A propósito de la “carga horaria”, los trabajos de observación y la formación

 


Acerca de la condición de Alumno “Libre”

A propósito de la “carga horaria”, los trabajos de observación y la formación

 

Prof. Dr. Roberto C. Frenquelli

 

 

La condición de “libre” forma parte de las antiguas y honrosas tradiciones universitarias. La presente nota busca desarrollar algunas ideas en torno a esta temática, tan cara a lo mejor de nuestra Universidad Nacional, en relación a ciertas situaciones que se vienen dando en el desarrollo de las últimas cursadas.

 

Antes, me refiero a los años 2008 y tal vez 2009, nunca habíamos tenido pedidos por parte de Estudiantes que cursaban la materia  solicitando la vigencia de trabajos de observación realizados en años anteriores cuando no habían alcanzado la condición de “Regulares”.

 

Tal vez el inicio de todo esto fue a partir de ciertos casos donde se habían “caído” – adjetivo tan feúcho de nuestros días, usado cuando se quiere decir “pérdida de vigencia” – las regularidades obtenidas más allá de los seis años que impone la reglamentación imperante. Justamente esos Estudiantes, que deben rendir en condición de “libres”, nos suelen solicitar se les permita presentar en el Examen Final aquellos trabajos.

 

A posteriori, comenzaron a llegarnos pedidos de Estudiantes dispuestos a completar la materia, asistiendo a los Trabajos Prácticos y rindiendo sus Parciales, que han cursado parcialmente en otros años. Nos solicitan el reconocimiento de las observaciones realizadas en otros momentos.

 

Debemos admitir que ido dando distinto tipo de respuestas. La vida de una cátedra, de la facultad y la universidad toda es cambiante. Nos exige, de momento a momento, pensar nuevas situaciones. Que emergen, muchas veces, no solo en la dinámica esperada de todo hecho viviente, sino también en medio de cuestiones vinculadas a la precariedad de estos tiempos.

 

Es muy complicado enseñar y aprender en la actualidad. No solo está el propio obstáculo de los conocimientos.

 

Nadie ignora que todo conocimiento está siempre vinculado a lo histórico social, a lo político. Nadie ignora que nada existe fuera de las circunstancias. No estamos hablando de un conocimiento “puro, esencial”.

 

Estamos hablando de conocimientos elementales, básicos. Esos que son el abecé de toda formación. A ese obstáculo nos estamos refiriendo. No estamos buscando “despolitizar” nada. No estamos buscando escamotear, autoritariamente, nada de nada.

 

Decimos esto por que frecuentemente suele confundirse nuestro dominio, la Biología, con la corriente del Positivismo. Y desde allí, efecto “chicle” mediante, tras pocas palabras, tenemos en pocos instantes armado contra nosotros un fantástico “cliché”. Supuestamente, desde el “discurso médico”, venimos otra vez a la carga con reaccionarias banderas.

 

Nada de eso. Por este motivo buscamos hoy, antes que nada, definir qué entendemos por Alumno “Libre”. Con  mayúsculas. Por que “Libre” significa, tal vez debería decir “significaba”, aquella condición que permite a cualquier ciudadano universitario cursar una carrera desde un espacio que él mismo puede construir, siempre bajo el paraguas general de un Plan de Estudios determinado. Sin estar prendido a ninguna combinatoria ni petitorios especiales. Cumple con lo solicitado en el programa y listo.  

 

Así fue como la mayor parte de los Abogados rosarinos, al menos hasta los fines de la década del sesenta, lograron sus diplomas en Santa Fé. Viajaban para rendir. Estudiaban en sus casas, aquí en Rosario. A veces asistían a alguna clase en Santa Fé, donde es la residencia de la Facultad que depende de la Universidad Nacional del Litoral. En Rosario no había tal posibilidad; todavía no había sido creada la Universidad Nacional de Rosario.  

 

Otra definición de un “Libre” es, simplemente, majestuosamente diríamos, aquella condición que le permite a cada quien el acceso al conocimiento desde aquel lugar que olímpicamente se le dé en sus  reales. Al menos en sus ganas al partir.

 

En cambio, el Alumno “Regular”, elige un camino prediseñado. En el supuesto que es un derrotero armado por especialistas en el tema, con el asesoramiento de las autoridades académicas del ámbito en el que se desarrollan sus estudios. Incluyendo, por supuesto, a las Comisiones de Asuntos Académicos de los Consejos Directivos, cuando de Facultades se trata.

 

Los casos que enfrentamos no tienen estas propiedades. Se trata de Estudiantes que no han podido asistir a los Trabajos Prácticos con la frecuencia necesaria, que no han aprobado parciales. O bien, lisa y llanamente, que han decidido cursar la materia en dos años. Incluso nos han llegado pedidos de Estudiantes que no han rendido Estructura Biológica del Sujeto I, tanto por no haberla aprobado en los finales como por no haberla cursado totalmente. Lo hacen con el criterio de “ir adelantando”.  En otros casos aducen problemas de tiempo, de coordinación de sus estrategias de estudio, etc.

 

Estamos tentados en pensar a estos Estudiantes como “libres”, con minúsculas. No es una falta de respeto ni una ironía. Nos parece que son el emergente de una situación que debe tener múltiples determinantes. Como siempre. La realidad no es monodimensional.

 

Decimos esto por que se habla de una “carga horaria excesiva” de nuestra materia. La palabra “carga” tiene una connotación mecanicista que se las trae. No es que tenga  especial inquina con el término. Pero desde ya, lo aclaramos de entrada, no queremos “cargar” a nadie.

 

Vamos a partir de un criterio elemental. Como tal, debe responder a lo que conocemos como Principio de Realidad. También, allí cerca, de lo que conocemos como Proceso Secundario. La carga horaria de un Jardín de Infantes, tras el período de adaptación de los primeros meses para el caso de los recién ingresantes, es de unas veinte horas semanales. Es sabido que el Jardín habilita para el ingreso al nivel Inicial de la Educación Universal, Pública,  Gratuita y Laica. Esa tan preciada perla de nuestra esencia nacional, que nace con el insigne Sarmiento. La Ley 1420, de 1884. Nuestros Estudiantes están muy lejos de las veinte horas de un jardincito, menos si es privado, pago y confesional.

 

La idea de los “módulos”, de los “talleres teórico prácticos” y de otras denominaciones “ad hoc” nació en las postrimerías de los años 80, cuando los apretados fondos para la Educación llevaron a un empeoramiento de su calidad. No hay tal cosa como “carga horaria excesiva”.

 

Lo que ha sucedido es la naturalización, vamos a usar esta bendita palabra tan proclamada en nuestro tiempo, de la precariedad. Las Facultades, en cierta manera, se han transformado en lugares de paso. No solo ha sucedido una paulatina despoblación del claustro de docentes, donde muchos fugaron a instituciones y consultorios privados ya por aquellos años que acabo de mencionar. También se han despoblado las Clases Teóricas, esos extraordinarios sitios donde uno puede tomar modelos de pensamiento, de capacidad de análisis y desempeño discursivo. Las Clases Teóricas no solo cayeron por la pobreza. También han caído por la pobreza de ideas, sobre todo cuando se las compara con modelos paternalistas y de escaso nivel de interacción. Aunque nos reciten  salmos de un supuesta “complejidad”, “autogestión” y de no sabe cuántas bondades de las “nuevas pedagogías”. Craso error.

 

Craso error, no solamente por el valor en si mismo de los Teóricos. Si no también por que los teóricos siempre deben ir acompañados por las labores prácticas. Por los Trabajos Prácticos.

 

Y los Prácticos, más allá de sesudas intelecciones sobre Práctica y Teoría, nada despreciables para nosotros, son – antes que nada – “prácticos”. Es decir, momentos de aplicación a la realidad que busca entenderse.

 

La Psicología, no puede entenderse de otra manera, es una Disciplina que se ocupa de Hechos. La única disciplina formal es la Matemática. No hay otra. Todas las otras Disciplinas son Fácticas. Por eso son importantes los Trabajos Prácticos.

 

En estos años los Prácticos se transformaron en “mini Teóricos”. No hay ningún problema con el prefijo “mini”. No se trata, vale aclararlo de nuevo, de ninguna clase de ironía. Decimos “mini” por que los Prácticos se convirtieron en momentos donde los Estudiantes buscan armar algún esquema de los conocimientos básicos de la materia, al tiempo que intentan aprobar un cierto número de parciales que los lleven a la regularidad.

 

La imposibilidad de contar con espacios físicos, al menos en gran medida, ha sido el gran adversario de los Teóricos. Que son el sitio indicado para seguir las líneas fundamentales de una materia. Para conocer los objetivos, la orientación general, la bibliografía. Para escuchar a los docentes que se supone con mayor atesoramiento de conocimientos. Para preguntar, para discutir. Hasta hace unos años, una de las distinciones más preciadas para un Jefe de Trabajos Prácticos o un Adscripto era brindar un Teórico. Ahora el tema se ha solucionado jocosamente. Cada Jefe de Trabajos Prácticos puede dar “su teórico”.

 

Los verdaderos Prácticos son para momentos distintos. Son para acceder a lo vivencial, a las explicaciones “familiares”, para el contacto más personalizado con las temáticas. Para aprender sobre herramientas posibles, no solo para la aprehensión de las temáticas, si no también para “aprender a pensar”, para incorporar elementos discretos útiles para la acción profesional.

 

Nuestra Cátedra siempre ha pensado en los Prácticos. No solo por lo que venimos diciendo, acerca de su condición idealmente planteada. También por ser coherentes con la realidad que nos toca vivir. Esa realidad de la pobreza, de la precariedad. Los Estudiantes asisten, mayoritariamente, solo a los Trabajos Prácticos. Tienen, entonces, solo dos horas semanales para aprender una materia. Una “carga horaria”, que ahora si lo vamos a decir sin ambages, es una verdadera “cargada”.

 

Esta es una afirmación fuerte. Sabemos que nos estamos costeando, una vez más, cierta  antipatía. No “queda bien” decirlo. No es “políticamente correcto”. Dos horas semanales para una materia es muy poco. Sobre todo cuando tenemos Comisiones multitudinarias, escaso equipamiento, falta de material de estudio y tantas otras cosas.

 

Vamos a reconocerlo rápido. Muchas veces sobra entusiasmo, sobra entereza, sobra capacidad. Pero no es el caso contentarnos con esto.

 

Vamos ahora al grano. Al tema de los “libres” en nuestra materia. Para hacer los Trabajos de Observación, que no son otra cosa que un tipo especial de Práctico, es conveniente tener un mínimo pasaje por las cuestiones epistemológicas, metodológicas y teóricas elementales de la materia. No es posible atender al Tono Muscular sin saber más o menos de qué se trata, de sus bases anátomo funcionales. No podemos pensar en la Intersubjetividad sin conocer sobre aspectos de la Teoría de Evolución, del rol del gesto, de la mímica facial, del valor de supervivencia de las Emociones.

 

Entonces, cursar los Trabajos de Observación sin conocer los mínimos fundamentos de nuestra materia es demasiado complicado. Se corre el riesgo de confundir la actividad con un trámite.

 

Nosotros creemos ya hay suficiente “de trámite” en la Carrera. No sólo en la nuestra. La mayor  parte de los Estudiantes van siendo excluidos de las “casas de estudio”. Hay niveles distintos, claro está. Algunos abandonan. Otros esperan cumplir con todas las reglamentaciones para acceder al título. Para después ir a depositarse, pasiva y obligadamente, en los sitios donde “dan formación”.  Esa pléyade de propuestas que aparecen en las lustrosas revistas de propaganda que graciosamente circulan por aquí y por allá. “Siempre fue así”, nos dirá alguno. Lo sabemos. Pero eso no significa que estemos de acuerdo.

 

Nosotros creemos que debemos mejorar nuestra labor educativa. Para eso, no queremos que quede duda alguna, estamos abiertos al debate, a escuchar. Pronto tendremos una oportunidad, el congreso sobre formación del Psicólogo. Será una actividad para abrir perspectivas? O será una actividad “políticamente correcta”, muy centrada, cerrada, en la admiración a algún personaje?  Mientras estas dudas se van dilucidando, sigamos con lo nuestro.

 

Creemos que cursar nuestra materia, aún no teniendo los parciales aprobados, asistiendo a los Prácticos, donde se cuenta con un Docente que puede transmitir las nociones elementales, es necesario para afirmarse en los Trabajos de Observación. Por eso estamos pidiendo que los Alumnos libres se mantengan en el cursado. No es “cursar doblemente”. Es cursar. Simplemente, si uno quiere lograr algo, adquirir un conocimiento debe respetar lo básico, tal como decíamos al comienzo.

 

Los alumnos que llamamos “libres”, con minúscula, que no son ni mejores ni peores que los “Libres” con mayúscula, deben tratar de entender estas ideas. Nosotros, a nuestro tiempo, trataremos de entender todo lo que se nos argumente. Pensaremos, como siempre lo hicimos, acerca de nuestro rol, de nuestras responsabilidades.

 

Después de todo, la idea de la Libertad – si en algo se emparenta esta noción filosófica tan controvertida - con los “Libres y los  libres” - siempre tendrá que ver con la búsqueda inacabada de la Verdad Transitoria, inmersos en un consenso de respeto por los demás y, fundamentalmente, por nosotros mismos.

 

Entendemos que no es posible cursar un Trabajo de Observación sin conocer, mínimamente, los fundamentos de nuestra materia. Todo lo demás, incluyendo la propia Cátedra es materia opinable. No nos negamos a este debate.

 

Lo que no es negociable es el sentido común. Base de todo intento de salir de las formas más arcaicas del Pensamiento. Una cuota elemental de racionalidad se impone. Siempre. Lo demás es complemente accesorio.  

 

Esta Editorial busca insertarse en el diálogo productivo. Para eso, entendemos que es menester trasformar un hecho, una emergencia, como lo son estos pedidos de validez de los Trabajos de Observación realizados en años anteriores al definitivo cursado de la materia, en un problema. Los problemas tienen solución. Lo que no tiene solución son las situaciones dilemáticas, sobre todo cuando se tornan rígidos corsés.

 

Nosotros creemos que hay que estar más tiempo en la Facultad. Que su espacio no es meramente el espacio físico. Que el espacio de la Facultad, el verdadero, es el espacio humano. Este es un principio de la Lógica de lo Viviente. El espacio, el ambiente, antes que nada es el Humano. Allí deben preponderar las ideas encarnadas en una praxis concordante. Es posible que pronto tengamos un Edificio. Viene creciendo lindo, con buenas formas. Nos gusta. Pero tendremos que poblarlo con Acciones lúcidas.

 

Nosotros creemos que los Trabajos de Observación son una gran instancia para el Aprendizaje Genuino. Puede ser discutible. No nos asustamos. Lo que no es discutible, ya lo hemos dicho y aquí terminamos por ahora, es que no podemos seguir haciendo “trámites” y “carreras sin obstáculos”. El Aprender, necesariamente junto al Enseñar, siempre supone obstáculos.

 

Sarmiento y tantos otros pensaron la Educación Gratuita. Lo que no es gratis es el Título Profesional. Lo mismo que la condición de Docente. Hay que ganársela como el pan de cada día. Creemos que todo el mundo conoce esta última afirmación. Tal vez no haría falta mencionarla. Solo queremos recordárnosla a nosotros mismos. Y a quien quiera escucharnos y compartir. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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