Pensando sobre el pensamiento

 

Prof. Dr. Roberto C. Frenquelli

Jueves 22 de Junio de 2006  

Cuánto hay de los juegos en brazos de la Tota cuando el Diego gambetea a Shilton?  

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Diego gambetea a Shilton

 
  

La propuesta de hoy será Pensar sobre el Pensamiento. Uno lee en el Diccionario de la Real Academia: “pensamiento… facultad o potencia de pensar; acción y efecto de pensar”. Seguimos con “pensar… es  imaginar, discurrir, considerar, intentar o formar ánimo de hacer algo, reflexionar”. Luego vemos que “discurrir… es inferir, conjeturar, correr (dicho de un fluído, como el aire, el agua, el aceite, etc.), reflexionar, pensar”. Hemos vuelto al principio: el Diccionario, con su lógica auto referencial, nos hace volver sobre las palabras iniciales: “pensar, reflexionar…es pensar, reflexionar”. Una tautología[1]. Veamos cómo salir de este encierro.

 Días atrás, cuando mi primera clase, les decía: “De todos modos la Naturaleza sigue pensando. Ahora sin comillas, pues pensar no es meramente lo que nosotros llamamos “pensar”, como propiedad exclusiva de lo Humano. Pensar es “poner en forma”, es “in formar”. Todo el orden natural es un pensamiento, un gigantesco pensamiento. Si esto fuera cierto…, el cuerpo sería un pensamiento ?…”. Dejemos por ahora la cuestión de la Naturaleza; lo propongo por razones prácticas, no por cobardía intelectual. Quedémonos con esto de que pensar es poner en forma, in-formar.  Al poner en forma, sin dudas, tenemos que hacer una operación de distinción entre una multitud de elementos. Elegir algunos entre una serie, tal como van haciendo mis dedos sobre el teclado. Esa elección, más o menos deliberada, supone una operación de abstracción.  Abstraer consiste en retirar algunos elementos de un conjunto, elegir un subconjunto, apartándolo. Es una palabra que viene del latín abstrahere, que significa sacar de, retirar. Es decir, es una operación donde se aísla o considera por separado alguna o algunas de las cualidades de un objeto.  Esos elementos, relacionados entre sí, vendrán a configurar una novedad. Un nuevo sistema de relaciones. Una nueva puesta en forma. Pensemos en el recién nacido, mientras soporta la enorme tensión que implica la inundación sensorial a la que está sometido. Gran diferencia de temperatura con la que experimentaba hasta unos pocos instantes mientras todavía permanecía en el seno materno (la sala de partos está habitualmente a unos 25 grados, en el mejor de los casos); ruidos; luces; dolor; presiones sobre su pequeño cuerpecito; olores. Un caos de sensaciones, masivas. Sensaciones absolutamente desconocidas, “sin nombre”. También aportadas desde su interior anhelante: su propia tensión muscular, su respiración, el latido acelerado de su corazón, las noticias desde sus niveles químicos (como la concentración de oxígeno, glucosa).  El calor de las lámparas, el secado de su cuerpo (para evitar la pérdida de temperatura), la textura y el olor de la piel de su madre (sobre la que descansa mientras se lo atiende) van ofreciéndose para que su cerebro comience con la tarea que signara su existencia: el armado de diferentes conjuntos de relaciones, de recortes del mundo al que ha llegado. Un intento de configurar, de ordenar ese caos al que ha llegado. Ha empezado el proceso de pensamiento. Al menos el correspondiente a la vida extrauterina. Es que piensa un bebé intraútero?. Desde esta perspectiva, seguramente. Qué le impide ir seleccionando elementos, armándolos, ordenándolos, informándolos?. Otra cuestión será poder discriminar el grado, la categoría de esas organizaciones.

El pensamiento tiene niveles. Niveles que se encastran entre sí. Ya veremos un poco más de todo esto, de lo que podemos ir llamando el Desarrollo del Pensamiento.  Y así como el pensamiento tiene niveles, también nos encontramos con que cada estructura es un pensamiento. Me preguntaba, les preguntaba, en la clase anterior: “Todo el orden natural es un pensamiento, un gigantesco pensamiento. Si esto fuera cierto…, el cuerpo sería un pensamiento ?…”. La respuesta, para mí, es rotundamente positiva. El cerebro es un pensamiento que produce pensamientos. Al menos así debería ser. Venimos al mundo dotados de esa facultad o potencia, como dice el Diccionario. Facultad alude a función. Función, la palabra clave para entender la Fisiología, tiene que ver un medio. Un  medio para el logro de un fin. Potencia tiene que ver con fuerza, pero también con potencial; es decir, con algo que está allí, a la espera para desenvolver sus propiedades. Sus posibilidades de hacer un trabajo.  Un trabajo, un trabajo de transformaciones. Ya hemos visto, el pensamiento supone un discurrir, un flujo,  como el del agua que corre. En otros términos, el pensamiento es un proceso.  

Veamos ahora ese proceso en la estructura de nuestro Sistema Nervioso. Vayamos al pensamiento en el hombre. A esa excelsa condición, la que nos enorgullece. La que es responsable de tantas tropelías y desaguisados. De tantos sufrimientos. Dicho sea de paso: es posible el proceso del pensamiento sin sufrimiento?. Diré que no; ya hemos descrito el nacimiento, algo doloroso, necesario para crecer. El primer día de vida es el de mayor riesgo vital. Riesgo que hay que tomar, que duda cabe. Volveremos después sobre esto. Ya creo haber saldado la promesa de volver sobre la Naturaleza;  cuando alojo en el Cerebro, en todo el Sistema Nervioso, la idea de que es en esas estructuras, tal como hemos las hemos definido, verdaderos pensamientos, la función de pensar. Un pensamiento que piensa.  Siempre decimos, siguiendo a Laborit, “el hombre es una memoria que actúa para ser”. Esa acción es el pensamiento. Si, sostengo que pensar es una acción. Solo que resultará de interés ver qué tipo de acción, mejor dicho de qué acciones, estamos hablando en cada momento.  

Sabemos de la existencia de tres memorias. Nuestras memorias. La genética, que portan nuestras cadenas de ADN; la inmune, radicada en el Complejo Mayor de Histocompatibilidad, en las inmunoglobulinas; la nerviosa. Es el seno de nuestra memoria nerviosa, en el entramado de nuestras sinapsis, de nuestras redes neurales, donde asientan las representaciones. La realidad, inaprensible, esa que está allí, afuera de nosotros, la del “mundo físico de la física” al decir de Bertrand Russell, se presenta. Nuestro Sistema Nervioso la representa.  Ese bebé del que hablábamos, unirá sensaciones en conjuntos de imagen y afecto. Calor, textura, formas, olores; también la voz de la madre (que ya había registrado); los ruidos (como los latidos de su corazón, los de su madre).

 El afecto, como un hilo conductor, enlazará las cuentas. Calmo, aprenderá no sin esfuerzo, los primeros palotes de la serie placer – displacer. El chupeteo de su pulgar, vigoroso e insistente, un primario circuito sensorio motriz, que mientras busca calmar la tensión con la descarga elemental, va desarrollando huellas de memoria, organizando circuitos.  Circuitos donde se unen lo visual (forma, textura, color) con lo olfativo, con lo táctil, la temperatura, con el movimiento, con lo auditivo, con lo gustativo. Describo las llamadas áreas corticales  primarias sensomotoras y las áreas corticales de asociación unimodal. Y como siempre decimos, con el atravesamiento de la emoción. Se trata de las primeras inscripciones, complejos de imágenes y afecto, los primeros ladrillos del edificio de nuestra subjetividad. Las diferentes áreas sensoriales corticales,  reunidas, sintetizadas en las llamadas áreas corticales de asociación heteromodal, conformaran las representaciones de las que veníamos hablando[2]. Como conjuntos abstraídos de esa realidad inaprensible, que de caótica, comienza a organizarse en un orden de significación. Hablamos ahora de sensopercepción. Como producto histórico cultural. Donde la singularidad se inscribe desde lo relacional vincular. Donde Naturaleza se une a Cultura, en una operación de indistinción productor - producto, en una operación recursiva.  

Con técnicas de Resonancia Magnética funcional se ha visto que la visión de un martillo produce la activación conjunta de las áreas visuales, auditivas, del movimiento, de Wernicke, etc., en forma conjunta. Pero esas asociaciones, esas nuevas relaciones entre elementos, esas nuevas in- formaciones, que entendemos como representaciones, también incluyen vinculaciones con las áreas motoras, áreas motoras pre frontales donde se organiza el movimiento. Cerrando el bucle sensorio motriz. Es lo que nos hace decir que los seres humanos, todos los seres vivos, somos “máquinas de tramitación sensorio motriz”.  Máquinas no triviales, claro está[3]. Es decir, máquinas impredecibles, históricamente dependientes, analíticamente indeterminables. Lo impredecible, lo indeterminable, son adjetivaciones que coinciden con la singularidad, implícita en lo subjetivo. Con el orden del Sujeto, si quieren decirlo así. Sujetado a los automatismos inconscientes que devienen de la semántica, de la sintáctica y de la pragmática implícitas en los trazos memorizados.

Lo que nos hace decir, repito, “el hombre es una memoria que actúa para ser”.  Las neuronas espejo, concepto neurofisiológico acuñado por Rizzolatti[4], son la clara demostración de estas conexiones entre áreas sensoriales y motoras. La visión de un objeto animado produce las síntesis sensoperceptivas relatadas, más las conexiones motoras que podrían, potencialmente, ejecutar los mismos movimientos del objeto. Y desde esas áreas prefrontales hay conexiones hacia las sensoriales, como para corregir, en interacción mutua el continuo sensomotor. Este concepto es una nítida demostración de que nuestro cerebro es experiencia dependiente, pero también experiencia expectante. Estamos a la espera de los otros. Desde nuestra disposición preprogramada. Vivimos en y por la Intersubjetividad.  Llamamos Intersubjetividad Primaria a este orden de relaciones. Relaciones primarias, donde aún no se han constituido las representaciones simbólicas. Hablamos de representaciones icónicas (ligadas a la imagen), enactivas (ligadas al movimiento, a la imitación), simbólicas. Podemos hablar junto a Freud, de Representaciones Cosa, de Representaciones Palabra. Siempre dentro de las tramitaciones Sensorio Motrices. Desde las más elementales, a las más sofisticadas. Spitz introdujo el concepto de Organización Cenestésica, de Organización Diacrítica. Con esto quiso llamar la atención sobre lo mismo, con otras palabras, buscando ampliar el campo comprensivo. Lo Cenestésico, asociado al fondo común de las sensaciones, a las respuestas globales, propias de los comienzos de la vida.

En el bebé que responde masivamente, casi sin discriminación, muy adherido a los Códigos Viscerales, a los Analógico Icónicos, como nos gusta decir. Lo Diacrítico, en cambio, supone el inicio de la discriminación entre Yo y No Yo, a las respuestas acotadas, diferidas, de mayor discriminación.  Lo cierto es que las palabras son también acciones, son también descargas. Solo que más sofisticadas. Sin la necesaria esclavitud de la imagen. Pavlov hizo una interesante digresión por el estilo: aquella del Primer Sistema de Señales, ligado a la imagen; y el Segundo Sistema de Señales, ligado a la palabra. A esa ausencia que remite a una presencia. A lo que Freud observó en su nieto de dieciocho meses cuando jugaba con el hilo y el carretel. Al eterno juego entre los seres vivos y el entorno, al hombre y su medio. Cuando hablamos del medio de los hombres, ya sabemos, nos referimos siempre, antes que nada, a los otros hombres. Las representaciones son siempre actos de “descarga”, mejor dicho de tramitación sensomotora, donde hay siempre la huella memorizada de experiencias provenientes del mundo exterior o de nuestro cuerpo. 

 Hay una identidad entre Pensamiento y Acción. Solo que ciertos pensamientos, sobre todo cuando accedemos a sus variantes más elaboradas, pueden tener una estrategia, un orden espacio temporal distinto, una tramitación diferida. Hablamos de la capacidad de espera, a la toma de decisiones acorde al Proceso Secundario. Pero todo pensamiento implica un cierto grado de modificación del entorno. Que siempre tiene un mismo fin: el restablecimiento de un cierto equilibrio. No importa cual, no importa como. Pero siempre estamos en pos de un equilibrio. De una organización del mundo que nos contiene, mientras nos determina, mientras lo determinamos.  Es más, aprendemos por medio de la Acción. No hay otra manera. Traemos, eso si, los a priori  de nuestra codificación genética. Ellos son también productos histórico sociales. Los ácidos nucleicos son codificaciones, son formas que expresan transformaciones. Remotas, claro está.  Si volviéramos a repetir lo que se desencadenó tras el Big Ban seguramente no volveríamos a tener el mismo producto. Somos el resultado de una marcha singular desde lo macro. Lo somos, por ende,  también en lo micro.  Por eso decimos adherir a tres principios epistémicos: Estructuralismo, Constructivismo, Pragmatismo.

Una Estructura que es inmanente[5] a las Relaciones, que se Construye constantemente por la Acción.  Conocemos, de entrada, desde nuestro cuerpo, con nuestro cuerpo. Siempre recuerdo aquí a Humberto Maturana; ha dicho “conocer es acción efectiva en la praxis del existir”. Esto condice con lo que estoy diciendo sobre Pensamiento. Mucho antes de la palabra, un bebé de horas, descubre su lengua mediante las interacciones sensomotoras, propias de la Intersubjetividad Primaria, mientras “sintoniza”, sincrónicamente, con su madre. No sabe que se trata de su lengua, por supuesto. Pero sabe de su existencia en la praxis, que no es otra que la ligada a lo relacional vincular. Así puede largarse por el mundo. Al que ha llegado desnudo, inmaduro. Y es desde ese dolor, desde esa Angustia fundante, de esa Angustia prototípica, que es la Angustia del Nacimiento, que empieza a entender que su vida se juega con los otros. “Condenado a investir”, dice con su elegante escritura, Piera Aulagnier. Siguiendo, qué duda cabe,  a Freud. Investir es Pensar. No se  piensa sin las representaciones de los objetos. Representación que no es una copia, una fiel traducción.

Sabemos, el Sistema Nervioso es muy mal traductor. Tomamos esos objetos, recortamos algunos aspectos, con ellos configuramos nuestras representaciones, a modo de transcripciones. Nuestro Sistema Nervioso es un transcriptor. Desde el vamos, desde los mismos receptores sensoriales, tenemos recortes de la realidad, un primer nivel de lectura. Veamos que tipo de transcripciones son posibles. Que tipo de transformaciones son posibles.  Comenzamos con los primeros, los Códigos Viscerales, aquellos envueltos en las primeras tramitaciones. Cuales respiración,  deglución - excreción, alteraciones del ritmo cardíaco, de la temperatura cutánea, movimiento, desde ese fondo común de sensaciones llamado cenestesia, generalmente masivas, “en bloque”, bruscas, con relativa indiscriminación ante la perturbación. Tramitaciones elementales, básicas, en pos de sostener las constantes de nuestro medio, indispensables para la subsistencia. El niño que percibe el hambre se mueve; inquieto, llora, patalea. Es fácil pensarlo en una inundación sensorial que solo tendrá alivio con la asistencia ajena; asistencia por algún otro que detecta con mayor o menor sensibilidad sus necesidades. Primeras inscripciones, primeras representaciones, casi el fondo de nuestra vida anímica. Irán sucediéndose encuentros que ayudarán a conformar trazos de memoria, donde se conjugan la imagen del objeto, las de la tensión de la necesidad, los movimientos previos y posteriores al encuentro, las sensaciones de displacer – placer. 

 No hay mejor descripción que la de Freud, en torno a las Vivencias de Satisfacción y de Dolor, en el “Proyecto”.  Hoy sabemos, de la mano de los conceptos de plasticidad neural, que esas primeras asociaciones, esos primeros registros, se encuentran en vías de facilitadas. Facilitación, es decir,  consolidación, a modo de “caminos mentales”. Que quedan como disponibilidad.  Freud, no tan curiosamente, usó este término, facilitación. El mismo que las Neurociencias, hoy en día, utilizan. Hablamos de facilitación sináptica.  Es por eso que Kandel, un Premio Nobel, el los ensayos con el caracol Aplysia,  viene a sumarse a las intelecciones freudianas. Es que Freud[6], desde siempre, - con el sesgo naturalista que absolutamente lo caracterizaba -, modelizó a partir de la experiencia clínica sobre la mente, con tanto acierto, que hoy, de la mano de registros experimentales, podemos encontrar correspondencias firmes. Las Neurociencias no han terminado de estudiar las líneas que están más o menos explícitas en su obra.[7]  

Lo mismo que esa supuesta “new wave” del horizonte psicológico: el llamado Paradigma Cognitivo. Es cierto que sus acometidas, muchas de ellas rigurosas, han ido dando sus buenos frutos. No es el caso negarlo. Pero no debemos olvidar que los “descubrimientos” de esta corriente no son otra cosa que continuaciones de otros aportes, mucho más sustanciosos, que han arrancado con el “Proyecto”, incluso con otros autores pre psicoanalíticos. Cuando uno escucha, bastante a menudo, a esos tan aburridos como casi insoportables scholars[8] locales, pregonando sus investigaciones de la obviedad, no puede menos que sonreír. Qué no ha dicho Freud, con la observación del juego de su nietito de 18 meses con el hilo y el carretel, frente a las  áridas intelecciones de esta gente ?. Intelecciones llenas de intrascendentes categorías, desde donde sus pretendidamente asépticas metodologías “ecológicas” pretenden entregar novedades sobre  el Pensamiento ?. Qué no ha dicho, por citar solamente otro ejemplo, Winnicott, en “La capacidad para estar a solas”, partiendo de sus observaciones en un consultorio de Pediatría, que digan estas pseudo novedades sobre la “modularidad” de la mente ?.  Freud, en su tercer modelo de la mente, el de “El Yo y el Ello”[9], llamó a las conocidas instancias “provincias” del psiquismo. Yo recuerdo haber escuchado por primera vez “modular” cuando mis padres compraron, allá por los fines de los cincuenta, un aparador de cocina. Me dijeron que era “modular”. Yo tenía unos pocos años. “Modular” sonaba a “moderno”, que también solía ser sinónimo de “funcional”. “Los muebles modulares eran funcionales”. En realidad eran una basura comparados con los bellos aparadores que se iban retirando de circulación. El roble fue sustituido por el laminado plástico pintado a soplete. Esa es más o menos la comparación posible con los aportes al Pensamiento del Psicoanálisis en relación a los de la “Cognitiva”. Sobre todo esta Cognitiva que sobrenada en ciertos espacios, a modo de gran descubrimiento. Para nada se entienda que esto es una descalificación de Gardner u otros grandes. Se trata un intento, personal, de  poner las cosas más en cierto lugar. Razonable si se quiere. Con alguna dosis de eclecticismo, postura de la que casi nunca me desprendo. Tampoco estoy de acuerdo con la descalificación que viene desde cierto Psicoanálisis. Tan autosuficiente que termina por no ser Psicoanálisis. [10] No quiero dejar este párrafo, que no debe entenderse de otra manera que como una invitación a la reflexión, sin dejar de señalarles que me gusta mucho la palabra “provincias”. Y también los viejos armarios de roble, por más que venero el recuerdo de mis padres y el entusiasmo con que recibían aquella remake nacional de los “tiempos modernos”. O ya Post modernos ?.[11] 

La Codificación Visceral implica un grado inicial de distinción entre un Yo y un No Yo. Con la guía fundamental de la distinción Placer – Displacer. Todo lo displacentero se expulsa. De un Yo Real pasamos al Yo de Placer. Constantemente amenazado, este Yo buscará organizar otras tramitaciones. Es cuando emerge la Codificación Analógico Icónica. Donde ya las sensaciones adquieren una cualidad diferente, tanto que hablamos de sensopercepciones. Esas imágenes, ligadas a afectos intensos, constituyen nuestro primer lenguaje. El más fuerte, el más poderoso. Sobre el que armamos nuestro Aparato Psíquico.  Esta modalidad implica operaciones de sustitución y contiguidad, de continuidad, de no arbitrariedad. Hay semejanzas. En lo analógico icónico no hay discontinuidades, las magnitudes son continuas. Esta ligada al gesto: es el “graaaaaaande” con que amorosamente nuestra madre nos engalanó por siempre; es el “muuuuucho”, largo y sostenido;  o el “poquitito”, seco y contraído. Donde la entonación cobra un valor extraordinario ante lo semántico,  que  no cuenta para nada. Es la señal caminera que muestra un risco que se desarma con peligrosas rocas que caen sobre el camino, ese mismo que vamos transcurriendo con cierto temor cuando estamos manejando en la montaña. Son las relaciones de contigüidad, continuidad, de analogía. Esas que nos saludan, con todo su esplendor, magnificencia e ingenio cuando se todas las noches se nos produce la maravilla de los sueños. La que Freud describió en “La Interpretación de los Sueños”. Es el Proceso Primario.  Y después, en ancas sobre la imagen, desde la repetición animada por el rostro de la madre, el niño irá uniendo perceptos con palabras, organizando sus estereotipos verbales, aquellos que asientan en Area de Wernicke. Nacerá nuestro otro lenguaje, el Digital. Ese que es arbitrario, discontinuo, de la no semejanza. Donde hay sustitución. Esa rara herramienta que nos pone casi al borde de sostener que lo que no se nombra no existe. Esa herramienta que ha permitido crear a Edipo y  Hamlet, la penicilina, la agricultura o los viajes a la Luna. Esa que nos permite ahorrar magnitudes de tiempo increíbles, como ahora, cuando intento llegar a Ustedes con estos pensamientos.  Si, hay una identidad entre Pensamiento y Lenguaje. Solo que el Pensamiento es un círculo mayor, mas abarcativo que el del Lenguaje. El Lenguaje, me refiero ahora al Lenguaje Digital, el del Cerebro Izquierdo, que implica un círculo contenido y desbordado por el del Pensamiento. Ya lo vengo sosteniendo con aquello de la forma y la idea. Con esa visión ecológica – ahora si que uso esta palabra en el buen sentido – al decir del Bateson de “Pasos hacia una ecología de la mente”. Toda la Biosfera como un conjunto de relaciones, como un gran pensamiento; una gran puesta en forma, con intercambios constantes. Donde nuestro Pensamiento queda inmerso en una red de pensamientos.

Pero volvamos, para evitar dispersarnos, al más recoleto ámbito del individuo – sujeto.  Esas Representaciones Cosa irán estableciéndose en conjuntos, como sujeto y predicado. Luego sucederán otros tipos de relaciones. Las de causalidad, temporalidad, especialidad, comparación, consecuencia o eventualidad. Es el Proceso Secundario. Con la emergencia del Lenguaje propiamente dicho, con sus potencialidades de transformación del mundo. Claro que primero se establecerá la omnipotencia del pensamiento, pues el Principio del Placer se aprovechará de las circunstancias. Y se analogizará palabra y cosa. Bastará con nombrar para que la cosa aparezca. La fuerza imperiosa de los deseos, apoyados en la indefensión característica de nuestra especie, nos llevará por los caminos de la magia y el animismo. Mas tarde vendrá el frágil predominio del Principio de Realidad, del Pensamiento Científico, aquel de las verdades transitorias, reemplazables. El Pensamiento que en vez de sustituir la realidad, busca sus transformaciones posibles. La Ciencia concurre a desanimar el mundo. Siempre decimos, “la ciencia no prueba, indaga”.[12]  Pero, como creo que va quedando claro, mucho antes de este Pensamiento, se agitan las modalidades más crudas y elementales. Es el territorio de la fantasía. Como sistema de pensamiento, con sus relaciones más cercanas al Proceso Primario. A la realización mágico alucinatoria de la que nunca nos podemos desprender. Son esas sensopercepciones las que se guían por el imperio de los deseos. Donde moran las transformaciones topológicas. Donde un cuerpo se prolonga en el otro, sin solución de continuidad. A modo de las estatuas con el tema de la maternidad, la piel del niño se continúa con la de su madre, en forma indivisa.  Habría tres geometrías: la métrica, fundada en la noción de distancia, donde dos figuras son equivalentes en el sentido matemático de la palabra; la proyectiva, donde dos figuras son también equivalentes, sin ser “iguales” en tanto podemos pasar de una a otra por una transformación proyectiva, en perspectiva; la del análisis situs, donde las figuras son equivalentes en tanto podamos pasar de una a otra por una deformación continua, siempre que se respete dicha continuidad. Esta es la Topología, curiosamente la modalidad más elemental, más primaria,  del modo de representar del hombre. La última en descubrirse desde el pensamiento lógico. Las relaciones euclídeo proyectivas son más tardías, evolutivamente hablando, para el niño. El niño piensa primero en términos de las relaciones topológicas.  Muy montadas en el tacto y la visión, estas modalidades son las que nos permite pensar en mecanismos de las fantasías de incorporación y expulsión. Propias de los tiempos del Esquema Corporal Primordial.  Hay una ontogenia del Esquema Corporal; tenemos, en esos tiempos fundantes, una superficie externa, bordes, cavidades, conductos, una superficie interna, un espesor. Por allí discurren nuestras vicisitudes, el serpenteo del instinto en pos de su inseparable objeto. Ese es el reino de las fantasías. Donde mora nuestro Yo junto a los Objetos, constituyéndose una particular semiosis, una verdadera manera de entender el mundo. Un entender, un conocer, que implica un hacer. Un entender, un conocer, que se ha forjado haciendo. Haciendo con los otros. Grabado en los patterns, en los patrones, de nuestras huellas de memoria.  La palabra vendrá a recubrir con modestos grados de eficiencia esas organizaciones sintáctico – semántico - pragmáticas. Que son inconscientes, dispuestas a la acción. Se desprende entonces que para nosotros, desde esta Psicofisiología, el inconsciente es la condición del lenguaje. No al revés. Lo mismo ha dicho, desde otro lugar, Laplanche. Podemos acordar que el inconsciente está escrito como un lenguaje, pero no del lenguaje ligado a la conciencia. Tal como sucede con el Lenguaje Digital, el lenguaje según la acepción corriente.  Tenemos dos lenguajes: el más poderoso y determinante es el Analógico Icónico, ese donde se forja nuestro carácter, nuestra epistemología espontánea. [13]

La Palabra, con mayúsculas, despojada de su carácter de “creadora” del mundo, alejada del “todo está en la palabra”, es una herramienta relativamente eficiente para intentar acceder a aquellas anhelantes configuraciones.[14] Estamos en el nivel de las Representaciones Palabra, donde también se juega el bucle sensoriomotriz. Representaciones que se alojan, como sabemos en la confluencia de los lóbulos occipital, temporal y parietal, donde el Analizador Semántico, es el asiento de los llamados neurosemas. Esos depósitos de memoria, que resumen las diferentes modalides sensoriales y motoras que se condensan en cada palabra, unidas al afecto. Para cada uno de nosotros hay un “verde”, un “atardecer”, un “ahora”. En las descomposiciones del lenguaje, como en el caso de las Afasias, es posible ver cómo estos neurosemas se alojan a cierta “distancia semántica” uno de otro. Hecho clínico que muestra inexcusablemente que nuestro cerebro aloja dichas representaciones en organizaciones por categorías, que siguen los ejes fonológico sintáctico o el semántico. [15] 

Dicho sea de paso, el Esquema Corporal, que conocemos como una Gnosia, es decir como una Función Cerebral Superior[16], es un constructo conciente; que asienta siempre, inexorablemente, sobre las fantasías ligadas a lo primario. Lo mismo que el Lenguaje Digital o las Praxias. Toda nuestra actividad conciente, que duda cabe, asienta sobre el bullir de las fantasías primarias. De sus vicisitudes, de la regulación afectiva que de ellas se desprendan, vendrán nuestras posibilidades de tramitar la realidad.  Es en el marco de nuestras relaciones con los otros que se va conformando el Pensamiento. El que nos permite, a su vez,  modificar esas mismas relaciones. Es decir, pensar nuestros Pensamientos. Condición netamente humana. Como lo hemos intentado hacer en esta clase.               


 


[1]

Una tautología es una figura retórica que consiste en la repetición inútil de un mismo pensamiento expresado en dos o más palabras, una de las cuales define o califica otra que tiene el mismo significado, por ejemplo: reincidir por segunda vez.   

[2]

La interpretación de los diferentes estímulos requiere una compartimentalización funcional del cerebro. Implican una complejidad creciente. Incluyen las siguientes áreas: 1- Corteza Primaria SensorioMotora, como las áreas visuales, auditivas, somatosensorial primaria, gustativa y olfatoria. 2- Corteza de Asociación Unimodal, que integra un estímulo determinado con cierta modalidad (tacto, audición, visión, etc.), sin conectarse con otras modalidades. Reconocemos las Areas de Asociación Unimodal Visual, Auditiva, SomatoSensorial, Motora. 3- Corteza de Asociación Heteromodal, donde hay comunicación entre las diferentes modalidades sensoriales, permitiendo la integración, con localización pre frontal, parietal y temporal. 4- Areas Transmúdales, donde se logra la interpretación de la experiencia; son las Areas de Wernicke y Broca, la Amígdala que participa en las Emociones, el Hipocampo y la corteza Entorrinal vinculadas a la Memoria Explícita, la Corteza PreFrontal que se asocia a la Memoria de Trabajo, etc. .

[3]

Las Máquinas Triviales son Analíticamente determinables, no son Históricamente dependientes, son absolutamente Predecibles. Heinz von Foerster ha desarrollado extensamente este tema, en diferentes sitios.

[4]

Marco Iacoboni, Lisa M. Koski, Marcel Brass, Harold Bekkering, Roger P. Woods, Marie-Charlotte Dubeau, John C. Mazziotta, and Giacomo Rizzolatti; Reafferent copies of imitated actions in the right superior temporal cortex”. PNAS | November 20, 2001 | vol. 98 | no. 24 | 13995-13999  

[5]

Inmanente: Que es inherente a un ser o a un conjunto de seres, y no es el resultado de una acción exterior a ellos.

[6]

Freud siempre pensó al Psicoanálisis dentro de las Ciencias Naturales. Así consta en una de sus obras postreras, “Esquema del Psicoanálisis”.

[7]

Puede consultarse la excelente  obra “Principles of Neural Science”, de Kandel y colaboradores, Mc Graw Hill (hay traducción al castellano). Lo mismo “El Proyecto de Freud.  Una introducción a la teoría cognitiva y la neuropsicología contemporánea”, del renombrado neurólogo Karl Pribram, Ediciones Marymar.

[8]

Se entiende por scholar, dentro de cierta jerga académica estadounidense,  a todo un linaje de estudiosos, muy cerrados en sus oficinas desde donde rigurosamente desarrollan lo que llaman, no siempre con justicia, investigaciones. Casi insoportables, bastante alejados de lo cotidiano, suelen ser tan intrascendentes como creídos. Recubiertos por los ensalmos de la actual parafernalia de los “Ph.D.” y otras siglas doctorales, también merodean los modestos círculos de nuestros pagos. Vendrían a ser nuestros “scholars” vernáculos. Son los que publican en Revistas de “alto impacto”, previa consulta con los “rankings” mundiales, obviamente en inglés. Ese que no dejan de mostrar en sus transparencias, cuando nos piden perdón por no haberlos traducido “por falta de tiempo”, mientras nos atiborran con sus “resultados”.  

[9]

El primer modelo freudiano es el del “Proyecto”, luego viene el de “La Interpretación de los Sueños”; por fin el de “El Yo y el Ello”.

[10]

En este sentido es muy recomendable el trabajo de Isabel Lucioni “Cognición y Psicoanálisis”, en “Subjetividad y Procesos Cognitivos” (UCES, Buenos Aires).

[11]

Por aquellos tiempos empezamos a conocer las heladeras eléctricas, los lavarropas, el material plástico, las radios a transistores, los televisores, el Wincofon. Se empezaron a construir los departamentos, esas jaulas modernas donde cuando se tapa un “vertical” todo el mundo se baña a la vez y otras cosas por el estilo. Mucha basura vino con todo eso. Ahora nos queremos volver a vivir a una casa en un barrio. Aunque justo es decirlo todos extrañamos aquellas pesadas y fieles Siam que siempre enfriaron como los dioses y nunca se terminaron de romper.  No todo era basura.

[12]

Esta es una expresión de Gregory Bateson.

[13]

La expresión “epistemología espontánea” es también de Bateson. Definida la epistemología como nuestra manera de pensar y decidir, fundamentalmente inconsciente, es sencillo entender que ella es la base de nuestro carácter. También resulta fácil darse cuenta de las limitaciones de la palabra para dar cuenta de nuestras mociones inconscientes.

[14]

Sobre el tema de la fantasía puede consultarse el gran trabajo de Susan Isaacs, “Naturaleza y Función de la Fantasía”,  de los años 30, en “Desarrollos en Psicoanálisis”, Paidós. Además, por supuesto que desde una óptica absolutamente distinta, el trabajo de Bateson “Una teoría del juego y la fantasía”, que se encuentra en “Pasos…”. También, ahora sobre “Esquema Corporal Primordial”, puede consultarse un artículo de Carlos Ríos en “Revista Psicoanálisis. Cuerpo, Imagen y Significado”, Nro. 1, Vol. V, 1983, APdeBA.

[15]

Resulta muy interesante el análisis de las llamadas Parafasias Semánticas. Los afásicos nos enseñan que ciertas familias de palabras se alojan en conjuntos definidos, suerte de “familias”, que se notan muy bien tanto en los procesos de pérdida como de recuperación del lenguaje. Lo mismo pasa con otros fenómenos de Anomia. O en los Lapsus o en el “fenómeno de la punta de la lengua”, de hecno no vinculados  necesariamente a la patología.

[16]

Es evidente que las Funciones Cerebrales Superiores, como Gnosias, Praxias y Lenguaje, de las que nos hemos ocupado in extenso en otros sitios, vinculadas al acto voluntario, conciente, son una expresión derivada de toda esta perspectiva del desarrollo del pensamiento. Sin dudas, bajo la grandiosidad del acto del virtuoso, pensemos en el gesto de un gran futbolista, se ocultan antiguas configuraciones sensoriomotrices. De hecho absolutamente inconscientes. Productos de encuentros remotos, pero sin duda altamente significativos. Cuánto hay de los juegos en brazos de la Tota cuando el Diego se hamaca frente a Shilton ?.
 
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