Frenquelli unplugged / Clases Facultad de Psicología, UNR / 2017
Hacia una neuroanatomía del aparato mental (IV)
Hubo una
pregunta que hizo una compañera acerca de la biografía, manifestando que estaba
pérdida. Precisamente, además de lo específico de su pregunta, en las clases
teóricas uno va encontrando el discurso de la materia. Va encontrando el
idioma, la música de la materia. Entonces, va teniendo una orientación sobre lo
que se tiene que leer. Este año hasta ahora, tuvimos solamente tres clases. Si
ustedes leen las clases que hemos tenido hasta ahora, allí no sólo encontrarán
los textos, sino también qué hay que leer, cómo
hay que leer, qué hay que leer. Y
en ese sentido, pueden ir buscando lo que está en el libro Psicofisiología, en
algunas clases desgravadas y que nosotros tenemos publicadas. Estas clases son
“Los primeros años de vida”, un conjunto de clases del 2015 publicadas como
“Neuropsicología y Desarrollo” y otro opúsculo que son tres grandes libritos
que se llaman “Escritos dispersos”.[1]
Allí tienen mucho para orientarse. Sería un camino al revés de decir “lee
esto”, sino que uno vaya a buscar dentro de lo que hay. Ir a buscarlo, casi con
la idea de que hay una manera también de leer esta materia. Eso les permite por
allí descartar las cosas que ustedes ven disonantes. Así, si se encuentran con
un fárrago de palabrerío impresionante y ven que uno puede decir “éste no es
Frenquelli”, uno puede ver que si las cosas no están trabajadas de cierta
manera, apuntando a cierta dirección, se van a dar cuenta de que las cosas no
van. El alumno que está muy desorientado lee cualquier, pero esto pasa porque
tampoco ha escuchado mucho anteriormente. Y esto está en conexión con la
posible huelga de tiempo indeterminado, ya que en el caso de sucediese ustedes
pueden consultarnos y tienen este material a mano para acercarse a él.
Entonces,
yo les recomiendo una postura activa del estudiante. Si hay huelga, ustedes
estudian igualmente. Y si no saben que buscar, vienen a las clases y se van a dar cuenta de qué tienen que
buscar. Si ustedes vienen, acá ya les dije qué leer. Si se dan cuenta de cómo
encaro la materia, también se darán cuenta de que tienen que ir leyendo de la
materia. Si se encuentran con algo que tiene una música muy distinta, duden. Y
pregunten en ese caso, porque puede ser que haya un tramo de la materia que sea
de esas características, pero duden, porque en general esta materia es así. Es
una materia de intersección.
Por
eso dejé esta escritura aquí en el pizarrón del TIF anterior. El trabajo final
de la carrera. Entonces, leí:
Producción de Subjetividad
Constitución del Psiquismo
Autoconservación y autopreservación
del Yo
Contrato Narcisista
Esto
me puede servir para enganchar con esta clase que tiene que ver con la
neuroanatomía del aparato mental. Si voy a hablar de esto, tendré que decir
algo de estos temas.
Yo
les decía el otro día cuando hablaba de la percepción, que ésta tiene un primer
nivel de selección que ya está adaptado por las características del propio
aparato perceptual. La famosa historia de que el sistema nervioso copia a la
realidad, la toma tal cual, es una falacia. El sistema nervioso recorta la
realidad. El aparato mental que tiene su base en la estructura del sistema
nervioso, ya parte del puesto de que existe una delimitación del mundo
sensorial. No es todo el mundo. No entra todo a ese sistema nervioso. Él ya
viene preparado delimitando, como diciendo que “marca la cancha”. Por fuera de
este nivel de decibeles, nada que ver. Por fuera de este nivel de longitudes de
onda, nada que ver. Hay un estrechamiento de ese campo perceptual, desde los
propios receptores. Lo que hace que la cualidad esté en función de cómo está
realizado ese sistema de entrada.
Antes, cuando hablaba del ejemplo de lo que es
disonante, que es lo que te permite elegir un texto, ponía el ejemplo de que la
polarización del psiquismo no se produce como una operación instructiva, en la
cual las cosas entran desde afuera, se imponen desde afuera, sino que hay una
perturbación. El aparato neural es perturbado desde el exterior. El otro día yo
decía que el sistema nervioso tiene dos caras: una hacia las sensaciones externas
y otras hacia las que vienen del mundo interior. Estas últimas vienen desde la
intimidad tisular. El hambre, la sed, los ciclos de reproducción. Lo que baña
las células. La sangre que “baña” los tejidos tiene una concentración
determinada de oxígeno, glucosa, hormonas que ejercen sobre las células mismas
y los tejidos de forma elemental un cierto fondo de sensación, de presión.
Pensemos en el azúcar bajo. Ésta produce en los músculos una cierta
estimulación. Hay receptores de estas sustancias que producen una mala
sensación que cuando alcanzan los niveles cerebrales la persona puede decir,
maravillosamente, “tengo hambre.” Pero en este tránsito de esta estimulación
hasta la capacidad de decir que uno tiene hambre, hay una cantidad de niveles
estimulares que se van organizando, que van aguijoneando
al aparato neural, asiento del aparato psíquico, para llegar a producir esa
respuesta.
De manera que
hay una creciente estimulación desde el interior. Es de baja monta, pero
constante. Inversamente, las magnitudes estimulares del exterior son de montos
muy elevados. Por ejemplo, una explosión, la luz, el dolor, estímulos que
vienen desde afuera. Además, son esquivables. Uno puede cerrar los ojos,
taparse las orejas, correrse del frío o del calor. Puede de alguna manera
“esquivar” esos grandes montos sensoriales. Pero los cambios internos son
inesquivables. Esto es al intento de repetir un poco el punto donde dejamos el
otro día y decir alguna cosita más.
A donde quería
llegar es a otra característica, retomando el caso de qué sucede cuando uno va
a leer algo y ya tiene una idea de qué es lo que está buscando. Quería volver a
ese punto porque esto de la perturbación, y no la instrucción, quiere decir que
las cosas no entran como uno quiere por su casa. Las cosas pueden entrar muy
violentamente, desde el afuera. Hay un punto donde la violencia de las
sensaciones puede ingresar, pero en general esto no se produce. No pasa esto de
que la sensación entra como “Pedro por su casa”. Ya primariamente esto que
leíamos de constitución del psiquismo tiene que ver con este tema.
Ubiquémonos en
un bebé que va eligiendo ciertos estímulos. El mundo externo no se nos mete
como Pedro por su casa. Uno lo va armando
a Pedro. La percepción, inicialmente se impone, la sensopercepción, pero poco a
poco, el aparato neural, va transformándose en una suerte de lector. Por eso le
decía a ella [a quien le hizo la pregunta acerca de la bibliografía]: mira, si
vos escuchas la música, después vas a encontrar la música; vas a encontrar la
que no te parece también. Vas a ir de alguna manera eligiendo. Y entonces el
proceso sensoperceptivo va a ser de afuera hacia dentro, pero después será al
revés. Se produce una especie de ruptura de la pasividad del ingreso del a
información.
Desde muy
pequeñitos el aparato neural y el aparato psíquico, se van transformando en
activos. Van empezando a recortar los que les interesa de lo que no les
interesa. Yo les decía el otro día que, en el concepto de mosaico cortical dinámico, que es ese conjunto de áreas de
recepción de la información sensorial atravesadas por la emoción, se iban
estableciendo barreras antiestímulo. Y van armándose sitios donde la
información sensorial empieza a ser clasificada y de esa clasificación pasamos
a una cualificación. La música de Frenquelli no es la misma que la del libro de
Ruch Patton, por ejemplo. Si leen Neurofisiología de este autor se darán cuenta
que la música no es la mía. Esto no es propaganda política. Estoy poniendo un
ejemplo respondiendo a la pregunta de la compañera. Un poco se puede estar
desorientado porque no los han guiado, pero otro poco es porque tienen que
seguir leyendo. Entonces poco a poco se darán cuenta en sus barreras antiestímulo que hay una
organización que dice: esto sí, esto no. La barrera antiestímulo justamente,
algo pensado por Freud magistralmente, por eso siempre digo que él fue un gran
neuropsicólogo. Un neuropsicólogo profundo, porque apuntaba a la intimidad
de la subjetividad. Ésta [la barrera antiestímulo] está hecha para organizar el
mundo caótico que se le ofrece al recién nacido. Y que primero, está en la
superficie cortical el conocimiento de un color, por ejemplo, o de una forma o
una textura, hablando de visión. Rostro de la madre, la postura de los labios
en la sonrisa, la mirada, el color de la piel. Si pasamos a otros estímulos, el
olor, el timbre de la voz, las características de la entonación. Fíjense que
estamos hablando de diferentes estímulos, de diferentes magnitudes que se van
organizando en ese mosaico.
Ustedes, grandes, pueden
reconocer la piel y la temperatura de la mano de vuestro papá. Ustedes tocan
una mano y pueden decir “ésta es la mano de mi papá”. Son capaces de decirlo.
La temperatura, la textura de la piel, el tono muscular. Mi papá no agarra así
la mano, normalmente está distinto. Yo tengo absolutamente en claro que tengo
la huella memorizada de la mano de mi padre. Piénselo. ¿Ustedes no tienen
grabada la forma dar la mano de sus padres? O de sus madres. Esto es una forma
de organizar la percepción. Ya no depende solamente de la invasión del mundo
externo, sino de cómo se fueron organizando esas barreras antiestímulo, que
empezaron organizándose con los primeros elementos: color, forma, textura,
etcétera. Pero después fue teniendo un camino facilitado que une a una
imagen con otra (imagen, movimiento y afecto) y organizan una vivencia de satisfacción o vivencia del dolor. Un trazo facilitado
que quiere decir que ese recorrido neuronal que tiene un correlato
especial, facilitado, unido. La
posibilidad mía de reconocer las características de la mano de mi padre, sin
que por supuesto necesite verla. y pueda decir que así era, así me tomaba de la
mano, es un trazo facilitado. Y ahí es donde se van organizando los primeros
ladrillos de la constitución del psiquismo y la producción de subjetividad.
El sistema nervioso en vez de
ser pasivo o receptivo, es activo. El niño es un activo buscador de estímulos y
además es interesado. Como es interesado, empieza a clasificar el
mundo según sus intereses. Tiene iniciativa, elige, empieza a organizar el
mundo. No quiere decir que pueda elegir todo, es muy pequeño, vulnerable e
inerme. De todas formas, es importante que el adulto reconozca en el niño esa
característica singular, esa tendencia, que lo transforma en un humano en devenir. Nosotros así lo
llamamos, porque uno no es humano meramente porque nace en este género, sino
que es un humano en devenir. Y esto tiene que ver con esta cuestión de la
barrera estímulo, los procesos instructivos versus perturbacionales, de la
no-pasividad y la actividad. Los materiales vienen de afuera pero dentro de auto-organizan. Una palabra muy
preciada para la psicología contemporánea, tomada de las teorías del caos y la
informática. Auto-organización. El sistema nervioso se auto-organiza, es un
sistema abierto por su apertura informacional [y energética], depende de los
materiales exógenos que se van a montar sobre lo endógeno, de ese espacio
tisular que les comentaba. Si quieren decirlo en una metáfora que les podría
servir, los estímulos que vienen de la carne. La carne innominada, que no tiene
nombre, como alguien ha dicho que el bebé es una masa de carne. Pongámosle. Esa
“masa” está abierta y tendrá una cantidad de estímulos externos que se sumarán
a esa estimulación interna, básica, que está regida por el código genético y
resultará un humano en devenir.
Allí se arma
la subjetividad. Subjetividad que se auto-organiza, dicta sus propias leyes. Y
estas leyes de la percepción, la clasificación del mundo, lo que gusta y lo que
no, lo que sirve y lo que no sirve para entender la materia, se
auto-organiza. Esto no quiere decir que
el sistema nervioso sea solipsista, que esté cortado, y organice lo que se le
dé la gana. Se organiza un sistema que apunta de alguna manera, primero que
nada, a la autopreservación y autoconservación, que son básicas. La finalidad
de lo viviente en primer lugar en continuar siguiendo vivo. Un niñito viene
preparado para sostener sus constantes anatomofisiológicas para devenir humano.
Es la ley primera, mantener las constantes básicas de la identidad, si no,
desaparece. El bebé llora porque es el símbolo comunicacional que transforma la
respuesta ambiental. “Aquí estoy yo”. Junto con eso se va armando el recorte
perceptual, el recorte afectivo, etcétera. Hasta poder llegar a organizar narcisísticamente
el mundo.
[Alumno: Profesor, una pregunta. Hace
un rato habló de las barreras antiestímulo, de que cuando no están, primero hay
clasificación y luego cualificación. Supongo que es esto de que primero nos
vamos auto-organizando cuando somos chicos y eso es permitido por las barreras
antiestímulo. ¿Puede ser?]
Las
barreras antiestímulo van organizando el mundo. Freud lo piensa desde el
Proyecto. Si el estímulo es masivo aniquila al yo incipiente, digamos. Por
ejemplo, la percepción del hambre a medida que va haciendo modulada permite,
primero, cualificarla, segundo tener la experiencia memorizada de que en algún
momento y a través de cierta acción se consigue una respuesta favorable. La
vivencia de satisfacción hace que se organice un módulo por así decirlo, entre
imagen, movimiento y afecto, que haga reconocer la circunstancia. La capacidad
de espera está en función del registro memorizado de que cuando esto sucedió
una vez, después el circuito de displacer terminó de tal manera. Con la
aparición de una imagen, que puede ser el pecho, con el aroma, de un
aproximación a este. Que en ese momento no es pecho, quizás ni es pezón. Pero
empieza a conformarse un circuito.
Entonces, la expectativa ansiosa, empieza a
ser modulada por la aparición de determinadas señales de la realidad. Éstas
modulan, anticipan que el hambre va a ser sustituido por la saciedad. Allí se
empieza a constituir, en ese juego que se repite y se repite, las constantes
espacio-tiempo. Las cosas están primero muy lejos, después están más cerca. Y
sobre el espacio se construye el tiempo. Lo que está más allá, lo que está más
acá; lo que está lejos, lo que está cerca. Para lo que falta mucho y el ahora.
Sobre estas constases se desenvuelve el psiquismo. Esta teorización de
co-relato entre lo neuronal y lo psicológico tienen que ver con el crecimiento
del Yo, que no es el Yo de la autoconservación meramente, sino que implica un
crecimiento de estrategias. Pongamos un ejemplo. Si el chico cada vez que
siente hambre entra en una vivencia de dolor muy intensa, tiene un sufrimiento
muy grande, porque el mundo permanentemente se le transforma en hostil. Se
produce un fenómeno antieconómico muy grande, llora, se agita, etcétera. Su
preservación no es tan buena. Lo lleva al reclamo. Pero si eso es muy intenso y no logra incorporar la constante
espacio-tiempo, no logra ensamblar las facilitaciones que le permiten escuchar
que la madre le diga “Ya voy”, aunque no entienda qué quiere decir, sino que
está presente, y se calme con la voz. O con el movimiento preparatorio para el
amamantamiento. Eso implica una capacidad de espera. La capacidad de espera es
la madre del pensamiento.
La
preservación implica ya un crecimiento del Yo y una serie de estrategias. Por
eso es tan interesante la observación del bebé. Si él por ejemplo está
permanentemente entrando en un estado de displacer tiene un alto nivel de
sufrimiento. Habría que armonizarlo, modularlo. En esto la función materna es
fundamental, pero el niño también hace un doloroso camino de aprendizaje, en
este que yo llamé la base del pensamiento, que es la espera. Hay un tiempo, un
espacio, que lo separa de la satisfacción y se va dando el crecimiento del Yo
en conjunto a un mejor trato con la realidad. De todas maneras, si estas
barreras no se construyen, la realidad irrumpe violentamente en el psiquismo y
lo desorganiza. Esto es lo que Freud trabajó en Más allá del Principio del
Placer.
[Alumno: ¿Qué sería que lo
desorganiza?]
Lo desorganiza
en la medida de que el chico no tiene la capacidad de metabolizar del estímulo.
[Alumna: Por eso Freud dice que
cuando se superan esas barreras antiestímulo es cuando se produce el trauma.
Uno no está preparado para una situación así y es traumático.]
Claro.
Se produce un trauma que en ese caso sería un trauma desorganizante,
aniquilante. En ese sentido, Freud diferencia la angustia aniquilante de la
angustia neurótica, digamos, que es la angustia que prepara para la acción. Fíjense de dónde parte esto, en Freud estoy
hablando, del Proyecto. Si el bebé vive permanentemente en la vivencia de del
dolor y no la pude inhibir porque el dolor lo inunda el crecimiento mental y el
desarrollo del pensamiento no se da. Porque la intensidad del trauma lo supera,
lo aniquila. No aparece la angustia como señal para la posición a armar otra
cosa, la angustia más neurótica. Yo tengo un trabajo que se llama “A propósito
de las crisis de pánico”, que está en el libro Psicosomática, en colaboración
con otra autora y es un intento de explicación de estas famosas crisis de
pánico a partir del fracaso de la vida representacional. De lo que estamos
hablando. Cuando di mi clase para el cargo de profesor titular en 1989 hablé de
estas cosas y la diferencia de la angustia. Porque la angustia es constitutiva,
como lo es el trauma. La vida siempre es traumática. Lo que importa es si uno
desarrolla aptitud para procesar la situación traumática. No se puede vivir
atraumáticamente. Si no están dados estos peldaños, la realidad siempre es
traumática. Lo que está tratado en el Más Allá, es el trauma que aniquila.
[Alumna: Lo que no se puede
inscribir.]
Así
es, lo que no se puede inscribir. Lo que no está inscripto y entonces no se
puede procesar. Ahí hay un modo de entender esto.
[Alumno: ¿Entonces se podría
entender que en un principio todos los estímulos son traumáticos y depende de
las barreras de estímulo de tener la aptitud generar una vivencia de
satisfacción?]
Dicho
así sí. Por lo menos es lo que quiero transmitir. El niño llega al mundo con un
dispositivo muy fuerte, en verdad. Si no uno sucumbiría en el primer día de
vida. El bebé viene muy preparado para sobrevivir. De hecho, que una de las
cosas con las que viene es con la madre. Está previo. La madre así como el bebé
viene con estímulos que le permiten avisar de su hambre, por ejemplo, del frío,
etcétera, la mamá tiene inclusive una condición desde los niveles tisulares
para la asistencia del niño.
[Alumno: Eso es adquirido. No
tiene nada que ver con instintivo.]
Sí,
pero, también quería referirme precisamente a esto. El sistema hormonal de la
mujer, en general, favorece la tendencia a la maternidad. Lo que vos quieres
decir como adquirido, está bien, y yo coincido de que hay una gran
participación de esto, por ejemplo, del deseo de maternar. Se ha hablado mucho
de si existe un instinto maternal y hoy en día es muy combatida esa idea, sobre
todo desde el ángulo de la problemática de género. Podríamos hablar de una
tendencia o deseo de hijo de maternidad, que sería diferente al sexo genético
de los progenitores. Es un tema que viene mucho de la rama de esta problemática
de género. De todas maneras, la biología pura de la mujer, los niveles de
estrógeno, la prolactina, los cambios estructurales que se producen, la
afirmación de las mamas, la producción de la oxitocina, hormona que tiene influencia en la leche, parecería
que algo tiene. No estaría hablando de un instinto maternal así en el aire,
sino de que la preparación para el embarazo, sostener el embarazo, el
desarrollo del parto. La vivencia de éste y de dar de mamar. Esto algo debe
inscribir en la organización psíquica de la madre.
Acá
hay un tema al que me lleva la clase y voy a tratar de no esquivarlo. Hay una
famosa idea que dice que la anatomía es destino. La respuesta es no, pero
también es sí. A los hombres no nos queda más remedio que aceptar que hay en el
mundo otras personas que son las mujeres. Y que ellas sienten cosas que
nosotros nunca vamos a sentir. Yo soy de esa idea. Así como ellas a lo mejor no
sentirán otras. Pero cuando uno está al lado de una mujer y la acompaña, y ver
cómo tiene cambios físicos en los pechos, como el color del pezón, el
agrandamiento de la mama, cómo se mueve, o cuando amamanta cómo expulsa la
leche. Y uno se pregunta, ¿qué sentirá? Y ella seguro siente algo y esto algo
tiene que influir en la organización de estas vivencias y en la maternidad. No
quiere decir que el hombre no pueda tener algo de lo maternal, pero yo pienso
que la anatomía influye. ¿Cuánto, profesor? No sé, treinta y cinco por ciento,
o lo dejamos en un veinticuatro. Pero tener un niño dentro de sí, llevarlo y
traerlo nueve meses, amamantarlo o no, seguramente influye. De última de lo que
se trata en la crianza es de que uno
pueda reconocer al niño como un ser distinto y no como una parte de uno. Entonces,
cada uno con lo suyo. Pero yo pienso, tomando esto del instinto maternal, que
la mujer no puede ser distinta de los otros animales, cómo cuidan a la cría,
cómo organizan al nido, cómo proveen cuidados, etcétera.
Aquí
sí hay un punto eje de esta materia, y una cosa es decir sí esto es adquirido y
esto es estructural. ¡Pero otra cosa es decir que no tiene nada que ver el
cuerpo en estas cuestiones! Yo creo que algo tiene que ver. Fíjense que no lo
digo de una postura anatomista, sino desde la postura de un hombre que se
detiene a observar el milagro de lo que es una mujer. ¿Tienen idea de lo que es
tener un niño dentro de sí? ¿Cómo será? Algo tienen que sentir. Yo pienso que
no estoy abogando desde una cuestión positivista, sino diciendo que esto es
distinto.
[Alumno: Con respecto a la
palabra instinto, si uno hablara de
instinto es como, o al menos como lo entiendo yo, de que no habría alternativa.
Tomándolo como capacidad. El hombre no puede llevar a otro dentro de sí.]
No,
no. Cuando hablo de instinto, te diría de qué animal vamos a hablar. Una cosa
es una cucaracha y otra es un hombre. Esto es lo copio a Lorenz, el más grande
etólogo de la historia del conocimiento hasta hoy. Él dice de qué animal
hablamos. Si uno habla de una araña, o una abeja. El instinto en el humano
sufre una torsión. Un perro, si vos tienes
uno, te das cuenta de que no es un perro salvaje. Tiene cosas, pero está
ambientalizado. Lo que quiero decir es que el hombre el instinto no es tan
mecánico.
[Alumno: Yo lo pensaba en
relación a la vida, en relación al suicidio.]
Bueno,
el suicidio. La misma pulsión de muerte puede ser entendida como una torsión
del instinto. Una de las cosas que nosotros trabajas es esto. Decir que la
simbología contradice a la biología, o el psicoanálisis contradice a la
biología profundamente, es una chicana sostenida mecánicamente. Primero nadie
sabe bien qué es el suicidio. Sí se puede decir que es un atentado contra la
autoconservación. Pero también se puede decir otras cosas sobre el suicidio y
de la pulsión de muerte, precisamente porque en el hombre existe esta
posibilidad de elegir, o de armar otros conjuntos si no queremos usar elegir,
ya que ésta es una palabra que yo use hoy por simplificar el discurso cuando
decía que a medida que uno modula la percepción, elige. Podríamos decir que más
que elegir, que supone la libertad de elegir, prefiere o se familiariza con
algo. Lo que quiero decir es que la posibilidad de “familiarizarse” con el
suicidio tiene que ver con el aparato neural del hombre que puede sostener
semejante decisión. Por eso los animales no se suicidan. No hay ningún animal
que se le ocurra hacer eso.
Tomemos
el heroísmo que es otra forma de suicido, ya que éste reúne tres
características. Es el mejor, es el más joven y más bello y se tiene que morir.
Es Aquiles. Para poder entrar en el contrato narcisista hay que tener cabeza.
Imaginar semejante cosa. Cuando una mujer o un hombre se tiran de un décimo
piso, en el vuelo, uno no puede menos que imaginarse el contrato narcisista.
Hasta se puede imaginar, que esta persona piensa que no se va a morir. Y eso es
porque tiene cabeza y puede hacer una torsión
lo que nosotros llamamos instinto. Es un lindo tema. El hombre se
suicida porque tiene con qué.
[Alumno: Yo tengo una pregunta,
volviendo a la parte de la organización, me hizo mucho ruido cómo funciona el aparato en los sueños. Me
llamó bastante la atención cómo el aparato sensoperceptual, gracias a las
barreras antiestímulo, hace un recorte del mundo. ¿Qué relación función tiene
el aparato neuronal y cómo funciona el aparato psíquico para formar el sueño?
Porque según lo que entiendo, según el lineamiento planteado, el sueño también
se auto-organiza, o se organiza, según los mecanismos que tienen tanto el aparato
neuronal como el aparato psíquico.]
El
sueño tiene varios niveles de comprensión. En primer lugar, hay algo
inesquivable que es que el sueño es un sueño contado. Entonces, nosotros
podemos pensar acerca del sueño en la producción onírica, imagenológica, y suponer que el sueño en sí mismo es una
producción que después al ser contada adquiere determinada proporción. Sería
algo como decir que la elaboración secundaria es lo más determinante del sueño.
Con lo cual, lo neurofisiológico quedaría en un nivel de necesidad, porque si
uno no sueña en imágenes después no las puede contar. Pero podría llegar al
punto de decir que es un residuo que después fue organizado en el lenguaje y en
u vínculo donde el sueño es contado dejando por fuera la producción onírica.
Ésa sería una postura que algunos, por lo que veo, suelen tomar. La otra
postura es que a través del estudio de pacientes con lesiones cerebrales, donde
las lesiones fueron tales que por supuesto anulan esta región cerebral que está
a cargo de la toma de decisiones y de acción, no sueñan. Y que el motor del
sueño parecería ser el lóbulo frontal, asiento del direccionamiento de la
acción. Con lo cual, los neuropsicoanalistas sostienen que las tesis freudianas
se corroboran en el funcionamiento neural en el sentido de que el sueño no es
meramente una función secundaria, sino que hay un trabajo del sueño que sigue
esta regresión que Freud plantea en la Interpretación de los Sueños, una
regresión tópica, formal y temporal, de regreso a formas más primarias de
expresión. Los neuropsicoanalistas se
aventuran a tomar una correlación entre el sueño y el aparato neural. Podemos
retomar esto más adelante.
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