Laura Peirano / Períodos críticos

 


 

PERIODOS CRITICOS o PERIODOS SENSIBLES.

                                                    Prof. Adj: Laura Peirano

                                                     Rosario, 9 de marzo 2017

 

 Está instalado en lo que llamamos sentido común la idea que el niño pequeño es muy receptivo a influencias externas y que las mismas son perdurables a través del tiempo.

Es cierto que la temprana infancia, los primeros momentos en la vida de un humano, son de inestimable valor para su futuro. Vamos a analizar esto, no ya desde el sentido común sino utilizando conceptos que hemos tomado de otros campos disciplinares, en este caso, de la etología humana, para una mayor comprensión del desarrollo psíquico temprano.

Comienzo diciendo que etología proviene del griego ethos que significa costumbre, rasgo, comportamiento,  puede entonces ser definida como el estudio del comportamiento de las especies animales, todas, incluido el hombre, en su medio natural. Se centra en los factores innatos del comportamiento, y su relación de ida y vuelta con los aprendizajes adquiridos que a lo largo del desarrollo se integrarán para formar nuevas  unidades funcionales. Las especies animales todas se pueden ordenar en una escala evolutiva atendiendo a los grados crecientes de complejidad en su organización  tanto anatómica como funcional. Cuanto más alto es el lugar que ocupa una especie en esta escala, tanto menor es la importancia que en su comportamiento tienen los factores filogenéticos, y tanto mayor los adquiridos.

 La etología es una  ciencia  muy reciente, fundada por Konrad Lorenz y Nikolaas Tinbergen en los años 30, quienes en  1973 junto a Karl von Frish, recibieron el premio Nobel de Medicina.  Con esta perspectiva se ha podido  ampliar la comprensión del comportamiento humano. Por ejemplo, gracias al estudio con animales hoy podemos explicar de modo satisfactorio las respuestas de un bebé humano en caso de deprivación de las figuras parentales, asi como de tantas otras reacciones. Es por todo esto que uno de los articuladores teóricos que nos sirven para nuestros temas en general pero particularmente para nuestra experiencia en la observación de un infante es el de períodos críticos o períodos sensibles.

Un periodo crítico  hace referencia a un periodo temporal en el que (y solo en el mismo), pueden producirse la adquisición de ciertas destrezas, habilidades, conductas, capacidades, etc. Es un periodo en el que se producen las condiciones biológicas oportunas para la adquisición de la meta del desarrollo, dichas condiciones suelen ser un incremento masivo de las neuronas y una mayor extensión de sus conexiones, lo que permite potenciar los aprendizajes.  Durante el mismo se produce una maduración de sistemas estructurales y funcionales concretos. Existe –en este tiempo– una especial sensibilidad  a los agentes externos como internos, lo que  le confiere el carácter de  “momentos vulnerables”, muy asociado a la neuroplasticidad (concepto sobre el que volveremos).

La existencia de periodos críticos o momentos vulnerables nos remite a una concepción del desarrollo en el que coexisten períodos de desarrollo continuo y gradual y momentos disruptivos, de discontinuidad, de donde extraemos el fuerte concepto de EMERGENCIA, tan afin a los dispositivos téoricos/metodológicos de nuestra asignatura.

Se consideran tres períodos críticos:

*el primer año de vida.

*el segundo y tercer año de vida.

*la pubertad /adolescencia.

 

El primer Período Crítico. Durante este período el bebe humano es extremadamente sensible al contacto personal de sus cuidadores, es decir de otro humanos. Ellos configuran su ambiente de adaptación evolutiva.  Estos contactos son de suma importancia como estímulos para el desarrollo. Los aprendizajes realizados durante estos períodos se denominan aprendizajes por impronta. Término que viene de imprinting, imprimir, lo que queda fijo, impreso. Los conocimientos acontecidos durante estos períodos tan sensibles quedan fuertemente fijados, suelen conservarse toda la vida. También es irreversible su no aprendizaje una vez pasado ese período sensible. Por ejemplo, si un pájaro de la especie A es retirado de su bandada y durante el período sensible de su especie, aprende el cantar de los pájaros B, pasado ese período, al volver con los suyos, ya no podrá aprender el canto de su propia especie. Estos datos provenientes de la disciplina antes mencionada, la etología, nos permite inferir la fuerte pregnancia de los logros tempranos en el infante humano, el papel crucial de sus figuras de crianza, los grados de estimulación recibida, etc.

Sabemos que la cria humana es la de mayor tiempo de inermidad  y dependencia de la asistencia ajena con respecto al resto de las especies. Sus necesidades básicas deben ser otorgadas por otro. En la década del 50´de siglo pasado, en tiempos de la pos guerra, el profesor y médico psicoanalista René Spitz observo a cientos de niños muy pequeños, separados de su madres por obvias razones. La guerra había devastado todo. Estos niños vivían en orfelinatos, en condiciones óptimas de higiene y alimentación pero con un contacto corporal prácticamente nulo puesto que estaban de a grupos a cargo de enfermeras. Este autor observo que un gran porcentaje murió antes de los dos años, y los sobrevivientes presentaron un índice bajísimo de desarrollo, cercano a las oligofrenias, mucho de los cuales no podían ni caminar ni hablar. A esto Spitz le llamo marasmo o depresión anaclítica.

Por este motivo, ente otros, es que desde la cátedra elegimos el tema del primer año de vida, uno de los periodos sensibles de la especie humana, donde el valor de acercamiento a los seres humanos es primordial y vital. Todos los aprendizajes que se dan en este período, los logros motores, sensopercepticos, emocionales, comunicativos, etc, están amparados en la relación con las figuras de apego, figuras primordiales. Esta son las que facilitarán o limitarán el neurodesarollo de ese infante.

Neurodesarrollo.

Por efecto del ida y vuelta entre el adentro y el afuera, dicho de otro modo, por efecto de lo relacional-vincular, el bebe humano va a producir toda una serie de procesos biológicos a nivel de su sustrato material, su Sistema Nervioso. Sabemos que el mismo va madurando por efecto de la mielinización progresiva de las fibras nerviosas, dando como resultado una mejor y más rápida transmisión. Sabemos también de la creación de neuronas o sinaptogénesis. Otro concepto actual es el de pruning o poda neuronal, eliminación programada de ciertas conexiones que van dejando el camino libre a otras más vitales, instalándose así una verdadera red neuronal o trama neural. El pruning está ligado de alguna manera al concepto de apoptosis o muerte celular programada. Estas neuronas que mueren lo hacen para cumplir ciertos pasos del desarrollo normal. Se verifica entonces un aumento del peso cerebral, del grosor de a corteza, del número de células gliales (relación glias/neuronas), de la densidad de las espinas dendríticas y del número de conexiones sinápticas. De esta manera teniendo en cuenta los eventos de intensa transformación neurobiológica a los que se encuentra expuesto el bebe, antes y después del nacimiento, es que podemos considerar a estos períodos como de extrema vulnerabilidad a posibles experiencias vinculares adversas, las que podrían alterar el normal curso del proceso de neurodesarrollo.[1] Por último mencionaremos el sprouting, que es un re brote de conexiones después del nacimiento ya no tanto proveniente de patrones endógenos sino de la experiencia. Esto produce un verdadero encendido o kindling, tendiente a la facilitación, a ciertos recorridos que se van fijando por la experiencia, lo que Freud llamara huellas.

El delineamiento de estas huellas (que son la base de la memoria y el aprendizaje) quedan tempranamente fijadas en nuestro  sistema nervioso por efecto de su plasticidad. La Plasticidad Neuronal es aquella propiedad del tejido nervioso de fijar cierto tipo de cambios. El Sistema Nervioso Humano es modificable por la experiencia, éste permanece abierto al cambio, es modulable por el acontecimiento, por lo contingente.  Esta cualidad  nos permite salir rápidamente de una visión estática del mismo e introducirnos a la idea de que el cerebro es un órgano dinámico que se cría en el ambiente. Por eso decimos siempre que el cerebro es un órgano histórico-social. La plasticidad permite demostrar que cada individuo es único e irrepetible más allá de las determinaciones de su bagaje genético.

Si el concepto de plasticidad neuronal significa que la experiencia puede inscribirse en el sustrato material dejando una marca, este acontecimiento “deja una huella como una suerte de encarnación del tiempo” (Ansermen & magistretti,2010). De allí la gran importancia de estas primeras huellas ocurridas en estos períodos tan sensibles. Pero estas primeras huellas no son la mera copia de lo percibido, fijan una primera experiencia que luego se reordena, se recodifican. La huellas primarias se reasocian, se recomponen, estableciendo nuevos conjuntos. Las nuevas huellas no están en relación directa con la primera inscripción, con la primera experiencia idealmente concebida pero ya in-hallable.  Ha surgido de las inscripciones iniciales, pero ya no son más esta misma. Es lo que los autores antes mencionados llaman “la biología de la discontinuidad”. No tenemos un determinismo fatal, lineal y directo. Es cuando podemos entender que la noción de Devenir se impone a la Desarrollo entendido como algo rígido, con secuencias previamente pautadas. Esta era la idea de la psicología clásica, ya superada por los nuevos aportes y actualizaciones sobre el tema. Se piensa el desarrollo como devenir. Un juego entre lo estático y el movimiento. Entre ciertos determinismos y ciertas contingencias.

 

Segundo Período Crítico. En este período que comprende el segundo y tercer año de vida, aparece la tendencia a explorar e investigar activamente el mundo. Si se obstaculiza o impide esta actividad se pueden inhibir seria y permanentemente las capacidades humanas de : autonomía y creatividad. Durante este período suelen intensificarse las reacciones de temor ante indicios naturales de peligro, en particular la soledad y la oscuridad. Es una etapa de muchas demandas, pero al ir ganando en autonomía (especialmente por la marcha y la capacidad creciente de comunicación verbal y gestual) de a poco va cobrando mayor importancia la disponibilidad potencial de la figura materna disminuyendo la de la presencia física.

Muchos autores introducen en este período todo el comienzo del proceso edípico con sus concomitantes elecciones de objeto. Trabajo que irá definiendo las identificaciones a las figuras parentales y hacia donde dirigirá sus deseos sexuales.

 

Tercer período Crítico. La Adolescencia. No nos detendremos en este escrito sobre el gran tema de la adolescencia como etapa importantísima en el desarrollo humano[2]. Solo diremos que durante este período sensible se produce una gran poda sináptica de la corteza prefrontal que es la que domina las funciones ejecutivas mas sofisticadas, propia de lo humano, con especial énfasis en lo social. Este ajuste neurobiológico lleva, en la actualidad, más tiempo ya que la tarea a la que debe adaptarse el cerebro social de los adolescentes son mucho más complejas que antaño. Sin dudas más compleja que en aquellas civilizaciones donde la adolescencia es solo un rito de pasaje, un punto inextenso. Este podría ser uno de los argumentos para explicar hoy el fenómeno de lo que conocemos como adolescencia tardía o adultescencia.

Como sabemos, la adolescencia es una etapa de cambios  corporales de trascendencia. Éstos dejan fijados ciertos patrones comportamentales, identificatorios y especialmente relacionales-vinculares. Período signado por trabajos que debe realizar el joven o la jovencita, cada cual con sus especificidades. Fuertes y costosos trabajos de resignificación, de re ordenamiento, de duelos. El trabajo es transformación, puesta en forma. Y esas formas que están ligadas a un orden, quedan fijas, justamente por las cualidades antes descriptas de estos períodos en el desarrollo humano.-

 

 

 

 

 

 

 



[2] Es vasta la bibliografía sobre este tema en nuestra página web: www.psicofisiología.com.ar asi como también en el programa de la asignatura.

 

 

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