De locos bajitos (I)


 

ISSN 2422 7358

 

De locos bajitos (I)

Ya con un añito y perfilándose lo que se viene…

 

Profesor Doctor Roberto Frenquelli

 

Por no recurrir a la vieja fórmula, “his majesty…, diremos ahora que nuestro aventurado, nuestro “loco bajito”, ya camina por todos los rincones de la casa o sitio que se le ofrezca. Lo hace con total descuido, nada le resulta peligroso, nada le resulta imposible. Su índice indica todo, esto y aquello, por doquier. Y hasta allí trata de llegar, si puede lo hará con su todavía vacilante paso, aumentando su base de sustentación con una ligera apertura de sus piecitos hacia afuera, mientras mueve sus manitas buscando sostenerse en el aire, con gesto de algarabía; “eeeh…eeeh…jhaa…jhaa”, va presuroso musitando con ligera sonrisa.

 Y si no puede llegar por sus propios medios, hará propios los medios de los otros, a los que les pedirá de modo casi irresistible ser llevado en brazos, para llegar hasta el sitio elegido; al que apunta con su índice, tan pequeño y gracioso como majestuosamente asertivo.

Ahora también tiene una nueva herramienta, que usa simultáneamente con sus desplazamientos. Es su lenguaje de estos tiempos. “Eeyee…” es ése, también allá o acá; lo mismo que “aaahhjaa…”, “eeehhjjee”, “kihhjj…”. Expresiones que evidencian sus progresos en el analizador motor verbal y el consiguiente uso del aparato fonador, sino también  claramente sus deseos; tanto, que si no los logra, tiene en su poder un cierto llanto acompañado de algunas contorsiones y promisorios intentos de zapateo. Son los berrinches que ya se venían insinuando llegados justo ahora quedarse más o menos para siempre en su carácter.

Nuestro niño ha alcanzado un buen nivel intersubjetivo. Sabe bastante bien, diría que casi como experto en ciertos casos,  qué desea. También sabe a quién reclamarle, cómo hacerlo, algo menos cuándo hacerlo. Nunca dejó de estar en un lugar prominente; pero ahora, sin dudas, busca ocupar su lugar con plena (pre)potencia y sentimiento de derecho.

Atrás han quedado el gorgeo, el canturreo y el trino de los primeros meses. Distintos tipos de llanto se van consolidando. Podemos interpretar su llanto de dolor, su llanto de tristeza, su llanto de sueño, de llanto de oposición. La pragmática del mensaje está casi perfectamente delineada. Qué duda cabe que el famoso latiguillo aquel  que reza “el niño es bañado por lenguaje de la madre” es una tontería forzada por el ánimo idealista del estructuralismo a ultranza? El bebé también baña de lenguaje a su madre, su padre y si fuera el caso, a diosmaríasantísima también. El bebé no es pasivo receptivo como alguna vez se supuso; es bien activo y generador. La trama semiótica se co construye entre él y sus asistentes; la sintáctica y semántica no son tan importantes a esta altura de los acontecimientos. Y tal vez nunca.

La pulsión de dominio está en la cresta de ola. A veces  ríe y llora casi al unísono; muestra ostensible de que está apercibido de alguna especial pugna con el adulto. Lo que media entre afectos tan disímiles no es otra cosa que la distancia con sus objetivos: un vaso de cristal que está sobre la mesa, ser levantado de su sillita de comer, que se le entregue un celular de varios miles de pesos para que lo manipule, lo que sea. Todo le resulta territorio a conquistar, incluyendo a sí mismo. Con esos objetos, seguramente, van las personas, él mismo. Un magma donde poseer, poder contar con eso otro, a la vez ser todo eso, se juega al unísono.

Nada más cierto que aquello de Serrat…

 

Esos locos bajitos que se incorporan
con los ojos abiertos de par en par,
sin respeto al horario ni a las costumbres
y a los que, por su bien, hay que domesticar.


Cierto lo de “locos bajitos”! Los niños son como “locos”, eso mismo que quedará anidado en los pliegues de su psiquismo, por siempre dispuesto a salir más o menos evidentemente de sus sitiales de domesticación. Domesticados en el sentido de haber ingresado a la Cultura, esa misma tan necesaria para la humanización como responsable de nuestro malestar. Esa domesticación que implica reconocer el Principio de Realidad, como mejor camino para el Placer. Cruzar por la cebra del sendero peatonal es la manera más segura de llegar hasta el kiosco de la vereda de enfrente aunque resulte el camino más largo hacia los preciados chocolatines. Es cuando el Placer se difunde en  la Realidad, esquivando el Más allá…

Esta es la dolorosa tarea fundamental: la de enfrentar el narcisismo del niño espejado en el de los padres. Una ida y vuelta, bien recursiva, que nos marca a todos para siempre. Los padres también somos como “locos”, a veces somos directamente locos, sin comillas claro. No en vano el hombre es el animal neoténico por antonomasia. Neotenia un término que significa la capacidad de mantener a lo largo del desarrollo las propiedades infantiles, disimuladas hasta encontrar el momento de expresarse. Bien nos vale a todos entonces:

 

Niño, deja ya de joder con la pelota.
Niño, que eso no se dice,
que eso no se hace,
que eso no se toca.

 

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