Tesis Doctoral / Roberto C. Frenquelli / Conociendo al enemigo oculto (VIII)
La pregunta sobre el método.
Algunas notas sobre ciencia y subjetividad
Mi encuentro con MCUEo11 fue en el Hospital. El mismo donde inicié mi formación de postgrado, casi al día siguiente de mi graduación. Ese recuerdo entibió las paredes de aquella mañana de invierno. Todo me pareció como entonces, casi 30 años atrás. Incluso mi entrevistado, algo mayor que yo; sigue muy gentil, dispuesto, con cierta cautela que lo hace preciso en su decir.
Toda interacción comunicativa supone un acuerdo previo. Una cierta estabilización en el lenguaje que permite el desarrollo del proceso. Un cierto recorrido en el orden del sentido que permite la construcción de un diálogo. Tan cierto es esto que en general es olvidado, adscripto a una cierta “lógica natural”, al “sentido común”. Y entonces, una serie múltiple de estereotipias inconscientes se pasean impúdicamente ante nosotros.
Esa impudicia condensa un conglomerado de cuestiones de raigambre histórico social que de un plumazo se presentifica en cualquier encuentro. En esa impostergable modalidad de lo humano, donde el encuentro entre sujetos, más aún en el “cara a cara”, hace todo tan complejo como interesante.
3- MCUEo11: Eh, no, no, que fue una buena idea que, de tomar así grupos así muy puntuales y disímiles, ¿no es cierto?, porque, eh, hemos tenido experiencia de que hay médicos que conocen poco de hipertensión. Hay médicos que, que conocen poco de hipertensión. En general, los que más están cerca de hipertensión son los médicos generalistas, los nefrólogos, cardiólogos, pero, ¿se escucha?
4- Eor: Sí, sí, ya éste va tomando bien.
5- MCUEo11: Eh, pero otras especialidades, nosotros habíamos hecho con oftalmólogos y ginecólogos, y evidentemente se han quedado un poco en el, en el tiempo, porque a lo mejor no tienen el interés necesario, siendo la hipertensión una entidad que la consultan frente a cualquier médico, ¿no?, porque no es solamente el clínico o el cardiólogo sino muchas veces puede ser el ginecólogo el primer médico que, que recibe un paciente hipertenso.
6- Eor: Mmm.
7- MCUEo11: Así que nosotros dentro de las preguntas les hacíamos es si todos tomaban la presión arterial, y no todos tomaban la presión arterial.
8- Eor: Seguro.
9- MCUEo11: Así que... (hace silencio). Por eso me parece que es un grupo bastante homoge, heterogéneo como para que después saques tus, tus conclusiones.
10- Eor: Claro. Eh...
11- MCUEo11: Y varía también, nosotros lo hicimos, ambiente universitario, ambiente sanatorios privados y ambiente rural, y ambiente rural. Porque, en general, uno ve que los que más cerca están de las entidades universitarias o de los centros, de los conglomerados urbanos, pareciera que tienen más información que aquellos que están un poco alejados de, de los centros urbanos.
12- Eor: Mmm. Seguro. Bueno, eh, vos me prometiste que tal vez me ibas a pasar el trabajo.
13- MCUEo11: Traje, sí, yo, yo traje justamente uno de los trabajos.
14- Eor: Yo, esté, lo...
15- MCUEo11: No voy a, lo tengo acá dentro de, del currículum. Puedo sacar fotocopias; no hay ningún inconveniente.
16- Eor: Está bien. Eh...
17- MCUEo11: Es un trabajo que ya tiene sus, sus años. Nosotros, en realidad, lo hicimos con el título [nombre del trabajo]. Lo hicimos con [nombre de médico 1], [nombre de médico 2], [nombre de médico 3], eh, [nombre 4] es la esposa de, que es una, eh, técnica en estadística, y [nombre 5] también es otra técnica estadística, son profesoras de la facultad de... (se interrumpe). Y el trabajo nuestro consistió en 282 pacientes que concurrieron al servicio en el período de Enero del ’83 a Agosto del ’90, en los cuales hallamos 25 pacientes, el 9 % que habían suspendido su medicación y que regresaron posteriormente al, al servicio. Para cada uno de los pacientes se registró edad, sexo, valores de presión arterial al inicio del tratamiento y al regreso al servicio, tiempo de tratamiento, droga empleada, clasificada en cinco grupos clásicos que teníamos en ese momento, respuesta terapéutica clasificada en satisfactoria, parcial y nula, tiempo sin tratamiento, motivo de la suspensión clasificados en abandono voluntario, negligencia, económico, efectos indeseables, ausencia de signos - sintomatología o disminuir la cantidad de medicación.
Estos párrafos pertenecen al comienzo de la entrevista. El entrevistado empieza comentando sobre un trabajo suyo, en colaboración con otros miembros de la cátedra. Se muestra con afán de colaborar, promete acercarme un ejemplar. Inmediatamente alude a que “hemos tenido experiencia de que hay médicos que conocen poco de hipertensión”, tras lo cual comenta ciertas características hasta rematar con un tramo extenso donde menciona quiénes fueron los autores y el título, añadiendo la participación de estadísticas, número de participantes, tipos de registros y una serie de clasificaciones vinculadas a resultados.
Hasta aquí podría decir que esta ha sido una entrevista diferente a otras en tanto el entrevistado, bien al inicio, se presenta como investigador. Que ahora resulta “investigado”. Podríamos pensar, más allá de ciertas evidencias en consonancia con su decir, “...hay pocos médicos que conocen poco de hipertensión”, que ha intentado una reafirmación de su condición de académico poseedor de cierto saber, tal vez al verse en posición de quien debe responder. También, no cabe duda, de que ha hecho profesión de su modo particular de conducir la indagación científica, evidentemente cuantitativa, con fuerte sesgo estadístico. Me resulta simpático jugar con la idea de que el médico al que alude, no está “casado” solamente con una mujer estadística, si no también con la estadística misma. Pero no podría ir mucho más allá.
Interesa entonces “hacer hablar a este texto”. Intentar darle cierta vida, donde la interpretación pueda afirmarse en más sólidas pretensiones. No sofocar el testimonio en aras de un interés definido, cosificándolo. Aburriéndonos, por qué no.
Tomaré otro tramo de la entrevista. Ahora casi del final. Es un momento donde pregunto sobre cuestiones más personales, sobre si el entrevistado padece hipertensión, sobre sus historias familiares con el padecimiento.
357- MCUEo11: ¿Querés saber la medicación que tomo también?
358- Eor: No, no, no, no quiero saber la medicación.
359- MCUEo11: (Se ríe)
360- Eor: Eh, no es, no es muy pertinente, digamos, ¿no? Simplemente saber cómo eras vos en este caso como paciente.
361- MCUEo11: Ahora, ahora te hago yo una repregunta...
362- Eor: Sí, cómo no.
363- MCUEo11: ...para tu beneficio, ¿no es cierto? ¿Cómo vos vas a evaluar, no es cierto, esto que es tu tesis? ¿Cómo vas a hacer una cosa general o vas a? Porque es difícil poder valorar, ¿mmm?
364- Eor: Está bien. Yo te contesto eso en, en, en...
365- MCUEo11: ¿Cómo la vas a elaborar?
366- Eor: Te contesto, te contesto en, en breves minutos sino...
367- MCUEo11: Sí, sí.
368- Eor: ...porque quiero terminar, eh, haciéndote una pregunta.
369- MCUEo11: Ah, bueno. Sí, sí, sí.
370- Eor: Si vos tenés algún, eh, familiar directo con la enfermedad.
371- MCUEo11: ¿Hipertensos?
372- Eor: O historias de...
373- MCUEo11: No.
374- Eor: ...en la familia de hipertensión arterial.
375- MCUEo11:Mi padre falleció abruptamente de un accidente cerebrovascular; nunca había sido hipertenso. En ese momento hizo una crisis hipertensiva, pero puede haber sido su accidente cerebrovascular que le hizo subir la presión por...
376- Eor: Seguro.
En la primer intervención de este párrafo el entrevistado avanza con fuerza: ¿Querés saber la medicación que tomo también? A lo que respondo “No, no, no, no quiero saber la medicación”; suceden risas y agrego “Eh, no es, no es muy pertinente, digamos, ¿no?”. El entrevistado ha propuesto decir “también lo que toma”, yo he respondido con recato “que no sería pertinente”. La risa es un elemento extraverbal que nos ha unido, en cierta complicidad, al tiempo que disipa la tensión por lo personal. Tanto en uno como en otro de los hablantes: uno, médico en postura de indagar, de adentrarse en la subjetividad de otro par; otro, un académico, conocedor del tema, hablando de sus cosas íntimas.
Entonces, como suele pasar en los momentos de mayor tensión, en vez de tornarse el diálogo anodino, desvaneciéndose en cierta intrascendencia propia de la represión, aparece la pregunta sobre el método: “...para tu beneficio, ¿no es cierto? ¿Cómo vos vas a evaluar, no es cierto, esto que es tu tesis? ¿Cómo vas a hacer una cosa general o vas a...?Porque es difícil poder valorar, ¿mmm?”.
Una pregunta que nace ante la insistencia por la subjetividad. Y que insiste, a su vez, por ella. Por esa omnipresencia de los encuentros humanos, por lo intersubjetivo. El tema de los acuerdos es otra cosa. No hay dudas de que toda producción de sentido, en el campo de la ciencia o no, está preñada por una lucha por el poder. Saber y poder, en una suerte de dialógica que los torna indistintos, navegan por los intersticios de las entrevistas.
Veamos mi respuesta, también desde mis automatismos, mis estereotipias:
364- Eor: Está bien. Yo te contesto eso en, en, en...
365- MCUEo11: ¿Cómo la vas a elaborar?
366- Eor: Te contesto, te contesto en, en breves minutos sino...
367- MCUEo11: Sí, sí.
368- Eor: ...porque quiero terminar, eh, haciéndote una pregunta.
369- MCUEo11: Ah, bueno. Sí, sí, sí.
370- Eor: Si vos tenés algún, eh, familiar directo con la enfermedad.
371- MCUEo11: ¿Hipertensos?
372- Eor: O historias de...
373- MCUEo11: No.
374- Eor: ...en la familia de hipertensión arterial.
375- MCUEo11:Mi padre falleció abruptamente de un accidente cerebrovascular; nunca había sido hipertenso. En ese momento hizo una crisis hipertensiva, pero puede haber sido su accidente cerebrovascular que le hizo subir la presión por...
376- Eor: Seguro.
Prometo contestarle luego, insiste “¿Cómo la vas a elaborar...?”. Yo también insisto, le sigo preguntando como para completar el cuestionario. Mi respuesta llegará después; he entrado en una puja por dominar la situación de la conversación. Entiendo que hacen presentes dos grandes ejes, tal vez tres. Uno, la simple competencia entre personas, en términos elementales de un narcisismo que pretende hacer ingresar a los otros a nuestro espacio interior, sin prebendas; ese campo que estudian los psicoanalistas en settings especiales, en niños, atendiendo a la toma de turnos, “más acá” del valor semántico de las palabras. Otro, conocido por un médico, las pujas por la dominancia entre pares, la cosa del prestigio, del valor individual. Finalmente, el más abarcativo, el de los procesos sociales de convalidación.
Estamos de lleno en la pregunta sobre el conocimiento. En las certezas sobre el método. En el “ruido” que introduce la noción de sujeto en el campo de la ciencia impoluta, de las estadísticas. ¿Qué respuesta existe para “terapéutica satisfactoria, parcial o nula”; para “motivo” o “abandono”; o para “voluntario” o “negligencia”; mucho más para “económico”? La respuesta es singular. Como ha sido esta entrevista. Como son todos los encuentros médico paciente, que no son otra cosa que un tipo especial de interacción humana; esperemos que sigan siendo en presencia. Ya se ofrecen desde hace un tiempo consultas personales por Internet.1
De todos modos, aunque en el futuro nos espere una medicina mediática, sabemos que frente al brillo sin nombre de las pantallas seguirán estando almas palpitantes. Como en el caso de la pregunta por el método, en esta entrevista que relato. Pregunta que descansa sobre la ilusión de un sentido certero, que venga a aplacar nuestras dudas. Pero también por la esperanza de un encuentro, más o menos logrado, como el que he relatado.
Donde el texto se contextualice, se eleve a la categoría de un metatexto. En presencia, no ya meramente de nuestros cuerpos finitos, si no de nuestras posibilidades eminentemente humanas, en relación. El llamado problema de la adhesión al tratamiento de la hipertensión alcanzará así una dimensión más suficiente en los diferentes contextos que se la considere. Tanto en la práctica cotidiana, como en la de la investigación que de ella se desprende. En el presente apartado he rozado la comparación entre entrevistas de investigación a médicos con entrevistas de médicos a pacientes. Sobre todo en sus vicisitudes, en la dificultad para el diálogo. Sin negar sus especificidades, pretendo poner de manifiesto los similares escollos que se hacen patentes en todo quehacer humano. Como en el caso de la ciencia.
1 La cuestión de las consultas médicas por Internet tienen ya un cierto tiempo de desarrollo. Más allá de futuras e impensables transformaciones, hoy son posibles diversos procedimientos como interconsultas por problemas muy definidos, la guía para la realización de ciertos procedimientos diagnósticos y aún terapéuticos, etc.. Las consultas personales, desde luego, también, fundamentalmente por medio del correo electrónico. Distintos sitios sobre hipertensión son encontrables hoy en la Web. Entre ellos merecen destacarse “El Hospital de Internet” web site, nacional (www.respuestamédica.com) y Lifeclinic From Spacelabs Medical web site, de Estados Unidos (www.lifeclinic.com.). En este último, el célebre expert en hipertensión T. Pickering contesta diligentemente todo tipo de consultas.
El sociólogo inglés Anthony Giddens (1991) ha llamado expert systems a “sistemas de excelencia técnica en competencia profesional que organizan grandes áreas de los ambientes material y social en que vivimos hoy”.
Se generan entonces verdaderos disloques entre las relaciones de los contextos locales de interacción y su reestructuración a través de extensiones indefinidas de espacio – tiempo; los experts, de la mano de la Internet, del periodismo científico masificado, hacen surgir “pacientes preventivistas” (inexperts experts?), cuyas miradas sobre la salud no se anclan ya en las indicaciones de sus propios médicos. Esto genera un círculo de consumo extraordinario que se va autolegitimando las más de las veces en forma totalmente indiscriminada. Una verdadera marcha al estilo del cambalache discepoliano se configura entre medicamentos para el colesterol, para la hipertensión, vitaminas, cremas reductoras de la celulitis (junto a ciertos aparatos), para la osteoporosis, para erguir el pene. El “Llame Ya” requiere el sello protector de la ciencia, si es por las pantallas tanto mejor; la medicalización de la vida social se va poniendo de parabienes, proliferan los experts y otros especialistas que nos “orientan” ante la incertidumbre. Nuestras existencias aparecen entonces ilusoriamente protegidas por el paraguas de la técnica y los servicios especiales.
Es muy posible, y deseable, que las consultas por Internet ocupen su lugar como razonablemente lo hacen todas las cosas buenas que la tecnología nos va poniendo al alcance de la mano. Tal vez haya que reflexionar sobre la exagerada tendencia a depositar en los contactos mediáticos la esperanza de mejorar la comunicación humana, siguiendo los postulados de la cultura de la imagen. De ahí cierto tufillo que parece desprenderse de las ofertas actuales, donde coloridas páginas, siempre acompañadas por fotos, donde como bromeaba Wimpy, muy posiblemente se muestran rostros de varios años atrás, nos invitan a desentrañar nuestros problemas.
El fenómeno de la transferencia no es ajeno a los encuentros en el consultorio del médico. Parece difícil de reemplazar ese contacto directo, donde discurren todas las riquísimas facetas de la interacción humana cotidiana. En “Sobre la dinámica de la transferencia” (Freud, 1912) ya señalaba: “Esta lucha entre el médico y el paciente, entre el intelecto y el instinto, entre el conocimiento y la acción, se desarrolla casi por entero en el terreno de los fenómenos de la transferencia...”, o cuando a continuación plantea su “inestimable servicio” a los fines de la cura nos recuerda que “en fin de cuentas nadie puede ser vencido ‘in absentia o in effigie’”. Ha sido Luchina, en nuestro medio, quien advirtió, derivando de esta conceptualización psicoanalítica, sobre la noción de transferencia y contratransferencia médicas, inmersas en lo que llamó “campo séptico de la relación médico paciente”.
No se trata de plantear que el paciente no deba estar en posesión de toda la información posible. Pero información no puede confundirse con “acopio de datos”, y lo que es peor, muchas veces en forma totalmente desorganizada. La información si no es pasada por el cedazo de la experiencia vincular, de la vivencia de lo emocional, en relación, corre el riesgo de quedar, casi seguramente, del lado de un falso conocer. Tanto en el paciente como en el médico.
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