Armando Bauleo
A escaso tiempo de la muerte de Rodrigué, otro grande de la Psiquiatría y el Psicoanálisis Argentino sigue sus pasos. Se trata de Armando Bauleo. Un hombre comprometido de la mejor manera con la causa social, que emigró a Europa en los peores momentos del terrorismo de Estado. Una noche casi veraniega, allá por la década del noventa, visitó nuestra Facultad. Lo trajeron los chicos del Pampillón. Allí lo conocí personalmente, en lo que sería mi único encuentro con él. El Salón de Actos estaba repleto, mayoritariamente con Estudiantes. Ameno, con la simpleza de los que los verdaderamente han pasado por la experiencia genuina, dejó un mensaje nítido. Alertando sobre los inútiles alambicamientos, casi caricaturescos, de aquellos que se enseñorean en ciertos “discursos” y otras “transmisiones” supuestamente psicoanalíticas. Con mi amigo Pepe Gentilini lo llevamos a cenar; nos acompañaron María Rosa y mi hija Carla. Pidió un surubí a la milanesa – plato que extrañaba mucho en Florencia -. Lo disfrutó muchísimo. Como cada recuerdo, como cualquier otra cosa de la que se hablaba. Se mostró afable, muy afectuoso, sin demasiadas vueltas. Nos contó que había padecido un cáncer. Cuya génesis vinculaba a los años negros, de la angustia por la persecución. Dijo que estaba recuperado. Nada hacía pensar lo contrario. Por todo esto me parece muy cierta la leyenda de una noticia que he recibido desde Europa, avisando su fallecimiento: Queda la huella definitiva de su trabajo en Argentina, luego en el exilio, su entrega a la causa logra trasformar la salud mental en Italia y España. También, para aquellos que tuvimos el honor de conocerlo, la sabiduría de su risa invicta.
Roberto C. Frenquelli
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