Reconsiderando una pregunta de examen (V). Aportes de Laborit sobre Biología del Comportamiento

 


Psiconeuroendocrinología III

Aportes de Laborit sobre Biología del Comportamiento. Comportamientos innatos y adquiridos. Sistema Activador de la Acción y Sistema Inhibidor de la Acción. Miedo y Angustia. Aportes neurobioquímicos.

 

Cómo encararía esta pregunta hoy,  a casi tres décadas de su formulación inicial:

 

Prof. Roberto C. Frenquelli

 

Quinta Parte:

 

Hija: Papá, qué es un instinto?

Padre: Hija, un instinto es un principio explicativo.

P: Todo…, casi absolutamente todo. Cualquier cosa que quieras explicar.

H: No seas tonto; no explica la gravedad.

P: No, pero eso es  porque nadie quiere que el “instinto” explique la gravedad. Si lo quisieran, la explicaría. Podríamos decir que la luna tiene un instinto cuya fuerza varía inversamente al cuadrado de la distancia…

H: Pero eso no tiene sentido, papá.

P: Claro que no, pero fuiste tú la que mencionó el instinto, no yo.

H: Está bien… pero qué es lo que explica la gravedad?

P: Nada, querida, porque la gravedad es un principio explicativo.

H: Oh!

 

H: Quieres decir que no se puede usar un principio explicativo para explicar otro? Nunca?

P: Humm… casi nunca. Eso es lo que Newton quería decir cuando dijo: “Hipótesis non fingo”.

H: Y qué significa eso, por favor?

P: Bueno, tú ya sabes qué son las hipótesis. Cualquier aserción que conecta una con otra dos aserciones descriptivas es una hipótesis. Si tú dices que hubo luna llena el 1 de febrero y nuevamente el 1 de marzo y luego conectas estas dos observaciones de alguna manera, es una hipótesis.

H: Si, y también sé qué quiere decir non, pero qué es fingo?

P: Bueno, fingo es una palabra que en latín tardío significa “hago”. Forma un sustantivo verbal fictio, del que procede nuestra palabra “ficción”.

H: Papá, quieres decir que Sir Isaac Newton pensaba que todas las hipótesis están compuestas como los cuentos?

P: Si, precisamente.

H: Pero no descubrió la gravedad? Con la manzana?

P: No, querida. La inventó.

H: Oh! Y quién inventó el instinto, papá?

 

P: No lo sé. Probablemente sea bíblico.

H: Pero si la idea de la gravedad conecta dos aserciones descriptivas, tiene que ser una hipótesis.

P: Efectivamente.

H: Entonces, Newton “fingó” una hipótesis, después de todo.

P: Si, es cierto que lo hizo. Era un científico muy grande.

H: Oh.

 

H: Papá, un principio explicativo es lo mismo que una hipótesis?

P: Casi, pero no del todo. Verás una hipótesis trata de explicar algo particular, pero un principio explicativo – como la gravedad o el instinto – no explica realmente nada. Es una especie de acuerdo convencional entre los científicos para no pasar más allá de cierto punto en su intento de explicar las cosas…

H: A eso se refería Newton? Si  “gravedad” no explica nada sino es una especie de punto y aparte al final de una línea de explicación, entonces el inventar la gravedad no fue lo mismo que inventar una hipótesis, y podía decir que él no “fingó” ninguna hipótesis.

P: Exacto. No hay explicación en un principio explicativo. Es como una “caja negra”.

H: Oh.

 

H: Papá, qué es una caja negra?

P: Una caja negra es un acuerdo convencional entre los científicos para detenerse en el intento de explicar cosas en cierto punto. Sospecho que por lo común es un acuerdo temporario.

H: Pero esto no suena a caja negra.

P: No… pero así es como se lo llama. Las cosas muchas veces no suenan como sus nombres.

 

…………………………………………………………………………………………….

 

He comenzado esta quinta parte de la reconsideración de nuestra pregunta con la transcripción de un tramo de un famoso “metálogo” de Gregory Bateson. Llamaba así a una especie de conversación donde el tema a tratar, que siempre es problemático, no solo es discutido, sino que también se refleja en la estructura de la conversación misma.

 

Los “metálogos” batesonianos son difíciles. Como toda su obra. Una va pescando de a poco, ciertos tramos, casi con el paso de los años. Como siempre, nosotros estamos condenados – dulcemente diría – a la lectura constante. Vamos aprendiendo de a “cachitos”, en tramos, donde vamos de la particularidad a la generalidad, en un ir y venir constante. Esto es básico en la vida profesional.

 

Haré rápidamente una aclaración. “Caja negra” no es Conductismo. “Caja negra” es un concepto, un conjunto de relaciones. No es una cosa, menos una caja pintada de negro. Bateson lo explica bien. Y lo enlaza elegantemente en su conversación. Que obviamente he cortado en un punto. La mención fue elegida para introducirnos en un cierto tema. Sería conveniente que el lector interesado lea íntegramente el Metálogo.

 

Por qué hago la aclaración?. Porque en nuestro medio cuando se dice “caja negra” se supone “conductismo”. Eso es. No se toman en cuenta que la palabra no es la cosa. Como dice el gran Bateson: “Las cosas muchas veces no suenan como sus nombres”. Esto es lo que pasa con el Instinto en nuestras conversaciones corrientes.

 

Instinto es casi una “cosa en sí”, una suerte de esencia, dura, inmodificable. No me refiero a la noción de instinto cuando digo “duro, inmodificable”; me refiero a la idea que soporta al concepto. Instinto sería justamente eso, algo mecánico, estereotipado, incapaz de modificarse por la experiencia. No habría dudas en la enunciación. Uno podría imaginarse al instinto como a un ladrillo, un pedazo de roca. Como algo inmodificable. Pero, lamentablemente,  también el modo de pensarlo resulta inmodificable, duro. Instinto no sería un nombre. Sería una cosa.

 

Aquí entramos en la idea de “metálogo”. Donde lo que se discute queda implícito en el modo de discutir, de conversar. “Instinto” es lo inmodificable, el “modo de conversar” sobre Instinto también es inmodificable.

 

Diferente sería “Pulsión”. En esas tenidas locas de nuestro campo “psi”, Pulsión es algo modificable, susceptible a la singularidad, a lo histórico personal. Hay una raya nítida de separación. Se repite constantemente, se entiende a la Pulsión como algo radicalmente diferente. “Hasta aquí es “Instinto”, desde aquí es “Pulsión”. Se lee a Freud mecánicamente, descuidando lo que Bateson trabaja como “principio explicativo”. Se olvida, curiosamente, que Freud llamó a su Teoría de los Instintos “mi mitología”. No creo que aludía meramente al mito, entiendo – mucho mejor dentro su pensamiento – que era su invención. Freud inventa la Pulsión. La Pulsión no es una cosa en si misma. Es una manera de llamar a un fenómeno. Pero no es el fenómeno en si mismo.

 

La clásica distinción entre trieb e instinkt no es clara.  Nosotros hemos tomado las ideas del Diccionario de Laplanche y Pontalis de manera “instintiva”, no “pulsional”. Y desde allí todo el mundo repite lo mismo. Triebe, en alemán,  tiene una significación mucho más dura que Instinkt. Ricardo Avenburg trabaja esto en  uno de sus textos. De allí, como por un tobogán, “instinto es biológico”, “pulsión es psicológico”. Un tobogán “instintivo”, inmodificable, incapaz de aprendizaje o modificación. Todo el mundo repite lo mismo.

 

Se omite una cuestión fundamental: cuando hablamos de instinto, de qué ser vivo estamos hablando? De una cucaracha?, de un perro?, de un hombre? Y cuando decimos que “pulsión es psicológico”, qué estamos diciendo?; debemos suponer que “psicológico” no es biológico?, que “pulsión” es una cuestión inmaterial?.

 

Nosotros pensamos que la noción de Instinto en el hombre debe ser considerada a la luz de la posibilidad de transformaciones. Las mismas que “convierten” el genital del compañero específico de la especie en un zapatito de raso rojo. Me refiero a la contingencia del objeto, característica de la Pulsión. Esa contingencia, propia del hombre, se debe a la torsión del Instinto, posible por las capas neuronales de la corteza asociativa. Si, la singularidad está basada en la complejidad neural. Esto nos enseña la neurofisiología de Laborit.

 

Veamos qué nos dice Avenburg en “El término Instinkt en la Obra de Freud”, disponible  en:

http://www.avenburg.com.ar/avenburg/EL%20TERMINO%20INSTINKT%20EN%20LA%20OBRA%20DE%20FREUD

 

Resumiendo los comentarios (cada vez que uso el término instinto en este contexto, se corresponde al término “Instinkt” en Freud):

 

1) Instinkt usado en sentido convencional, parece referirse a una tendencia, tal vez biológica, pero parece que universal y supuestamente heredada.

 

2) Algo innato que parece tener un papel importante en la niñez equiparado a ciertas conductas animales. Actividades instintivas oníricas o lúdicas que sirven como preparatorios para una actividad ulterior.

 

3) Un saber instintivo, semejante al de los animales, que es como una preparación para la comprensión de ciertos hechos. Este instintivo sería el núcleo de lo inconsciente , una actividad espiritual primitiva que va a constituir un estrato de lo psíquico cubierto luego por lo ulteriormente adquirido; este saber instintivo podrá a su vez atraer para sí representaciones de estratos superiores así como ese saber instintivo podrá ser incluido en el nivel de sistemas mnémicos acordes en tanto surja un acontecimiento que evoque a

dicho acontecimiento. Esas formaciones instintivas son parte del material con que se constituyen las neurosis y los sueños. Acontecimientos exteriores (que Freud llama aquí traumas) reactivan así como realimentan ese núcleo instintivo de conocimientos heredados.

 

4) Algo análogo al instinto de los animales, integra el núcleo del Inconsciente cuyo contenido es equiparado a una población primitiva psíquica. Considerando que la equiparación con la psicología social es más que una mera analogía (como luego se hará evidente en las referencias al respecto en “Moisés y el monoteísmo”), en el núcleo del Inconsciente existiría algo del drama de la horda primordial que, actuando como un instinto similar al de los (otros) animales, actúa en el animal humano como un conocimiento heredado, como categorías con las que el hombre enfrenta sus primeras experiencias.

 

5) Niega, en el ser humano, la existencia de un conocimiento instintivo específico:

el del peligro exterior. Sin embargo el trauma del nacimiento, como modelo original de toda situación de peligro, podría ser considerado como una disposición instintiva para la ulterior señalización del peligro, que puede ser común al hombre con otras criaturas emparentadas con él.

 

6) Los “Triebe” rigen no sólo la vida anímica, sino también la vegetativa , o sea la vida en sus niveles más elementales. Los llamados “Instinkte” de los animales están supeditados a la naturaleza de los “Triebe”, de modo que el concepto de “Trieb” es más amplio e inclusivo que el de “Instinkt”; que le está subordinado. El concepto de “Trieb” abarca toda la vida vegetativa, el de “Instinkt” se remite a una manifestación de aquella, aplicable a los animales; el de “Trieb”, al referirse a la vida en general, incluyendo la vegetativa, abarca también al reino vegetal (lo que coincide con los significados aportados por los diccionarios consultados). Hasta ahora lo instintivo (instinktiv) se refería a contenidos representacionales, al núcleo de lo Inconsciente, aquel conocimiento innato que, análogamente al resto de los animales, es propiedad del hombre. Ahora, y referido a los animales, en relación no con el hombre sino con la vida en general, cuando Freud habla de Instinkt se refiere a una conducta, haciendo abstracción de todo contenido.

 

7) Freud integra la perspectiva sociocultural con la biológica al estrechar las grietas existentes tanto en el ámbito sociocultural, entre la psicología individual y la psicología colectiva, como en el biológico, entre el hombre y los demás animales: estas dos grietas se cierran con la inclusión de un concepto, el de la herencia arcaica, que guarda dentro de sí la experiencia de la especie, al modo del instinto animal, aunque con diferente alcance y contenido.

 

En resumen, el término instinkt es usado por Freud en contextos diferentes aunque con una coherencia de sentido. Desde ya no es un término que, como “Trieb”, tiene una especificidad en la teoría psicoanalítica (aunque con un sentido no siempre unívoco). Considerando los comentarios en sentido inverso al expuesto (del 7 al 1) podemos decir que el de Instinkt es un concepto relacionado con la herencia arcaica que tiende a integrar al individuo humano dentro de la historia de su propia especie formando parte del reino animal. A su vez, es un concepto subordinado al de “Trieb”, que hace a la esencia del fenómeno de la vida en general (por supuesto en la formulación definitiva de este concepto). Tiene que ver con el conocimiento adquirido por la especie y que para el

individuo constituye una preparación para la comprensión y/o el enfrentamiento de ciertos hechos, que en el ser humano forma parte del núcleo de lo inconsciente y que es independiente de la experiencia individual aunque puede ser evocado por ésta.

 

Por otra parte, hablar de un “instinto de muerte” es altamente contradictorio. Si es “instinto” debemos pensar en vida. Y si pensamos en vida, no podemos dejar de pensar la muerte como una forma de la vida. La muerte no es una esencia, algo a lo que se llega. La muerte es inmanente, pertenece a la vida. En todo caso, allí es innegable “Más allá del Principio del Placer”, hay momentos en que los hombres viven antieconómicamente. La Compulsión a la Repetición, cortocircuito a la muerte, es una manera antieconómica de vivir. Es cierto, el hombre es el único animal que tropieza dos veces (o muchas más) con la misma piedra. Los animales no humanos, en general, no lo hacen. Salvo los perritos, los caballitos, algunos otros. Quién no ha visto morir de amor a un perro? Solamente aquel que no lo ha tenido, ni sabido mirar y escuchar. Laborit dice que el instinto-pulsión de muerte es solamente una caricatura de los instintos de vida. Todos los instintos son de vida. Habla de Agresión, en el sentido que Lorenz plantea en su libro “La agresión, un pretendido mal”. La agresión “no es un mal”; en todo caso “es un mal, pero mal direccionado”, como el estallido agresivo de las multitudes ingurgitadas, enloquecidas por el sometimiento y la injusticia. El odio es secundario al amor. Odio no es agresión, no hay tal traducción directa. Agresión no es lo mismo que violencia, vandalismo. La lucha y la huída están al servicio de la vida.

 

Cito otra vez a Ricardo Avenburg:

 

“El instinto de muerte es parte inherente de la vida y, como la vida misma, no es bueno ni es malo: es. Lo malo, para nosotros, es lo que nos quiere cortocircuitar nuestro propio camino hacia la muerte”. En “Acerca del mal. Raíces Psíquicas. Perspectivas Psicoanalíticas”.

 

Detengo aquí la conversación. En un punto en busca de un acuerdo con mis lectores. A modo de un “metálogo” les propongo tomar este escrito no sólo en su sentido estricto, también como una conversación que intente tomar conceptualmente mi idea de Instinto: como algo que implique una transformación compleja de la Teoría de los Instintos en el Hombre. No será fácil: habrá que remover automatismos tremendos, instalados en nuestra cultura “psi”, dados por eternos, esenciales, inconmovibles. Como la famosa escisión, tajante y dictatorial, entre “instinto” y “pulsión”. Esa que olvida la distinción entre dos animales tan diferentes, como el hombre y una cucaracha. Con todo el respeto por las cucarachas. O esa otra, que supone que el Instinto de Muerte no es de Vida. Cuestiones con tanta implicancia, de acuerdo a mi leal saber y entender, en la comprensión rigurosa del mismísimo Sigmund Freud.

 

 

 

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