Las preguntas de mi amiga Ana María G. / Un intento de comentario a “Forma, Sustancia y Diferencia” de Gregory Bateson

 


Las preguntas de mi amiga Ana María G.

Un intento de comentario a “Forma, Sustancia y Diferencia” de Gregory Bateson

 

Profesor Roberto C. Frenquelli

Clase del jueves 11 de mayo

 

“Si lo que uno trata de explicar es determinada conducta, por ejemplo, la locomoción de un ciego, entonces será necesario tomar en cuenta la calle, el bastón, el hombre, la calle, el bastón, y así sucesivamente una y otra vez”

Gregory Bateson, “Forma, sustancia y diferencia”

 

 

Es bastante raro que alguien lea lo que escribimos. Y en el supuesto de que esto suceda, es mucho más raro aún que alcancemos a recibir algún comentario. Esta es casi una constante de nuestra vida académica y profesional. No sé si esto cambiará en el futuro. Al menos en los próximos cien años. Cuando me refiero a “comentario” me refiero a eso, a “co-mentar”; es decir, dialogar, pensar, discutir juntos. La pregunta, desde luego, es también una gran forma de los comentarios posibles. Ya se sabe, quien pregunta, sabe parte de la respuesta.

 

No quiero quedarme en lamentaciones, menos ser ingrato. A mi no me va tan mal en este sentido. Además de los Estudiantes, que más o menos inteligentemente van aprendiendo aquello de “correr a los locos por donde disparan”, tengo un grupo de amistades a los que les envío mis trabajos. Muchos de ellos los leen…, y recibo sus comentarios. En esta ocasión, tomando mi primera clase,  me referiré dos preguntas que me hace Ana María G., que es una Psicóloga. Ella me dice “…me resulta más complicado entender, según vos lo explicas, como dices, que lo inanimado es viviente…, y esto de la estimulación si no tiene con qué responder”.

 

He puesto “estímulo”, con comillas. Es un intento de relativizar este concepto. Lo mismo que “respuesta”. He dicho que tanto una como otra palabra son descripciones, desde cierto tipo de Observador. Posiblemente de un Observador “objetivista”, escindido del fenómeno, que no se incluye en el fenómeno a observar. Ya veremos que quiero decir con esto.

 

Sabemos que nuestra capacidad de recibir ondas sonoras se mueve dentro de ciertos límites. Lo mismo pasa con las ondas lumínicas. Cualquiera tiene la experiencia de nuestro perro, Hook en mi caso, que para las orejas mucho antes que nosotros, en señal de alerta de algo; es allí cuando nosotros nos ponemos alertas. Sus orejas paradas, su mirada atenta, nos ponen en la pista de alguna noticia. Noticia, esta es la palabra. Qué tipo de noticia, que tipo de novedad?.  Hook ha entrado en contacto con alguna entidad, que con su emisión sonora, inaudible para mi persona. Hook se ha anoticiado de una diferencia. Una diferencia a un cambio, entre un tiempo uno y un tiempo dos, que ha activado a un receptor. A eso llamamos “estímulo”. Las orejas paradas de mi amigo han hecho lo propio sobre mi mismo.

 

“Estímulo” no es un aguijonazo, la aplicación más o menos brutal de una energía sobre algo o alguien. Tampoco “respuesta” es una devolución, simple y llana, pasiva y aburrida, sobre el entorno. Conviene pensar, aún desde las unidades de más baja complejidad, pensemos en una ameba, en el circuito del reflejo fotomotor de nuestros ojos, por ejemplo. Para percatarse, para poder ser perturbados por los sucesos, por el cambio, que ha establecido la diferencia, la información, los receptores tienen que tener cierta capacidad de lectura. Nuestra captación sensorial, la posible por nuestros órganos de los sentidos, implica ya un primer de lectura, un primer nivel de significación. Ya tenemos allí, en la membrana de la ameba, en la retina de nuestro ojo, un primer nivel de codificación y decodificación.

 

Nosotros estamos muy acostumbrados a las explicaciones de orden mecanicista, fisicalista. A un mundo de causa – efecto, lineal. No es así lo que enseña la Bio – lógica. No se trata de impactos, de golpes, como los que suceden en el billar. No se trata de un intercambio de Energías. En esta manera de ver, la relación energética en juego es diferente. En este mundo, que no es el de las Ciencias Exactas, la nada, el cero, puede ser una causa. Si Ustedes no estudian, no aprobarán los parciales, quedarán libres. Tanto ustedes como nosotros, los docentes, obtenemos siempre Energía del desayuno, del almuerzo o la cena. Pero esa Energía, indispensable para sostener nuestra Estructura, no ha sido la responsable del aplazo. Ha sido el “cero estudio” el que ha generado la más o menos airada respuesta del docente.

 

Necesitamos dos entidades para producir la novedad, la diferencia. La creación de información. Que ha sido creada en relación, entre unidades de procesamiento; cerebros, tal vez computadoras. Todo esto vale, desde nuestra perspectiva, para las actitudes corporales, para las expresiones verbales, para los ritos, las emociones o los sentimientos. La experiencia y la estructura en una comunión estricta. Es lo que nos hace decir que el Aprendizaje no es un proceso instructivo, donde algo “entra como por un tubo”  del emisor “A” al receptor “B”. Es lo que nos hace decir que la  Estructura es Inmanente a la Relación.

Es lo que nos hace decir que la Biología que nosotros tratamos de enseñar no tiene nada que ver con aquello del “Estímulo – Respuesta”, como operación rutinaria, elemental. Desvitalizada. La vida es un intercambio constante de mensajes, de mayor o menor porte de significación. De mayor o menor porte de estilización.

 

La “cosa en sí”, la “ding an sich”, no puede entrar nunca en un proceso de intercambio, de comunicación. Los receptores sensoriales no pueden aceptarla, no la tienen en cuenta. Desde los receptores, en adelante, todo nuestro Sistema Nervioso, procesa estos cambios, los elige, si ustedes quieren. Son esos recortes, esos hechos, los que constituyen la información. La Energía del desayuno o cualquier otra comida, contenida en ciertos compuestos químicos, como el ATP, es la permite la actividad. Pero su sentido, aquello que hizo la diferencia, estaba ya a la espera, ínsita, en la trama neuronal donde asientan las Representaciones. En este punto, Schopenhauer no estaba de acuerdo totalmente con Kant en el sentido de que la “ding an sich”, la realidad última, pudiera existir más allá de la experiencia.

 

Yo conozco muy poco de Filosofía. Mis incursiones por sus dominios son de alguna manera algo temerarias. Lo que me induce no es puro arrojo ni soberbia. Es la intención, lícita y potencialmente productiva, de ligar los simples hechos de la vida, de lo Biológico,  a conceptos muy abstractos, buscando producir expansiones de sentido. A mi criterio, la mayor parte de los académicos que conozco por estos lares, cuando aluden a la Biología lo hacen desde estereotipos tan simplistas que solo puede entendérseles  pensando que no se han tomado,  siquiera mínimamente, el trabajo de estudiar alguna cosa sobre Neurofisiología. Son precisamente ellos, vale la paradoja, lo más parecido no a mi Hook, si no a los perros de Pavlov. De los que de muy mala manera hablan con sorna; una vez escuché decirles que se trataba de perros “castos”. Pues ya se sabe que esos perros habían condicionado a los propios investigadores. De eso se dieron cuenta algunos, aquella vez que en medio de una broma, donde uno de los laboratoristas había quitado el badajo de la campana, los animales salivaron lo mismo. Estos habían hecho otro “camino neuronal”; pudo entenderse que para ellos el “estímulo” era que los hombres se acercaran a la campana, no el sonido. Los que parecen estar muy  condicionados, como en el caso de estos investigadores, no son los perros. Son esos profesores, que “ladran” ni bien escuchan Biología. Enseguida la unen al capitalismo salvaje, al darwinismo social, al nunca bien ponderado positivismo, al modelo médico hegemónico, a la “psiquiatrización” y el manicomialismo , a la policía, a la gripe aviar y otras conspiraciones.

 

En realidad, el condicionamiento no tiene nada de malo. Sin lo que este concepto representa, ni más ni menos la palmaria demostración de la unión indisoluble entre el cerebro y el ambiente, ni yo podría estar escribiendo, ni ustedes leyendo. El condicionamiento es una cuestión de elecciones dentro de una secuencia, de un contexto. El problema no es el condicionamiento. El problema es qué hacer con los automatismos adquiridos, por la fijación a los condicionamientos logrados. En definitiva, a quedar “pegado” a esos automatismos. El condicionamiento no es otra cosa que una descripción en el plano neurofisiológico, como  dije antes, de una manera de pautar dentro de una sucesión de eventos. El condicionamiento no es otra cosa que un cambio. En algún momento volveré sobre los tipos de cambios. Mientras tanto, en defensa de los perros, diré que no sé si eran o no “castos”, vaya uno a saberlo. Algunos principios éticos que he logrado incorporar me hacen ser bastante prudente con la vida de los demás. Lo que si se es que son bastante inteligentes, sobre todo en el caso de Hook y los demás perros de este barrio donde vivo. Hay que ser poco perspicaz para advertir cómo se las arreglan, cómo modifican bastante los hechos, sobre todo los adversos.

 

Es ese modo particular de pautar, de conectar las secuencias, de manera interactiva, lo que determina la Estructura. La Estructura no antecede a la experiencia, no es algo preformado sobre la cual irá el Sujeto a alojarse. No es la armadura estable y oculta de la Naturaleza Humana. Una Naturaleza que se une a la Cultura, una coyuntura que está bajo la contingencia. Que es cambiante, interactiva. Por eso, afortunadamente para mi, la pregunta de Ana María G. vino a modificar mi “dinámica de estado”, que estaba a la espera, para producir este escrito que seguramente no es el mismo que podría haber nacido de no haber mediado sus preguntas. Es lo que nos hace decir que el Aprendizaje es una perturbación, no una  instrucción. Una perturbación, una agitación de la situación vigente hasta que se produce ese maravilloso momento del “click”. El momento en que se produce otra síntesis, otra asociación, una novedad. Lo que llamamos creación. Lo que nos permite, de tanto en tanto, hacerle honor a nuestra denominación de Humanos. Nuestro cerebro es un gran tramitador, desde el filtrado de los “estímulos” por los órganos de los sentidos – que como quedó dicho ya implican un primer nivel de lectura - , hasta el pasaje por las diferentes transformaciones que van conformando nuestro mundo percibido. Transformaciones que en una secuencia deseable significan – resignifican – significan – resignifican … . “Estímulo y Respuesta”, como “Inputs y Outputs”, como “Entradas y Salidas”, son sinonimias; son modos de puntuar secuencias desde una exterioridad, como “Sensorial y Motor”. Nosotros preferimos entenderlas como un proceso unitario, de indistinción, productor – producto; como una idea de causaciones circulares. Desde lo que algunos llaman recursividad. Lo difícil es sentirse incluído en esa idea. Sería bueno volver sobre esto.

 

Queda pendiente lo vinculado a lo inorgánico. Podemos pensar que el sodio, el cloro, el carbono o el oxígeno, para mencionar alguno de los elementos, tienen su capacidad de combinatoria, sus valencias. La sorprende Tabla Periódica de los Elementos Químicos, aquella que nos legara Dmitri Ivánovich Mendeléiev, no es otra cosa que un maravilloso alfabeto. Un gran código, con su maravillosa distribución, presto a generar una gramática, con su semántica, su sintáctica y su pragmática. La de la marcha evolutiva de la Vida, aquella que comenzó con el Big Ban. Una gramática primero mineral, luego vegetal, luego animal. La misma que se aloja en la Estructura molecular de nuestro cerebro para parir nuestra Subjetividad. La estructura cerebral tiene un orden, lo que llamamos un patrón. Una configuración, una conformación, que puede reconfigurarse, reconformarse. Gramática neuronal que nos pone de cara a la estabilidad y al cambio. Es lo que nos decir aquello de la “consustancialización del cerebro con el ser”. Somos siempre los mismos, somos siempre distintos. La Diferencia, la Información, palabras que no son muy distintas de Idea, se alojan en la trama sináptica.  Pasible de transformaciones al compás de los encuentros con el Ambiente. Son los encuentros entre “Espíritu y Naturaleza”.

 

Desde la Tabla Periódica hasta las abstracciones mayores, como pensar en Kant, todo es un conjunto de Relaciones. Una construcción de sentido, aquello que nos hace repetir que la Realidad es la trama de las significaciones compartidas. Por medio de constantes mensajes, intercambios. Desde el sodio hasta la noción de Forma, Sustancia y Diferencia que han estado presentes a todo lo largo de esta clase. Lo que es decir, de igual modo, que siempre he estado buscando procesar con el pensamiento de Gregory Bateson. Tomando este trabajo que pueden encontrar en “Pasos hacia una Ecología de la Mente”. Es precisamente su Epistemología la que hace estallar la idea del “Observador impoluto, prescindente”. La que nos pone en el camino de la llamada Cibernética de Segundo Orden, la del Observador implicado en el fenómeno observado, la de los Sistemas Observantes. El perro que observaba al observador mientras es observado.  Pero este es otro tema. Que espera nuevas preguntas.

 

 

 

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