Panel Uso racional de Psicofármacos en la práctica del clínico Dr. Roberto C. Frenquelli
Felisa R. Es una mujer de 72 años. La he atendido por
una Neumonía a Mycoplasma. Como siempre, uno de esos casos que dan
bastante trabajo hasta que uno logra definir el diagnóstico. Estuvo más
de un mes con fiebre, recibió varios antibióticos, aunque el agente fue
sospechado casi desde el inicio. Ahora viene por un control, más
distendida ella. Más distendido yo; triunfante por fin, el aumento del
título de los anticuerpos es como un presente tan esperado como tardío.
Mantiene una eritro alta. La placa todavía, tal vez debería decir por
bastante tiempo, tiene trazos secuelares bilaterales. Pero ya no hay que
recetar más nada.
- Bueno..., entonces la veo dentro de un mes. Allí controlamos todo, vemos la eritro...
- Podría hacerme una receta, doctor? ...
- Cómo?..., no era que Ud. no tomaba nada?
-
Ah!!!..., sí, tomo Lesotanil, todas las noches; una media a la mañana.
Sino no puedo arrancar, me pongo nerviosa. La tomo desde hace mucho,
cuando se enfermó mi esposo.
Luisa es una mujer delgada, tal vez
algo más de lo usual tras casi dos meses de enfermedad infecciosa.
Siempre muy bien arreglada, discretamente pintada, con peinado de
peluquería prolijo y discreto. Usa blusas abotonadas de aquellas telas
que solía ver en mis tías, con colores tirando al gris o negro, siempre
impecablemente planchadas. Tiene una escolta permanente: su hija. Una
joven ya casi no tan joven, de ojos inquietos, muy expresivos; muy
delgadita también, se viste algo más moderna que su mamá, aunque parece
algo "demodé". Es profesora de francés, trabaja mucho. Nunca faltó a las
citas con su madre; una vez a raíz de una demora se vio en aprietos
para asistir a una mesa de examen, prefirió llegar tarde antes que
dejarla sola, si bien la paciente estaba en condiciones de retornar al
hogar por sus medios sin problemas.
- Corro todo el día, yo también tomo algo, pero no tan fuerte...
- Qué tomas?...
-
Tranquinal, el de “5”, dos medios..., mis amigas todas toman Tranquinal
no sé qué pasa. El doctor me dijo que pare la máquina, que soy
acelerada. En las vacaciones dejé, pero después de lo que pasé con mi
mamá, y para peor que ya empecé con todo, volví...
Osvaldo F. Tiene
43 años. Más alto, de vientre prominente, morochón, algo calvo. Usa
ropa informal, pero con cierto aire desprejuiciado, pero sin elegancia.
Cuando habla resulta algo desagradable, tiene un tono candonguee barrial
algo excesivo. Al menos para mí. Es hipertenso. De esos que
definidamente se asumen como “nerviosos”. Ha venido “mandado” por su
mujer, que es paciente de una psicóloga con quien trabajamos en común.
- Si demoraba 5 minutos más me iba... - Pero Ud. sabía que lo iba a atender sobre el final, sin turno... - Claro, pero esto es cosa de mi mujer..., me cierran el super... - El super... -
Tengo que comprar vino tres cuartos..., tenemos un asado con los
muchachos del taller. Es la única alegría de la semana..., perdone pero
no la cambio por nada...
Tiene cifras muy altas. Está muy por
encima del peso. Le habían indicado enalapril hace varios años. No lo
toma regularmente. No se controla.
- Vea..., el Coto cierra a las diez...; cuénteme lo del asado... -
Somos tres no más. Tomamos unas botellas, esa vez sola no crea que soy
un borracho. Para Navidad sí me pasé... ahí sí...; vino mi viejo del
campo, no lo soporto, es un rompebolas, no es malo sabe?..., pero igual.
El se volvió casar con una vieja. Mi madre murió hace unos diez años.
Nos
despedimos. Hemos hablado de su hipertensión. El está seguro de que al
volver a casa, ya en el taller y el asado, “la tendrá normal”. Yo no
estoy tan seguro de que vuelva a verme, al menos por ahora. Aunque me
cuenta que un eco cardio grama “le dio mal..., tenía agrandado no sé
qué”. Y me pide una receta: “Trapá, así duermo”.
Luisa V. Es
una paciente de primera vez. Tiene 61 años. Cuenta que tuvo que cambiar
de prepaga por cuestiones de dinero; ha buscado una de menor costo.
- Me manda el doctor R., mi gastroenterólogo. Hace rato que me dijo que viniera a verlo.
- Ya no lo tengo al doctor. El no atiende por esta mutual...
Algo
desprolija, desmejorada de cara, sus ojos transmiten cierta ansiedad.
Relata un pasado de gastritis; le han hecho varias endoscopias, en
algunas han encontrado Helycobacter. Por una Displasia Mamaria no puede
hacer hormono terapia de reemplazo. No toleró el alendronato. También
tiene hipertensión.
- En realidad vengo para que alguien me
escuche. Soy depresiva desde hace tiempo. Ahora estoy en un pozo, de
nuevo. No tengo ganas de levantarme, me cuesta un Perú. En el día estoy
irritada. Recién a la tarde entro en calor, hago algo. Mi casa es un
despelote. Duermo mal.
Dice que esta separada. Pero que por
razones de dinero convive con su esposo. El duerme en un colchón en el
living desde hace varios años. La economía familiar se sostiene con un
negocito que funciona en la misma casa, con dificultades. Tienen dos
hijos varones; el mayor no estudia ni trabaja, permanece largas horas en
cama. El menor, estudiante de medicina, protesta por lo que entiende
como vagancia de su hermano. Toma dos tipos de benzodiacepinas:
lorazepam para dormir, alprazolam en el día. A veces 25 mg. de
amitriptilina en la noche. Su primer episodio depresivo data desde el
nacimiento de un hijo, fallecido al nacer, poco tiempo después del
primer parto y coincidiendo con la muerte de su madre.
- Y las
de los nervios para el estómago, con almuerzo y cena. Me gustaría que
vea a mi esposo. Yo digo que es él quien se debe tratar; lo mismo que
ese hijo...
Mi contribución esta planteada en los siguientes ejes:
La
clínica de la clínica cotidiana. Como una visión lo más abarcativa
posible de lo que sucede en el consultorio de todos los días. Tratando
de elaborar una clínica, con sus características, de la propia clínica.
Una perspectiva comprensiva del acontecer ordinario.
En el
concepto de escena. Entendiendo que en la consulta se desenvuelve una
dramática. Que como tal es un entramado de vidas en común;
interseccionadas, encastradas duramente, una con otras. Donde juegan los
afectos como determinantes fundamentales de un devenir histórico
social. Allí se hace inteligible la enfermedad.
Que esa escena
implica una narración. Un relato. Que ese relato puede adquirir
proporciones diferentes en su significación. Y por ende en lo que
podemos hacer. “Conocer es acción efectiva en la praxis del existir”
(Maturana). Vivimos según conocemos.
Qué no conocen el médico
(sí, el médico primero, “el burro adelante para que no se espante”...) y
el paciente sobre “Uso racional de psicofármacos”?
Lo primero en
ser desconocido, en tanto escindido, a modo de “para/realidad” (o sea,
otra realidad distinta, pero disociada de la llamada realidad), es de
que esto sucede.
De que estos pacientes no son meramente “mis
pacientes”. Una cosa excepcional. Sabemos aquello de que “los pueblos
tienen los gobernantes que se merecen...”. No creo que la expresión sea
absolutamente valedera. No puedo creer que el común de los argentinos
seamos tan malas personas. Tampoco puedo creer que mis pacientes, más mi
capacidad imaginativa para disfrazarlos un poco (mezclando datos de
diversos casos, para evitar problemas de índole ética), sean solo míos.
Yo creo que todos tienen estos pacientes. Y si cabe la expresión, fea
por cierto, pero a la que apelo para enfatizar, seguramente “mucho
peores”. Al menos a veces.
Entonces digo de la necesidad de
plantear en Medicina sobre el intento de enfocar racionalmente lo
irracional. A sabiendas de que como un alma en pena lo irracional
siempre esta infiltrando lo racional. La Medicina se desliza, y se
deslizará, siempre que se trate de un encuentro entre humanos, entre los
planos de la razón y la sin razón.
Por eso conviene aceptar la
irracionalidad desde el vamos. Y tratar de entenderla, de encauzarla si
se quiere. No para abolirla o controlarla. Tal vez para usar sus fuerzas
en un mejor sentido.
Este es un enorme problema. Donde resulta
ingenuo plantearse ciertas “normatividades” eficientistas. Roza
cuestiones culturales, socio económicas, de política, de educación. No
tenemos tiempo para eso ahora. Confío en el intercambio que pueda
generarse aquí, con la presencia de Ernesto y todos ustedes. Estaremos
en el camino de pensar. En buen camino.
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