad, una propiedad de cambio, de transformación, de variación, muy distinta. Estas son propiedades del psiquismo, que permite transformar justamente lo básico instintivo en algo versátil, variable, singular. Llegar del objeto necesario y específico en el apareamiento sexual a un objeto que es absolutamente distinto, como un zapato, que sustituye en el caso de un joven a una dama. También decía, ojo, que la domesticación transforma a un animalito como un perro y finalmente deja de ser lobo y se transforma en perro casero. Y muchas veces, también, tuerce su instinto. Y se somete a cuestiones que el ambiente impone y que ellos pueden hacer, porque parecería que el cerebro de un perro, de un gato, o un caballo, tienen algunas cosas que le permiten hacer algo diferente de lo que le sucede al sapo con la mosca. Los sapos siempre hacen más o menos lo mismo. En cambio un perrito, aunque tenga tendencias automáticas, alguna variación a veces tiene. Y eso se debe a una compleja interacción con el ambiente.
Entonces, vuelvo al punto del inicio. Una cosa es pensar el instinto, la pulsión, como algo preformado, dispuesto a la acción, que brota. Y otra cosa es pensarla como un complejo sistema motivacional que se arma en la interacción. Uno diría que es hilar muy fino y que no es para ustedes. Y yo diría que sí, sea medio excesivo lo que estoy planteando en este momento, pero lo dejo planteado así. El modelo pulsional dentro del psicoanálisis ha sido criticado, y una de las cosas más fuertemente criticadas es el concepto de pulsión de muerte. Que si ustedes observan con atención, verán que en general, se habla de la pulsión de muerte como un contenido por sí misma. Como que “hay pulsión de muerte”, eso es la pulsión de muerte. Esa evidencia clínica, fenoménica, ha sido transformada al valor de algo que existe por sí mismo y no como algo que se generó en una interacción. Y aquí llego al punto que sí me parece que es para ustedes. No cosas tan finas sobre la epistemología freudiana, sino, por ejemplo, cosas que por ahí se entregan abiertamente: ¿qué otra cosa si no es la pulsión de muerte? Como que hay algo endógeno que brota. En vez de pensar que la compulsión a la repetición o la tendencia a caer en situaciones muy desfavorables, a quedar adherido a una situación muy penosa, lo que lleva al concepto de goce, por ejemplo, es en realidad un armado entre el sujeto y los otros sujetos-objetos de su existencia. Ese es el concepto al que yo quería llegar. Lo que acentúan los teóricos del psicoanálisis que hacen la crítica es que son por allí muy endogenistas, muy esencialistas, como si hubiera una esencia de pulsión de muerte, y se olvida la posibilidad de ver cómo se gestó esto.
En relación a lo que dijo el compañero de “concepto límite”, a mí también me parece que es algo que se repite permanentemente y que en un primer nivel de análisis, yo diría que está perfecto. Es un concepto límite entre lo psíquico y lo físico. Entonces uno dice que hasta acá [pre-cortical] es lo físico y acá [cortical en adelante] empieza lo psíquico. Uno se traza ese plano y decís que por un lado está el aparato anímico y, por el otro, el aparato físico. Y este empuje del que yo hablé tanto tiempo, del interior del cuerpo, informaciones químicas, etc., más los núcleos de automatización del comportamiento que están en el hipotálamo, todo ese dispositivo físico le impone al psiquismo una exigencia de trabajo. “Bueno, flaco, ahora hace algo”. Como una persona con hambre, un chico frente a una juguetería o un señor tras una hermosa dama. Inmediatamente uno ve la exigencia de trabajo allí. Esa expresión Freudiana, siempre repetida, es una expresión dualista porque separa el cuerpo de la mente. Porque el aparato psíquico también está asentado sobre estructuras físicas, pero no es que lo físico llega hasta acá y acá empieza lo psíquico que no tiene nada que ver con un sustrato anatómico. Por eso “concepto límite entre lo físico y lo psíquico” se entiende como un pasaje de cualidad. Ya no es más del sapo y la mosca, sino cómo ese joven va a plantear el modo de su sexuación, de su manera de acercarse al objeto de gratificación. ¿Qué camino va a elegir, cómo lo va a hacer, cómo lo va a trabajar personalmente?
                Estoy pensando en un capítulo de “Entre posturas”, que vi anoche, otra serie de Netflix. Es la historia de un hombre, muy seductor, que ejerce su atractivo irresistible sobre una muy bella chica que queda disuelta en la atmosfera seductora de este hombre y él termina por ser un adulador y estafador singular y la deja, en 1936, en Marruecos, embarazada y en una situación de aborto en la cual casi se muere. En esa polaridad de cómo hacer, cómo organizar la salida hacia el mundo, encontramos la salida de este hombre, psicopática en gran medida, narcisística, y por otro lado la caída de esta mujer en los brazos de éste porque queda deslumbrada por esto. Y entonces uno puede decir que hay una exigencia del trabajo que ha tenido este hombre para decir que hay algo en el mundo objetual, que lo lleva a esta modalidad de engaño, de falsedad, de sometimiento del otro, etc. Bueno, entonces uno dice, “eso es pulsional.” Ya no es el sapo y la mosca, sino que hace caer a la “mosca”. Y ella se pone en mosca, pensando que se va a comer el sapo y no es así.
                Esto de la exigencia de trabajo está bien planteado, está bien que los segmentos inferiores broten la necesidad de hacer algo. Ya sea en la conquista del amor, de la alimentación, de cosas como si uno termina la universidad, o no, de si uno llega al oro, o no. Sí, claro, eso es una exigencia de trabajo. Si bien está en correcto esto, lo que no es correcto es decir que lo anterior era físico y a posterior lo psíquico es una especie de emanación que flota en el aire no asentado en algo corporal. Por eso, esto de concepto límite, es algo que se repite bastante sin cierto espíritu clínico. Creo que es una visión freudiana dualista. Y se entiende lo que quiere decir: que hay un pasaje a algo, que una profesora que yo tenía llamaba, una psiquización. Ya no va a ser la respuesta sapo-mosca, sino la historia de un sapo y de una mosca que cree que se lo va a tragar a éste y termina siendo destronada, traicionada y el rey sapo en una de esas, por sus actividades, termina muy mal.
                Ahí ya no hay un sapo y una mosca que come moscas. Hay un trabajo fino, hay una seducción, si se quiere una mortal seducción, casi se muere la chica. Hay una cosa muy delicada en lo que es el vínculo que es o que organiza ese comportamiento en la pareja. Y esto es porque el ser humano es un bicho muy complicado, porque puede plantear un engaño, una idea de apoderamiento de otro. Como él: “a esta mosca la agarro”, pero no meramente porque tiene hambre, como el sapito que come la cantidad de moscas necesarias para mantenerse a sí mismos. Éste otro no, se comía todas las “moscas” que podía encontrar. Con esto del sapo y la mosca estoy jugando en el sentido de que en el hombre, ese recorrido que también es físico y psíquico, esto último en sentido de cualidad, es mucho más diverso, mucho más complejo.
                Y siguiendo con lo que dice el compañero de concepto límite, digo que también por debajo de esta raya divisoria de lo físico y lo psíquico, esto último no está solamente arriba, en los rendimientos sutiles. Por ejemplo, el enamoramiento de una dama por un hombre, sino que abajo en los segmentos inferiores, lo psíquico también se puede plantear en el sentido de que podamos ir a la pregunta qué es lo psíquico.
¿Qué es lo psíquico? Y en la respuesta, uno podría acercarse a que lo psíquico se asimila mucho al concepto de información, al concepto de diferencia. Y uno podría hablar de un psiquismo del sapo y la mosquita. Un psiquismo muy simple, un sistema informacional muy simple, que tiene una base material y que tiene ese funcionamiento discreto, eficiente y elemental. Y que más arriba hay posibilidades, por un entramado neural mucho más complejo, y que puede transformar el compañero sexual en un zapato. Y esto de la psiquización, volviendo a esta palabra, significa que hay como una graduación, un pasaje, de informaciones muy simples a sistemas mucho más complejos. Y que en el hombre, está la posibilidad no solamente de un pasaje de sistemas simples a sistemas más complejos, sino que también el hombre en su psiquismo tiene la capacidad de transformaciones importantes. El hombre tiene una especie de soft básico que también puede ir modificándose, transformándose. Esta psiquización, digamos, en el hombre sería más amplia, y también de más posibilidades de seguir ampliándose. De seguir ampliando el nivel de diferencias, de variaciones, de transformaciones. Incluso el poder ver el aparato psíquico del hombre, que asienta en una aparato neural, como un aparato de transformaciones. En cambio, el sapo tiene muy pocas transformaciones posibles. O sea, tiene un psiquismo, por decirlo de alguna manera muy elemental, tomando en este caso lo psíquico como información.
[Alumno: Con esto creo se entiende un poco más lo que usted decía la clase pasada, donde pareció que usted ponía en el mismo nivel el instinto y la pulsión. Yo en un primer momento no entendía, porque es distinto a lo que veníamos estudiando. Y ahora lo puedo entender tomando el concepto de la exigencia de trabajo, de que ambos producen una exigencia de trabajo en el sistema neuronal, pero con la diferencia, si se puede decir, de que la pulsión implica esto de la torsión.]
                Claro, exactamente. Por eso está bueno hablar de un continuo entre instinto y pulsión. El acceso de lo pulsional no es otra cosa que el acceso de la variabilidad, a niveles informacionales más complejos. También hay que tener en cuenta, como dije en una clase, ¿de qué animal estamos hablamos? Si decimos instinto en el hombre podríamos hablar tranquilamente de pulsión. Acá viene una de las cosas que habitualmente se le plantea a la biología. ¿Cómo es posible que el hombre se suicide? Esto ya lo he tomado en otra clase. Aquello de que el hombre es el tropieza dos, tres, cuatro, cinco, veinte veces con la misma piedra. El animal es certero, no destruye el ambiente, su sistema ecológico, y el hombre sí. La explicación es que el hombre no es instinto y sí es pulsión. Y así aparece una radical distinción entre instinto y pulsión. Claro, dice uno, “la pulsión de muerte”. ¿Qué otra explicación hay? El hombre es un bicho diferente, pulsional, destructivo, hace malas cosas una tras otra. Ella [la chica de la serie] en vez de quedarse con un chico buenito, elige un psicópata porque se deslumbra. Hay una guerra, se matan. Van a hacer estallar el planeta, no va a haber más agua y nos vamos a morir todos. ¿Qué otra explicación hay? La pulsión de muerte, el retorno a lo inanimado. Y la respuesta sería que el hombre es un bicho muy complicado, muy complejo, que hasta aquí llegó la evolución, por lo o menos hasta este momento, que el hombre puede hacer cosas extraordinarias, pero, como dice otro autor, el eslabón perdido es el hombre. Le falta progresar y ver si se puede incluir en un sistema que no sea uno que atenta contra él mismo. Es decir, esa no es una explicación, “y porque el hombre es así”. El hombre llega hasta este punto, hoy, de desarrollo. Tiene esta propiedad que lo hace tan entretenido, tan inteligente, tan capaz, brillante, que hace a nuestra vida tan variable, pero que al mismo tiempo nos expone siempre a sin sabores muy grandes. El sapito vive en la comodidad de su sistema mecánico, como la mosquita. Quería señalarles esto porque, imagínense, después de treinta años en la facultad, un día me dijeron: ¿Y entonces usted por qué dice que el hombre se suicida? O que los animales no se suicidan. El hombre no tiene que ver con la supervivencia, tiene que ver con otra cosa, y tiene que ver con otra cosa porque tiene una cabeza que le permite por suerte o por desagracia hacer otra cosa.
                ¿Seguimos un poco más? Para tratar de ir cerrando, por lo menos antes de esta última clase. Quizás a mí me pasa como aquel cacique de “Pequeño Gran Hombre” que dijo “bueno, me voy porque ya me muero”, y entonces se va a una montaña, que la leyenda de la tribu decía que el jefe de ésta, en un determinado momento, se da cuenta de que se tiene que morir y en algún momento del año, cómo estén las nubes, etcétera, sube a lo alto de la montaña y allí espera y se muere. Y él dice “ya está, me tengo que morir”. Que en términos “frenquellianos” sería: “me voy a jubilar en Julio”. Y a lo mejor, como se rompieron los cables del ANSES porque hubo un incendio, me jubilo en Diciembre. Me pasa como el cacique que espera la muerte y no llega nunca, y le da un ataque de rabia. Yo no sé si me pasará esto, pero tratemos de cerrar.
                Lo que traté de hacer de alguna manera, quizás temeraria, y muy pretensiosa, era ir haciendo una correlación entre los modelos de la mente y los modelos del sistema nervioso. Siempre pensé que así se les podía hacer el tema más apetitivo, más agradable,  y mostrarles las formas de entrada, de salida, que el sistema nervioso no es otra cosa que una red de tramitaciones sensoriomotrices. Y que entre la sensación y la acción hay una interposición de un procesamiento de la información, entre el segmento 1 y el 3, ver qué pasa en el medio de esa madeja neuronal y cómo se organiza el tratamiento de la información. Lo hacía un poco con esta pretensión. También intenté la idea de mostrar que hoy, se podría, con algún piso de formalidad y credibilidad, decir que estos centros a los cuales hice alusión, son el asiento de lo que Freud llamó el Ello. Que en las convexidades corticales, derecha e izquierda, del cerebro, donde están las láminas corticales -occipital, parietal, temporal y frontal-  está el asiento de análisis de la información, asimilados al Yo. Les hablé del mosaico cortical dinámico, de los distintos receptores de procesamiento sensorial, de áreas unimodales, cómo se unen. Y podíamos llegar a la siguiente conclusión. Voy a hacer otro esquemita.

[HI: Hemisferio Izq; HD: Hemisferio der.; VS: Vivencia de Satisfacción; VD: Vivencia de dolor]
                Por ejemplo, representaríamos en un corte que se llama coronal, esta es la cisura interhemisférica, como si estuviese cortado con una coronita. Hay otros cortes, como el horizontal, a la altura de mis ojos, paralelo al piso, el corte perpendicular, en forma transversal y el corte sagital como si me entrase una flecha [hace un gesto de entrada directa en la frente]. A ustedes les conviene mirarlos. En un corte coronal uno tendría el hemisferio derecho y el izquierdo. Y uno podría decir que en esta superficie cortical [la derecha], y en esta otra [la izquierda], hay un asiento de una información sensorial. Ustedes recuerdan que yo les había enseñado que si vemos el cerebro de costado, las áreas retrorrolándicas corresponden a la sensación y las areas prerolándicas corresponden a lo motor. En las convexidades posteriores, retrorrolándica derecha, hay una asiento de la información visuo-espacial. De representaciones de las cosas. En cambio, en las áreas izquierdas, hay representaciones de palabras y del lenguaje. Esto, en una división un tanto esquemática pero que obedece que en la mayor parte de la personas, el hemisferio izquierdo es el que está a cargo del lenguaje.

                Quedémonos con esta representación esquemática de que el mosaico cortical que yo les había dicho de las áreas visuales, de las áreas vinculadas al tacto, a la temperatura, a la visión, etc. Donde las derechas apuntan más a la representación de objetos y las izquierdas, a la representación simbólica. Estas serían las representaciones más concretas [las primeras]. En este punto, hablamos mucho de las llamadas barreras anti-estímulo. Yo las había categorizado siguiendo la terminología freudiana, que implica si se quiere, aquí, ligar la energía libre en medida que toda la influencia sensorial se iba ligando el percepto a una forma, a un color, a un modo de representar. Y entonces eso era una barrera anti-estímulo, ordenar el mundo y decir “esto es verde, esto es amarillo; esto es comida, esto no es comida; esta es mi madre, no es mi madre; este es mi cuerpo”, etc. Esas cosas de representaciones concretas ya eran un primer nivel anti-estímulo, por esto de ordenar el mundo, e ir si se quiere poblando ese mundo de sensaciones. Mucho más cuando hay una transferencia a la palabra, que entonces permite nombrar sin la presencia concreta del objeto. Esta es otra poderosa barrera anti-estímulo. Cuando alguien puede decir “estoy solo, pero mi mamá ya viene”.
                Por ejemplo, una mañana yo venía para aquí, me traía mi mujer con mi hijito. Mi hijito, yo digo, tiene un GPS en el tablero. El sabía que cuando el auto agarra por la calle Buenos Aires, por el bajo, va a la casa de la nona. Tiene una representación concreta de la calle Buenos Aires. Tiene menos de dos años. Y no creo que eso le pase porque es mi hijo, pero sí me di cuenta. Pero cuando nosotros doblamos por otra calle, porque vamos hacia otro lugar, él empieza a quejarse, a molestarse. Porque tenía una representación concreta del espacio de que ella trayectoria lo llevaba al punto deseado [la casa de la nona]. Bueno, a medida que se fue poniendo más grande, uno le dice “ya vamos a ir de la abuela, ahora vamos a dejar a papá.” Y empieza a calmarse el chico, porque empieza a tener la representación de “nona” y sustituye la representación concreta y sabe, por un rodeo, que llegará a la nona. La palabra “nona” le produce de alguna manera un segundo efecto de barrera anti-estímulo. La palabra es muy poderosa en el desarrollo de un chico y en la crianza de un chico, cuando el chico empieza  a entender que la representación concreta, la aparición concreta de un objeto, puede ser representada por medio de la palabra. “Ahora vamos de la nona”. Uno desesperadamente trata de llevarlo al plano de la palabra. No sabe si él dice “bueno, ahora espero”, pero seguramente la información de la imagen representada por la abuela a hacer menos escándalo. Hay una, precisamente, psiquización.
                Bueno, siguiendo con esta tramitación de la información y diciéndoles que existen, entonces, un gran primer nivel anti-estímulo y un segundo nivel-estímulo, nosotros sabemos que en la gran respuesta viene, aquí, desde los lóbulos frontales, que son los lóbulos asociados a la motricidad. Estamos hablando aquí de trayectorias ya organizadas. Hemos hablado en estos segmentos de vivencia de satisfacción y vivencia del dolor, etcétera. Y aquí, cuando ya nos vamos al segmento 3, que es el sistema de planificación y organización del comportamiento, las áreas pre-frontales. Aquí es donde nosotros tenemos que hablar de funciones ejecutivas, de la organización del pensamiento. Aquí, el pensamiento es todavía no secuencial, aquí es “al pan, pan, y al vino, vino”. Si voy por Buenos Aires, voy de la abuela, no hay otro destino. En cambio, aquí, el pensamiento va desarrollándose en el espacio-tiempo, y va apareciendo en la idea de postergación, comparación, de secuencia, de un cierto orden lógico. Y en ese sentido el lóbulo frontal es el encargado de esa tramitación, de la planificación de la acción. Aquello de que si pasa esto, respondo de esta manera, si pasa tal otra cosa, hago tal otra. La secuencialización  es del orden lógico, propio de la toma de decisiones. Ésta es una tercer barrera anti-estímulo. Porque esto nos permite decir que si uno mata, va preso. Indudablemente, ésta, el lóbulo frontal es el asiento del principio de realidad definitivo, por así decirlo. Donde hay una tensión, una probabilidad de secuencializar, no de proceder en forma agolpada, por así decirlo. No hay un pensamiento de simultaneidad, sino de secuencia. Acá está la primera y acá la segunda. Acá hay reglas lógico-gramaticales, que se traducen en acciones más sofisticadas. Acá hay una acción por sí misma, tendencia al acto, que es lo que hace este joven que ve una chica hermosa y la trata de hacer caer en una atmosfera deslumbradora. Aquí les hablo de percepción, de organización de la percepción, y de alguna manera de organización del comportamiento.
                Faltaría decirles una cosa. Al principio, y esto sí es secuencial, la organización de la percepción, la percepción cruda de la cosa concreta, tiene una forma. Y el verde, es el verde. Pero, con el tiempo, las estructuras posteriores de organización del pensamiento, las distintas anti-estímulo también modifican la percepción básica. Y el verde puede empezar a ser verde esperanza, verde primavera, verde inglés, verde militar. O sea, el aparato perceptual, básico, también se modifica. No solamente el desarrollo del pensamiento va llevando al establecimiento de organizaciones lingüísticas y de reglas lógico-gramaticales y de secuencialización; de controlar el indio, por así decirlo, y evitar el acto automático sin esta organización secuencial. Que es lo que hace decir “bueno, no le voy a joder la vida a esta persona”.
                Esa organización de lo perceptual, incluso en el nivel más crudo, de la percepción de la cosa concreta, del objeto concreto, también se modifica. Fíjense lo que es la plasticidad neuronal. Caigo en este viejo concepto, no porque sea viejo como concepto, sino porque recuerdan cosas de la primer biológica. Las primeras concepciones, las primeras representaciones-cosa, dicho en términos de la Interpretación de los sueños, los primeros perceptos, tienen una marca muy fuerte, pero también existe la posibilidad de transformar la capacidad perceptiva. O sea, empieza a ser más o menos verde, distinto en cualidades, y  el proceso de cualificación también modifica los primeros niveles de entrada. Es como decir, ¿qué quiere decir “patria”? La primer acepción de la palabra “patria”, que nosotros tenemos, es el Monumento a la Bandera, y la bandera celeste y blanca, y una cierta emoción de defender a la patria. Y después, “patria” puede empezar a ser una palabra con otro significado. Vinculado al suelo, a las raíces, a las tradiciones, a nuestra a lengua, etcétera. Entonces, yo puedo decir “patria chica”. ¿Cuál es la patria chica? El barrio. La patria deja de ser todo lo anterior, para hablar de patria como el lugar donde uno nació, se crió, comió asado, tiene los amigos, etcétera. “Esta es mi patria, es mi suelo”. Es una barrera anti-estímulo porque uno condensa un montón de vivencias en una palabra, y a partir de ellas está percibiendo las cosas. Uno mira la esquina del barrio y dice “qué linda mi esquina”, ya no es sólo una esquina. La ves con otros ojos. De modo que el psiquismo en el hombre, con un soporte material, permite transformaciones, no solamente como transformar la palabra patria de un sentido en otro, sino de la percepción en sí.
                Lo mismo puede pasar en las identificaciones del infante donde uno por ahí pasa por la escuela, donde hizo la primera, tras muchos años y se da cuenta de que hubo un enamoramiento del espacio.  Entra y mira, “ésta era la escuela de mi infancia”, pero ahora no me parece tan linda. La percepción ha cambiado, ya no es idealizada. Esto es muy común. Uno va y dice “yo me imaginaba el salón de actos enorme”, cuando era chico, y uno va para darse cuenta de que no era tan grande. Y para uno, ese lugar era el Teatro Colón. El Teatro Colón de su infancia.
                Bueno, espero que esto les pase con la biología, y la neuropsicología y la psicología del desarrollo. Que no sea una percepción incómoda, sino que se transforme. Así que les agradezco haberme acompañado hasta aquí. Ha estado bueno poder publicar las clases sin corregir, porque es lo más cercano a lo que ha sido mi lenguaje interno. Tienen algunos errores, las estuve leyendo, pero no muchos. Son más formales los errores que hay. Todo esto es lo que yo he pensado. Nos vemos la próxima.

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