Neuropsicología profunda, desarrollo y psicoanálisis / Los tres modelos de la mente en la obra de Sigmund Freud
Neuropsicología profunda, desarrollo y psicoanálisis
Los tres modelos de la mente en la obra de Sigmund Freud
Prof. Dr. Roberto C. Frenquelli
Bueno, mi nombre lo conocen. Soy Frenquelli. Y esta es la trigésimo cuarta clase inaugural que doy en mi vida, acá en la Facultad. Y también es la última que doy. Porque muy pronto me voy a jubilar. Y me va a suceder la profesora Laura Peirano, la profesora adjunta que tengo desde hace unos años.
Como les decía, treinta y cuatro año en esta casa. Y con todo el proceso a cuestas, todo lo que fue sucediendo con la Carrera. Venimos de una materia que era conocida como Biológica II, “Anatomía y Psicofisiología”. Ahora ha perdido un poco ese sello, pero por muchos años hemos tenido. Con ese rótulo. Por razones de como nosotros orientábamos la materia, cuando vino la reforma del plan de estudio 2014-2015, nos encomendaron “Neuropsicología y Psicología del desarrollo”. La elección en nosotros recayó en la afinidad temática que teníamos. Históricamente hablando, cuando recibí la materia en 1984, era el espacio de una materia que se llamaba “Anatomía y fisiología del sistema nervioso y endocrino”. Nosotros la transformamos en una psicofisiología, en una materia más dinámica, más enganchada con los contenidos de la carrera. Y entonces, en ese programa antiguo, incluimos las etapas de la vida. Lo hicimos de una manera donde los procesos psicológicos básicos, también los superiores, como el caso del lenguaje, podían estudiarse en dichas etapas. Era una manera de hacer la materia más apetitosa, más práctica y bien ligada a la práctica profesional del psicólogo. Y así dispusimos nuestros famosos trabajos de observación del bebé, del adolescente y del adulto. A raíz de que nos ocupábamos de las etapas de la vida, que nos ocupábamos de los procesos psicológicos, de cómo se producen los procesos psicológicos superiores, nos encomendaron la materia.
Es decir, “Neuropsicología y Psicología del desarrollo”, estaba implícita en “Psicofisiología”. Cuando hubo que armar el plan de estudios, con todos los avatares que eso tuvo, nosotros pasamos a denominarnos de esta manera. Como eran muy grandes la cantidad de temas que teníamos que desarrollar, le pasamos algunos temas a la Biológica I, como por ejemplo, toda la anatomía del sistema nervioso. Por lo menos los elementos básicos, de la histología y fisiología del sistema nervioso (sinapsis, neurotransmisión y características anatómicas básicas). Porque de otro modo hubiéramos quedado muy exigidos, máxime con una carga teórica distinta y más fuerte.
¿Por qué les cuesto esto? Un poco para que sepan de dónde viene esta materia. Que de por sí, contiene algunas palabras extrañas para ustedes. Que han llegado hasta el tercer año. La palabra neuropsicología puede sonarles un poco extraña. Y la palabra desarrollo, si bien es una palabra muy común del lenguaje coloquial, también puede tener alguna duda sobre qué quiere decir. No sólo qué quiere decir, si no, qué valor tiene, etcétera. Ésta es una cuestión, llamémosle teórica, epistemológica de la materia. Ustedes pueden leer muchos trabajos que tenemos sobre ese tema. En la página web hay dos; uno se llama “El affaire Coneau y la importancia de la biología en la carrera de psicología” y otro se llama “Neuropsicología profunda como un nexo con la psicología del desarrollo”. Son de mi autoría mía, junto a la Profesora Peirano. Son más que nada artículos de contextualización histórica y también epistémica, sobre la importancia de la materia, por lo menos para nuestra manera de entender. Lo otro que les dije recién es muy importante, porque si biológica I no alcanza a meterlos en la histofisiología básica del sistema nervioso, quedan un poco tecleando para esta materia. Para poder tener una cierta facilidad tendrían que repasar ese capítulo. Es una bolilla entera, la tiene el Profesor Audisio en su programa.
De ahí que, para decirles cuál es mi parecer acerca de cómo podrían ingresar a estudiar esta materia, además de hablarlo con el jefe de trabajo prácticos, para mi gusto leer dos textos en este primer cuatrimestre casi los pondría a salvo de mayores problemas. Yo me voy a permitir recomendárselos. Uno es el libro de Azcoaga, “Aprendizaje fisiológico y pedagógico”, sobre todo las primeras partes hasta que de alguna manera esté la mitad del año transcurrida, después habría que leerlo todo al libro. Es un libro pequeño, de editorial El Ateneo. Es un libro fácil, que está escrito para estudiantes de psicología, fonoaudiología, kinesiología; de manera que no tiene una escrita obtusa, tiene algunos diagramas, se puede leer bien. Azcoaga, a propósito, es el padre fundador de la neuropsicología argentina, un gran estudioso del lenguaje, un autor que pueden seguir en otros textos que tiene cuando deseen profundizar.
El otro libro que pueden leer es el que he escrito se llama “Psicofisiología”. Donde está descripto el sistema nervioso a modo de lo que necesita un estudiante de psicología. Es un libro que traba los conocimientos de raigambre biológica con la psicología. Si leen estos dos textos van a ver que la terminología siempre apunta a lo psicológico, el nivel de mayor complejidad del comportamiento humano. Se dice que el mayor nivel de complejidad del comportamiento es el psicológico-social. Pero se traen desde las bases biológicas. Yo me animaría a decirles que manejando esos dos textos pueden terminar bastante bien el año, haciendo los trabajos de observación y ampliando con algunas clases, algún texto, algún libro de los que hay dando vueltas por ahí. Vayan leyendo de a si pueden leer de un libro, mejor. Y si se pueden comprar un libro, mejor aún. En tiempo de dificultades económicas, en tiempos de pobreza, como los que estamos viviendo, la peor pobreza que puede haber es la del espíritu. Los sistemas capitalistas lo que más atacan es al espíritu. No poder comprar un libro es un ataque al pensamiento.
En definitiva, aprender conceptos básicos de neuropsicología es una introducción al psicodiagnóstico, materia que ustedes van a tener más adelante, y que les va a permitir evaluar tanto a un niño, como a un adolescente, adulto o adulto mayor, en función del rendimiento que tiene toda su posibilidad de pensamiento expresada en funciones como las gnosias, praxias y el lenguaje. Por ejemplo, si un chico puede reconocer un color, un objeto, una forma, si puede armar una pirámide de cubos o no, o si va desarrollando su actitud para el lenguaje. Las funciones neuropsicológicas de un niño se reflejan en lo que entendemos como “esperable” para su desarrollo. Cuando hablo de lo esperable no estoy diciendo que uno deba guiarse por una tabla inexorable, rígida, acerca de lo que puede hacer un chico en una determinada edad Pero sí una aproximación. ¿Cuáles son las facultades, a las performances a las que puede acceder en determinado momento? No tomamos el desarrollo como una cosa mecánica, lo tomamos desde un punto de vista singular. Pero dentro de él siempre hay algo más o menos universal. Por ejemplo, un chico camina más o menos al cumplir un año. Si cumplido este tiempo, no camina, alguna cosa puede estar sucediendo.
Conviene que sepan que neuropsicología y psicología del desarrollo están en esta materia por la razón que apunté: en el plan ’84 fueron abolidas del programa. Nosotros teníamos el “privilegio” de ser la única carrera del país y del mundo, que no tenía neuropsicología y psicología del desarrollo. En Rosario somos – dramáticamente - “muy singulares”. En cualquier otro lugar, neuropsicología y psicología del desarrollo equivalen a tres materias: infancia, adolescencia y tercera edad. Por ejemplo, en la UBA, que tiene un plan de materias troncales y materias electivas. Nosotros tenemos un plan que no tiene materias troncales, son todas necesarias para recibirse. Vale que sepan que vamos a darles una especie de orientación general. Y tal vez, en un futuro, a lo mejor dentro de veinte años, se divida esta materia, ganando más horas.
Nosotros habíamos alojado en nuestro interior parte de estos temas, por eso hemos sido designados. Teníamos clara convicción de su valor, de la necesidad de ofrecerlos. Pero conviene saber que es mucho para un año. Hay poco tiempo. Y entonces…, hay que leer. Elegir todos los días algún libro, ponerse a “noviar” con algún texto.
Voy a tratar de desarrollar un tema que me parece que les puede servir, tratando de integrar neuropsicología y psicología del desarrollo con el sistema nervioso, su estructura y funciones. Probablemente me tome algunas clases. El interés sería tratar de integrar conceptos elementales del sistema nervioso y la psicología del desarrollo, considerando las con las funciones psicológicas. Una especie de contraseña para ingresar a la materia. El título general de estas clases “Hacia una neuroanatomía del aparato mental”. Ustedes ven que propongo algo que alguien podría considerar “un casamiento”, no solamente raro, entre disciplinas aparentemente disímiles. Sin embargo mi idea es que esto no solamente es posible, sino absolutamente fundamentada. Y necesaria. Toda mi vida en la facultad traté de girar sobre este tema. Mi libro “Psicofisiología” versa sobre ese tema. Ahora quiero volver a ver, junto a ustedes. Tal vez dando alguna otra vuelta.
- A esta altura, alguien quiere hacer alguna pregunta?
Alumno: Yo tengo una pregunta, sin sacarlo mucho de la temática, ¿por qué en Rosario hasta el cambio de plan de estudio no estaba Neuropsicología y Psicología del Desarrollo? ¿Cuáles fueron los motivos?
Es una pregunta de carácter político-académico y exigiría una respuesta muy larga. En parte, está contestada en “Affaire Coneau…” y en “Neuropsicología profunda como un nexo con la psicología del desarrollo”. También está en casi todas las clases que he dado y escrito. A veces entre líneas, a veces no, más directamente. Una clase que me gusta mucho se llama “El sentido de la bio-lógica”. Lógica tomada como “lógica de viviente”. El subtítulo de esa clase es ¿Qué tiene la biología para decirnos sobre la vida?
En el 84’ resultó la salida del oscurantismo que se había impuesto en la facultad de los militares. La facultad de psicología se había transformado en un antro de la reacción de la mayor pobreza intelectual posible. Ya no meramente de lo que podía ser una derecha culta, sino de una derecha muy empobrecida. De la raigambre de ese señor, que aparece cada tanto en programas que revisan aquellos tiempos, como el tristemente célebre Juan Manuel Tato; un censor público que llegó a decir: “Mi objetivo este año es prohibir doscientas películas”. Una pobreza terrible, con un poder horroroso. La facultad de los militares era más o menos de esa cabeza. En esos tiempos el mundo psicoanalítico extrauniversitario se empezó a mover (un mundo donde Buenos Aires-París son un eje histórico, en cierta pugna con Londres, con toda la escuela inglesa). Toda la cuestión de Lacan y el “retorno a Freud” tomaron fuerza en un intento de revitalizar las bases del psicoanálisis, que se sentían muy anquilosadas y ritualizadas. La gente, que estaba muy ávida de un respiro de libertad, se prendió a personas como Sciarreta o Masotta. Masotta era un crítico literario, un hombre culto, que se analizó con Pichon Riviere (que no tenía nada que ver con Lacan, salvo que se había encontrado en él en Francia). La tradición oral cuenta que Pichon Riviere vino a Buenos Aires y le dijo a Sciarreta: “Vea, Sciarreta, acá tengo los libros de Lacan, que yo no voy a leer.” Sciarreta empezó a verlos, Masotta también empezó a leer. Y eso fue tomado furiosamente, con gran entusiasmo, por la gente más joven que quería desenvolverse en el psicoanálisis. Lacan tiene una fuerte postura crítica con la biología y la ciencia. Y entonces, la biología quedó pegada a ese espíritu adverso. Incluso con lecturas antojadizas de Freud (que termina su vida pensando que disciplina forma parte de las ciencias naturales). Lacan tiene un concepto de “ciencia” que es de su propiedad, respetable por cierto. Pero que no es precisamente el de Freud.
Conclusión, en el ’84, se dio una lucha política por quienes manejarían la universidad. Rosario era la facultad más desmantelada, con más gente perseguida desde el ’74. Donde ya estaba metido la punta de esta “vuelta a Freud” lacaniana. Acá en Rosario existió una institución a la que rindo homenaje, el CEP, el Centro de Estudios Psicoanalíticos, que antes de la dictadura militar ya estaba en esa corriente, de la mano de Sciarreta y otros analistas enfrentados a la Asociación de Psicoanálisis Argentina. Sciarreta venía a Rosario, al CEP, junto a Marie Langer, Emilio Rodrigué, los García Reynoso, un jovencísimo Juan Carlos Volnovich. Tuve la suerte de asistir, como colado, a algunas clases inolvidables. Eran los sábados, en el aula de Psiquiatría del Agudo Ávila. Era una época de oro, cabalgando entre los tiempos de Onganía y los del Proceso.
Finalmente, con la llegada de Alfonsín y el radicalismo, la facultad quedó en manos de profesionales mayormente de orientación lacaniana. Los de la escuela inglesa quedaron bastante radiados, “perdieron”. Tramitaron tratando de quedar hasta el último momento. Los profesores del viejo tronco de la facultad, de los tiempos iniciales, tiraban más a la escuela inglesa, también a lo que algunos llaman “escuela argentina”. No es que estas orientaciones fueran mucho más benignas con la Biología, pero, justo es decirlo, eran como “tolerantes”, de corte “clásico”.
Sin embargo, Ovide Menin, a quien rindo homenaje, un hombre bastante equilibrado y conocedor, le dio lugar a las biológicas. Y Gloria Annoni, que fue la primera decana normalizadora también. Las defendieron a capa y espada. Porque eran personas con sentido común, que es el menos común de los sentidos. En la repartija de las materias a nadie le interesaba la neuropsicología y la psicología del desarrollo. La psicología del desarrollo porque se la veía anquilosada, mecanicista, lineal, con falta de desarrollo formativo de los docentes. Y neuropsicología en esa época estaba en manos de los psiquiatras, por lo cual… no tenían buena prensa. Por más que quien daba neuropsicología con el nombre de “psicología general” (antes de las intervenciones), fue un santo benefactor de esta facultad, el profesor Tramontín. Un hombre sumamente culto, de los primeros que escribió en Rosario sobre la problemática del psicoanálisis.
Bueno, por eso no se dieron. No salieron favorecidas en el reparto. Entonces, el resultado es que ustedes tienen cinco o seis epistemologías. Lo que me ha llevado a decir, para recibir bastante palazos, que en Rosario hay “más epistemólogos que psicólogos”, parafraseando aquello que “en el ejército hay más generales que soldados”. Para mí, para decirlo en pocas palabras, el fenómeno de por qué en Rosario no tuvimos esas dos materias fue debido a un fenómeno histórico, político y en gran parte de la actualidad. Como debe ser, diría alguien, no sin ironía. Pero lástima que estuviera bastante ligado a una coyuntura donde el fanatismo, ese pariente de la ignorancia, tuvo mucho que ver.
Bueno. Justamente, para empezar vengo con este tema de la neuroanatomía y el aparato mental. Es un título muy provocador. Yo he sido muy provocador, pero intentando serlo en el mejor de los sentidos. Me gustan las discusiones. Muchas veces no se pueden dar demasiado. Por eso he escrito bastante. Escribir ordena ideas, deja un testimonio que puede dar lugar a controversias sanas. Sanas no significa benévolas, “blandas”. Sanas significa que son hechas con voluntad de conocer, al menos intentarlo, qué cosa piensa el otro. Algo que no se da en los ambientes donde predominan las posturas extremas, esas que caracterice antes.
El título “Hacia una neuroanatomía del aparato mental”, en realidad, lo he extraído de un psicoanalista inglés que se llama Mark Solms, que tiene un libro que se llama “Neuropsicoanálisis”. Que he traducido, está en la biblioteca de la facultad en una traducción casera.
En 1939 en el “Esquema del psicoanálisis”, obra póstuma de Freud, empieza diciéndonos que tenemos por un lado la evidencia empírica del sistema nervioso y por otra mano los procesos psicológicos, conscientes e inconscientes. Y que no hay ninguna duda de estas dos polaridades. ¿Qué puede haber que los una?, se pregunta. Él dice que esto es un problema. Lo cierto es, la incontrastable evidencia de que nosotros portamos un sistema nervioso y algo tendrá que ver con los procesos psicológicos. Y ahí Freud hace una incursión en cuestiones metodológicas y de comparación con los procedimientos de la física. Tanto uno como el otro polo se basan en última instancia en modelizaciones. En intentar construir eslabones que permitan relacionar partes tratando de distinguir las funciones de una manera u otra. Este es el mismo método de la física. Este trabajo, estas ideas de Freud han sido tomadas como las “del Freud del positivismo”; pero lo que yo creo leer en ese trabajo es que la mente se puede modelizar, como también puede modelizarse el sistema nervioso. Él dice muy inteligentemente que si uno puede cortar la masa encefálica, la mira, la examina, la diseca, la separa, tampoco llega a ninguna conclusión y tiene que hacer alguna lógica inferencial relacional para decir algo sobre eso. Se construye, de alguna manera, algún grado de modelización para poder entender. Y cuando Freud establece sus modelos de la mente, hace algo parecido.
Freud tiene tres modelos de la mente. Uno es el modelo del “Proyecto”, de 1895; otro, el de “La Interpretación de los Sueños”, de 1900; y tiene el del “Yo y el Ello”, de 1923. Es conveniente que lean detenidamente esos trabajos. En el “Proyecto” van a encontrar un Freud totalmente desconocido por el lenguaje que emplea. Yo he leído muchas veces este trabajo antes de entrar a la Facultad. Con psicólogos, en grupos de estudio. A ellos no les gustaba. Porque tiene un lenguaje de un Freud todavía muy ligado a la escritura de la neurología. Como es el mismo caso de su libro sobre de las afasias, que se considera un texto pre psicoanalítico. Habla de neuronas, corteza de cerebral, vías, energía; en fin, es farragoso leerlo sin ayuda. Por supuesto ha habido interpretaciones de que allí en vez de hablar de neurona se puede hablar de representación, etcétera. De modo que hay una forma de darle una vuelta a ese primer modelo. De todas formas, es un modelo que Freud no dejó nunca. Y lo sostuvo hasta su muerte. Y sobre todo le da mucha importancia en “Más allá del principio de placer”.
El modelo de la mente de Freud en el “Proyecto” es un modelo inhibitorio, es un modelo de freno de algunas reacciones que podían implicar descargas en el vacío, etcétera. A través de una famosa modelización que llamó la Vivencia de Satisfacción. Es un modelo de carga y descarga de una imagen; la descarga, que sería la acción, está acotada por lo que después será el Principio de Realidad. Esa postergación evita la descarga en el vacío, la alucinación. Es una garantía para el logro de la “acción específica”, el encuentro con el objeto adecuado a los fines equilibratorios, al fin del displacer en el sistema perceptual (que en el texto se denomina con la letra griega “omega”.
En el segundo modelo, el de “La Interpretación de los Sueños”, que seguramente ustedes han estudiado, tenemos el polo motor y el polo sensorial, también llamado polo perceptual. Que ustedes lo ven en el famoso esquema del peine, que tiene intercaladas las huellas de la memoria, donde encontramos entre la percepción y la acción, las huellas mnémicas (huellas de memoria); además de una serie de mecanismos donde se va introduciendo la noción de inconsciente, con sus leyes propias. A nivel del preconsciente, que incluye todo aquello que no está de momento en la Conciencia, pero que es pasible de ser recordado a simple requerimiento de la atención. Atención, que por otra parte, Freud liga al preconsciente, en tanto provee la capacidad de “sobrecatectizar”, de cargar al objeto en pos de incluirlo en el flujo del pensamiento, donde es necesaria la “Prueba de Realidad”.
Ése es un modelo que también tiene mucho de neuropsicológico. En la medida que este modelo, este esquema “del peine”, si es dado vuelta, nos hace acordar mucho al esquema del “aparato del lenguaje” del libro de “Las afasias” de 1891. La palabra leída, escuchada y la palabra producida en el lenguaje, donde encontramos también ambos polos, sensorial y motor. Uno puede preguntarse si el “aparato psíquico” es también el “aparato del lenguaje”.
S M
Desde este esquema se pueden desarrollar conceptos como los de Identidad de Percepción e Identidad de Pensamiento, ajustados a los polos sensorial – en el caso de la primera - , al polo motor – en el caso de la segunda -, estableciendo diferencias entre lo que es semejante de lo que es más discriminado, diferente.
Lo mismo pasa con los conceptos de Representación Cosa y Representación Palabra. Las primeras como complejos de imagen (predominantemente visuales), acción y emoción; las segundas, donde la palabra (obviamente vinculada a lo acústico) recubre a las anteriores, las “nombra”, permitiendo la postergación de la acción (también la reactivación de los trazos memorizados en las Huellas Mnémicas, que se asocia con todo derecho a la citada “Prueba de Realidad). La Censura, justamente, opera en la zona del Preconsciente - Consciente. Las palabras cualifican, dan una señal acerca de la presencia del objeto, de la conveniencia de la acción ajustando la acción. Hay toda una teoría del pensamiento, del juicio, de tramitación a partir de lo más profundo del inconsciente, mientras donde se van imponiendo transformaciones que van ligando las Representaciones entre sí hasta lo motor.
Freud siempre pensó estos modelos desde las ideas de Meynert, más bien de Jackson. Dos grandes maestros de la Neurología de su época. Considerando el modelo del arco reflejo, que no es otra cosa que una tramitación sensorio motriz. Esto no implica simpleza ni mecanicismo. El cerebro humano logra trabajar en una “red de procesamiento multidimensional”, donde el encadenamiento de arcos reflejos es de enorme magnitud. La intimidad tisular, que asienta en el cuerpo, es la base donde asienta el Instinto, fuente “energética” que da origen a toda la dinámica, con su recorrido tópico, con sus consecuencias económicas. Con lo que estoy señalando las tres condiciones básicas de lo que entendemos como metapsicología. La metapsicología freudiana tiene base biológica, sin dudas. Esto está asentada en su obra, desde el “Proyecto” hasta “La interpretación de los sueños”. Esto no quiere decir que Freud sea “biologista”. Lo psíquico, que tiene que ver con la cualidad, la diferencia, resulta en un orden de consecuencias de dicha complejización implícita en el concepto de “redes neurales”. Por supuesto que Freud no usa este término, aunque podríamos pensarlo como explicitado en el “Proyecto”. Pero da muy poco trabajo comprender que está hablando siempre en términos de estos conceptos. Donde lo psíquico resulta una emergencia de la materia organizada.
En “Los dos principios del suceder psíquico”, si bien también antes, en otros trabajos, establece que la Percepción está ligada a la Conciencia. Usa la anotación Pc Cc, Percepción Conciencia. Que en algunos casos extiende también al Preconsciente, anotando Pcs Cc. Siempre ubicó este sistema en la periferia del aparato neuronal, con la misión de establecer la realidad de la presencia del objeto, aunque no solamente. La Pcs Cc también indica la correspondencia de ese objeto con el representado en los sistemas de memoria. Incluso, con la posibilidad de reactivar esas mismas huellas. Por eso, en “La negación”, aparece la famosa frase donde cita que “el encuentro con el objeto es más bien un re encuentro”, donde claramente privilegia las constelaciones subjetivas, donde las Representaciones están siempre ligadas al Afecto. Es la catexis, la reactivación de esas imágenes, las que llevarán al aparato a “buscarlas” en la realidad. Po eso es absolutamente cierto, por lo menos en el caso del hombre, que vemos de “adentro para afuera”, no tanto de “afuera para adentro”.
En “El Yo y Ello”, sucede lo mismo, aunque con las particularidades propias de este texto, donde expone, finalmente, su tercer modelo, conocido como “estructural”. El Yo (“que hunde profundamente sus raíces en el Ello”), tiene en la parte superior del conocido esquema, localizado a la izquierda (tal como sucede con las áreas de Wernicke y Broca), el sistema perceptual consciente, que envía una señal al interior del cuerpo merced a una pequeña descarga motora, índice de la cualidad, de la constatación del objeto en la realidad. El sistema Pcs Cs. Para Freud, esta función del Yo, de carácter fundamental, la Percepción Conciencia, está ligada, como ya he dicho al Lenguaje. Donde la Representación Cosa queda subsumida en la Representación Palabra. Lo mismo que la Identidad de Percepción en la Identidad de Pensamiento.
A propósito de las Huellas Mnémicas, asiento de la Memoria, materialmente dispuesta en las asociaciones de neuronas (como estableció Hebb, modernamente, con su expresión “neurons which fire togheter, wire togheter”), no son meras “copias”, como fotografías de lo real. Las Hm, como se suele anotarlas, siempre implican lo subjetivo, en tanto surgidas en “contextos” donde lo relacional vincular, bañado por la emoción, es básico. Al menos en el hombre. Por eso cuando se habla, debería decir cuando “mal se habla” de los animales, debería tenerse en cuenta de “De qué animal estamos hablando?”. No es lo mismo el cerebro de un mosquito que el de un humano. O al menos debería resultar diferente. Muchos de nuestros críticos, mal que les pese, tienen en este aspecto un “cerebro de mosquito”. Hablar de Biología no es negar el Psicoanálisis. Mucho menos a Freud. Esas huellas, estrechamente ligadas al concepto de Representación psíquica (donde la realidad que se ha presentado ahora se re-presenta, se vuelve a presentar modificada) componen una sintaxis que nos aproximaría al concepto de Significante, de la “cadena significante”.
Ya que estamos recordando frases notables, me acuerdo ahora, seguramente siguiendo una asociación de ideas, “libre”, si ustedes quieren. “El Yo es un precipitado de antiguas relaciones de objeto”. Nos acercamos, desde luego al tema de las Identificaciones. Al tema de la secuencia “Yo real”, “Yo de placer”, “Yo de realidad”. Aquí tenemos otro punto, invalorable, para entender como la materialidad del cuerpo humano singular se integra a la Cultura. Cómo se da la intersección, tal vez mejor dicho, el solapamiento, entre el Instinto y lo Social, si queremos decirlo de otra forma. También podría decir “como los otros se encarnan en el cuerpo”.
El Yo real el más primitivo, es el primer desprendimiento del Ello, de quien se diferencia. En contacto con el afuera, es capaz de procesar sensaciones e imágenes que van inscribiéndose. Es anterior al establecimiento del lenguaje. De modo que es alcanzado por los “restos verbales”. Sin embargo es capaz de diferenciar entre un adentro y un afuera.
Simultáneamente se va formando, en un sentido progresivo, el Yo placer, que divide los eventos en la serie “placer-displacer”, estableciendo desde esta polaridad otra forma de discriminar el Yo del No Yo, lo interno de lo externo (“tragar” o “escupir”).
Finalmente, el Yo de Realidad, también llamado de “realidad definitiva” es el responsable de cotejar entre lo instintivo-pulsional y la realidad, postergando la descarga, estableciendo prioridades y estrategias con la realidad. Se vale del enlace con dichos “restos verbales”, con la conexión a la palabra. En una primera versión pudo ser entendido como un mediador del Yo de placer buscando modificarlo, adecuarlo a la realidad.
Veamos un ejemplo muy simple, pero no menos probable. Si un niño, mientras camina por una vereda, nota que en la opuesta hay un kiosco con chocolates, puede intentar cruzar la calle en forma súbita, sin esperar llegar a la cebra de la esquina. En este caso, se incluirá en el Yo placer en forma inmediata. Tal vez pueda ser arrollado por un automóvil. Llegar hasta la cebra, esperar el paso de la columna de los automotores, supone una postergación de la acción. También, mucho más probablemente, no perecer en el intento. Allí operaría en sintonía del Yo de Realidad Definiivo (Yo RD).
La serie “placer-displacer” supone una incorporación en el entramado psíquico de valores, de ciertas diferencias. Algo que se tornará mucho más complejo después, con el establecimiento del Superyó. Esto da lugar a otra famosa expresión, la de la metáfora del jinete. El Yo y sus servidumbres, mediando entre el Ello, el Superyó y la Realidad. Como dice Luis Hornstein, “al Yo le pasa de todo”.
Nada de lo explicado aquí, nada de lo conceptual, incluyendo el instinto o pulsión (como me he expresado) son “cosas en sí mismas”. Son abstracciones particulares, modos de nombrar, en pos de modelizar. Un gran problema de algunos, psicoanalistas o no, es suponer, por ejemplo, que el “Ello” es una cosa en sí misma, antes que un hipótesis, proposiciones explicativas que forma parte de un modelo que dará cuenta de su lógica ante la empiria, ante los hechos. Estos son los tres modelos de Freud, muy asentados en el cuerpo biológico, con desarrollos ulteriores como he tratado de razonar siguiendo su letra. Todo lo expresado en esta clase se encuentra en sus textos.
Realidad
Si tuviera que resumir, me conformaría con algo que mejor podría ser considerado un cierre parcial, relativamente escaso, aunque valedero. Es cuando recuerdo la expresión de Laplanche, cuando dice que “el lenguaje es expresión del inconsciente”. Y no al revés, donde supuestamente el inconsciente sería expresión del lenguaje. Dicho de otra forma, sostendremos que el círculo de lo psicológico es más amplio que el del lenguaje. Volveremos sobre estos asuntos. No sin antes decir que hemos hablado de una “neuropsicología profunda” y, también de las bases psicoanalíticas del desarrollo.
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